Haré un desastre

Capítulo 8 - Parte 4

Usualmente no pienso en la vergüenza. Es un sentimiento extraño pero no es mi fuerte, de hecho si, pero mientras más me deje llevar por ello, significa que pierdo algo valioso, la capacidad de desconectar y que no me afecte tanto las estupideces que hago.

Pero antes de entrar en la situación como tal, la realidad es que habían pasado cosas de un momento a otro. Fueron varios días con el consejo siendo un problema, y los alumnos sufriendo por ello, honestamente ya ni me acordaba porque me importaba tanto esto. Me perdí terriblemente de lo que ocurría a mi alrededor, porque había estado hundido en mi propia miseria ficticia, ya que muchas mujeres del club de arte, querían animarme, y me daba miedo que se den cuenta que era una mentira, así que decidí fingir algunas cosas, razón por la que tomaba mucha agua porque tenía que estar fingiendo llorar bastante.

Pero hoy fue un día extraño. Cuando llegué, todo el colegio estaba en armonía, hasta los árboles japoneses que habían plantado algunos estudiantes del club de ecología, estaban floreciendo, me resultaba lindo, pero igual era un mal presagio. No del estudio de la mala suerte, pero si sentía que mi tolerancia a las cosas románticas, cariñosas, y toda la cursilería estaba siedo tentado, o me estaba volviendo loco de tanto fingir emociones. No lo sabía, y tampoco iba a psicoanalizarme, esa materia la tuvimos el trimestre anterior.

Camine por la plaza central, como le llamaba a la sección de los casilleros, y me fije que Darían había llegado, su casillero estaba cerrado, y luego vi a Adriel tranquilo, viendo una pizarra con su mochila enorme y sus cuadernos. No dude en acercarme a él después de cerrar mi casillero.

—Hey, ¿qué pasa? —pregunté y cuando vi su mirada ilusionada me miró como si hubiera visto un milagro.

—Todo está organizado de nuevo, y sobre todo esto —dice apuntando a un anuncio decorado con dibujos de nubes que citaban a todos los que lo vieran a una determinada hora.

—No entiendo —confesé mientras me hundía de hombros, pero algo en su mirada ilusionada me ponía incómodo, y entonces me tomó del hombro—. Vamos, vamos, tenemos que ver ese evento misterioso, es dentro de unos minutos —mientras hacía fuerza para que no me lleve, sentí un fuerte empujón, y cuando me giré vi a Ethan serio como siempre.

—¿Por qué haces que mi novio se esté esforzando? —dice antes de usar su músculo y empezar a empujar.

Era muy temprano, y mi cerebro no pensaba correctamente, por eso me deje llevar. No será porque no me guste el ejercicio y sea más débil que Ethan, obviamente eso jamás pasaría, más o menos hablando.

Salimos y frente al edificio de economía, todos estaban rodeando un lugar, y entonces me fije que había alguien conocido, su cabello rojo jamás pasaría en alto para mi. «Darian» pensé inmediatamente, el ruido de un mensaje me llamó la atención, me aleje de mis amigos y caminé rodeando el edificio. Ahí estaba Glenn.

—¿Qué haces? —pregunté curioso.

—Necesito que esté a mi lado, aunque no sea nada, eres más fuerte que yo.

No sabía qué contestar realmente, solo asentí acostumbrado a aceptar las cosas que me pedía.

Las personas necesitan a las personas.

Ese pensamiento fue lo primero que vino a mi mente.

El segundo pensamiento fue: callarme cuando las cosas van bien.

Es complicado para mi pensar entre tanto rencor, por eso guarde silencio cuando seguí a Glenn a ver a Tyler frente a frente, arrodillado, hipotéticamente llorando. Lo asumí por como hablaba. No me asome mejor, estaba con la mirada clavada al piso. Era algo incomodo , el discurso era cursi, si pudiera hacer un paralelismo con algo concreto, sería un algodón de azúcar humillante. Sobre todo humillante.

Pasaron casi dos minutos, ni siquiera era demasiado, pero aquellas palabras eran ligeramente profundas, honestas y tan incomodamente amorosas que me resultaba una tortura psicologica. Entonces Glenn lo abrazó, pero no me concentré en la reconciliación, mis ojos se encontraron con los de él.

La guerra y la paz.

La quietud y el desastre.

Darian y yo.

Casi era catártico, mi enfoque estaba mal y posiblemente él está detrás de las decisiones correctas que llevaron a la reconciliación. No por nada era el presidente, la gente confía en él por una razón.

Pero en ese momento, Darian no era mi enemigo. Y espero que solo haya sido el ambiente cursi, pero cuando me guiñó el ojo confiado, algo se removió en mi interior.

No lo soporté más y me fui. Me sentía ligeramente incómodo si “eso” ya estaba resuelto, yo también tenía que resolver lo “otro”. Se lo debía a Glenn y a su tranquilidad.

Es lo mínimo que puedo hacer.

Nunca fui alguien que reconozca mis errores, y no es porque no los tenga, es porque no me gusta darle la satisfacción a alguien de hacerlo en voz alta. Me da asco, porque siento que los otros disfrutan de verme equivocarme. Pensamiento así, son algo destructivos, pero conmigo es diferente, creo.

Reconozco mis errores en silencio, no necesito exteriorizarlos, necesito resolverlos. Y para eso no necesito estar diciendo “me equivoqué” “tenías razón” “Mi error fue…” ¡No! ¡Jamás! Esas palabras si no son en broma o en tono sarcástico, no valen la pena. Las palabras nunca valen la pena, lo importante son las acciones, son lo que movilizan a la gente, lo que crea una reacción, una que desencadena muchas cosas.




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