Haroon

DREAN TOWN

5 Meses antes

01 de abril. 2020

DREAN TOWN

Una mañana peculiar de primavera.

Una suave brisa empujaba las ramas de un viejo árbol, sus hojas brotaban lentamente hacia la ventana que me separaba del exterior, imagine el olor de la naturaleza recorriendo todo mi ser, suspire, no quería que este momento nunca acabara pero era época de inicio de clase.

Ahora que por fin había llegado el día, resultaba aún peor de lo que temía. Casi podía sentirlo: yo era mayor. Cada día envejecía un poco más, pero hoy era diferente y peor. Tenía diecisietes años. Cuando fui a lavarme los dientes, casi me sorprendió que el rostro del espejo no hubiera cambiado. Examiné a conciencia la piel marfileña de mi rostro en busca de algún imperfecto. Sin embargo, no había otras que las de mi rostro, pequeños granos esparcidos por do quier y comprendí que desaparecerían si me relajaba, pero no podía. veia pequeños volcanes apunto de erupcionar en mi rostro, para rematar tenia ansiosos ojos marrones.

—¡Haroon!

La mención de mi nombre me llamo la atención y en ese momento me di cuenta que mi pequeño hermano estaba parado al lado de la puerta de mi habitación, tenía los brazos ocupados con un peluche de unicornio que nunca soltaba, el cabello descolocado; el era muy inquieto. Sus ojos marrones claros destilaban cansancio, lucia muy cansado. El se acerco corriendo y me abrazo diciendo:

—¿Crees que los unicornios existan? —En la realidad no, pero nunca se lo diría, solo tiene nueve años,

—Claro que si Ryan, ¿Tú sabes que son verdad? 

Son más rápidos que un automóvil de ultimo modelo

Son esponjosos y huelen a fruta

Son el transporte de los dioses

Son seres increíbles que viven en el reino de los cielos

Son excelentes corceles para las princesas del reino de los cielos

Son protectores del mundo entero

Son los mejores amigos de los dioses

Mi hermano y yo tenias la costumbre de alabar a los unicornios cada vez que el tenia miedo de que estos no existieran, ya que mi padre le dejo aquel peluche. Mi hogar era sumamente cariñoso, de hecho, los pequeños problemas que teníamos se resolvían con una tranquila charla, aunque este invierno fue el peor. El invierno más triste que he tenido jamás, el más triste que nadie nunca haya podido tener y el más lluvioso de la historia de Caster, en estas fechas nadie estaba preparado para la muerte de mi padre, a toda la familia la destrozo por completo la idea de que el ya no esta.

—Te quiero hermano... tu no me dejes como papá —reposo su cabeza sobre mi abdomen.

No encontraba las palabras indicadas para poder consolarlo, abrazo fuertemente a Ryan. —Hermano ve y cámbiate esa pijama de unicornio que debes ir a la escuela. Ryan me miraba fijamente, note en su rostro una gran sonrisa de oreja a oreja que simultáneamente sonreí tan bien.

—Haroon, ¿Qué es lo que esta encima del árbol? —dijo el, apuntando con su pequeño brazo hacia la ventana de mi habitación.

—Bien, bueno, exactamente hace unas semanas instalaron esa pequeña antena, para que todo el pueblo de Castro tenga Internet de forma gratuita y segura.

El pueblo ya contaba con Internet antes de las antenas puestas por el gobierno, diariamente se escuchaba rumores sobre estas antenas, que eran aparatos espías para tener controlada a la población, ya que verían todo lo que hacen mediante Internet, como por ejemplo ubicación, cámaras, micrófonos. transacciones bancarias, redes sociales exactamente todo los datos de cada ciudadano. ¿Por qué?, los rumores decían que buscaban a un ciudadano que robo información confidencial muy importante sobre los "Drean town". De el cual tampoco se tenia ningún dato de lo que era oh quien sea.—Ryan se va rápidamente de la habitación.

Salí de la habitación y voltee a la derecha para bajar una angosta escalera. Mi madre me observaba desde las cocina que estaba atravesando una pequeña sala, con los brazo ocupado con el telefoneo. Una cola perfecta sostenía su brillante cabello castaño; ella era una mujer elegante. Su mirada destilaba molestia al verme, no la culpo, me había levantado tarde para el primer día de clases.

Levantaba la mirada hacia la cocina, bostezo, veo que Ammy ya estaba lista para la escuela, después de toda ella era mi única hermana responsable; ella una joven chica de catorce años, vestida con el horrendo uniforme de la escuela, que consistía de un pantalón de tela de color negro, y una camisa de color blanco con una etiqueta con nombre de la escuela, hasta ahora no entendió si era necesario  usar ese tipo de prendas para ir a la escuela, ¿Te ayudaban a pensar mejor?, ¿Daban buena memoria y habilidades?

Ella hace una mueca, moviendo sus pies hacia adelante y hacia atrás debajo de la silla alta en la que estaba sentada frente al mesón de la cocina. Mamá estaba al otro lado, preparando la cena. Sus mano izquierda estaba aun ocupada con aquel teléfono, llevaba puesto un vestido floreado con mangas que pasaba sus rodillas. Tenía un delantal que protegía el vestido, ella revisó el horno, un delicioso aroma escapando.

—Hmmm, ¿Pollo asado?—ella comenta, poniéndose de pie. 

Mi madre sonríe, ligeras arrugas acentuándose las esquinas de su boca y sus ojos.

 —Si, pero es para la oficina, me lo encargaron hace una semana.

—Es imposible. 

—Lo es Cariño, soltó una carcajada, claro que es para nosotros.

El timbre de la casa sonó más de una vez, sorprendiéndonos. No porque nunca tuviéramos visita, si no porque no era hora visitas; Mi madre se quitó los guantes de cocina y el delantal.

—¿Esperan a alguien? —Meneamos la cabeza. Caminamos a la puerta y mi madre echó un vistazo por el agujero.

—¿Quién es? —Pregunta, inquieta.

—No los conozco.— susurró, antes de levantar la voz, —¿Quién es? —gritó para las personas afuera de la puerta.



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En el texto hay: amor, trsiteza, emociones eliminadas

Editado: 08.10.2020

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