Hasta la eternidad

Duodécimo acto

 

No me puedo creer que esto esté sucediendo. Contemplo petrificada cómo Tyler levanta el cuerpo de Randa y camina despacio hasta el afilado borde del acantilado. Gira la cabeza para mirarme, yo cubro mi boca con ambas manos debido a la impresión que me causa lo que perciben mis ojos.

—Ven aquí. —Niego con la cabeza—. Devon, acércate.

Mis pies obedecen automáticamente, pero mi cerebro no procesa lo que está pasando. Cuando llego a su lado, sostiene mi mirada unos pocos segundos, y entonces coge impulso y lanza a Randa al vacío. El cadáver rebota en varios salientes puntiagudos y termina cayendo a las profundas aguas del océano.

—Eh, vamos —dice abrazándome cuando rompo a llorar.

—¿Qué hemos hecho? —balbuceo.

—Lo que teníamos que hacer —indica con firmeza.

Sujeta mis mejillas con sus manos y me da un beso en los labios, me mira a los ojos y vuelve a besarme.

—Todo ha terminado, vámonos.

Me guía hasta el asiento del copiloto y abre la puerta para que entre, después rodea el Renault robado y se sube.

—Es una puesta de sol preciosa —comenta mirando al frente.

El sol se oculta ante a nosotros, dando paso a una noche que recordaremos por siempre.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.