Hasta la eternidad

Decimoquinto acto

La pequeña granja abandonada que hemos encontrado, se oscurece a medida que la noche cae sobre nosotros. Tyler hace guardia a través de las ventanas cubiertas de polvo, mientras yo descanso sobre un montón de paja que hay amontonada junto a un viejo tractor.

—Estamos perdidos —digo casi sin darme cuenta. Él se gira y camina lentamente hasta mí.

—Escúchame —sujeta mi mano para que me levante—, pase lo que pase, estaremos juntos hasta el final.

—¿A qué final te refieres? No quiero ir a la cárcel.

—No vamos a ir a la cárcel, Devon.

—¿Y cómo vas a evitarlo?

—Como sea —sentencia posando sus labios sobre los míos.




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