Al girarme contemplo a un muchacho bastante delgado, con ojeras se nota que está bastante demacrado.
—No hace falta que me digas quien eres— el muchacho se me acerca a paso lento.
— Casandra, cierto— lo miro bastante confundida por saber quien soy.
—¿Cómo sabes mi nombre?
— Muy fácil, Andrew siempre hablaba de ti, decía que eras bastante dulce, pero algo me dice que ya no lo eres.
—Tienes razón, no lo soy— él sonríe pero más bien parece una mueca.
— Es una lástima porque a él no le hubiera gustado verte así.
— No me importa lo que a él le hubiera gustado, porque me dejo sola, se fue sin importarle nada— expreso mirando su tumba con dolor.
Siento una mano en mi hombro que me hace girar de prisa.
— No vuelvas a ponerme una mano encima si no quieres quedarte sin brazo— el alza sus manos en señal de paz.
—Solo digo que no seas tan dura con él quizás
tenía sus razones.
—Sus razones no eran suficientes para quitarse la vida, eso es para los cobardes, él me enseñó a nunca bajar la mirada ante nadie entonces él se va dejándome sola— sé que parezco loca peleando con una tumba pero aún siento rabia por su partida.
—Yo también lo cuestione por hablarlo hecho, con el tiempo entendí que nadie nunca conoce el dolor o el sufrimiento de las personas, no sabemos si su carga era demasiado para él— el extraño todavía sigue aquí. Siento que lo he visto pero no recuerdo donde.
—Como ya dije no me interesa sus razones; con permiso ya es hora de irme.
—Me gustaría conocerte, ya que Andrew hablaba muy bien de ti.
—No te conozco, tampoco me interesa conocerte. Yo no soy de muchos amigos y así estoy muy bien— comino hacia mi auto en busca del bar al que siempre vengo cuando estoy por aquí. Miro mi reloj que marcan las nueve de la mañana, a tomar mi teléfono veo llamadas perdidas de Helena y una de mi detective privado pero los ignoro cuando salga de aquí iré a la empresa.
Al llegar tomo asiento en la barra donde está el barman de siempre, un moreno alto, bastante fuerte y de mirada ruda.
—Qué sorpresa verla aquí, hace mucho tiempo que no pasaba —lo examino.
—Hay que volver a la rutina, ¿no cree?— me inclino encima de la barra para darle acceso a mi escote, es increíble como nosotras las mujeres tenemos el poder de tener a los hombres en nuestras manos con tan solo mostrar un escote.
Algo que me encanta también es el poder que tengo sobre las personas que con tan solo una mirada ellos desvían la suya, que con mi presencia se sienten nerviosos.
—Lo de siempre— le digo sacándolo de su sueño de que algún día pueda tocarme.
Con mi bebida en mano los recuerdos vienen y van hasta que uno en particular llega a mi mente.
Flashback
—¡No! Bájame— le grito a Andrew entre risas porque me tiene sobre su espalda dándome vueltas.
—Eres una miedosa— declara mientras me pone en el piso.
— Y tu un animal, ten un poco de cuidado que soy una dama— infló mi pecho con orgullo.
— Te crees grande porque recién cumpliste diecinueve años.
—Tú estás envidioso porque ya tienes veintidós y ya eres un señor.
— Acabas de firmar tu muerte al decirme viejo— grito cuando lo veo venir hacia mi y para que no me atrape empiezo a correr por la casa hasta que choco con un pecho duro que me hace caer de nalgas al piso.
—Ten cuidado, niña— su voz gruesa me pone nerviosa, haciendo que me levante de forma torpe.
—Lo siento— él me mira con esos ojos grises fríos que hace a cualquiera desviar la mirada y yo no soy la excepción.
Se aleja de nosotros, no sin antes darme una última mirada.
—No le hagas caso, mi hermano es un amargado— le sonrío sin saber que tan solo unos meses después esos ojos grises serían mi perdición.
Fin del flashback
Regreso al presente cuando percibo que me llega un mensaje de Robert diciéndome que me tiene información importante, no lo pienso dos veces pago y voy hacia la oficina.
***
Al llegar a la empresa es lo mismo de siempre total silencio, todos mirándome, hablando sobre mi y diciendo cosas horribles de mi, lo que no saben es que yo me entero de todo.
En la sala de espera que está cerca de mi oficina está el señor Robert esperándome con cara de felicidad simplemente porque me tiene buenas noticias.
—Dejémonos de cortesía y dígame que es lo que tiene— le indico antes de que lo haga. El incómodo asiente.
Tomo asiento y él hace lo mismo. Busca algo en su portafolio, saca un sobre el cual me extiende.
— Encontré a su madre— hace un tiempo me dio curiosidad de saber qué había sido la vida de aquella mujer que me dejó aquel día sin importarle nada; sin embargo no la estoy buscando porque quiera acercarme a ella, sino para saber los motivos de su abandono y agregarle más dolor a mi vida.
— Puede retirarse —no espero ni un segundo y sale de mi oficina.
Voy abriendo lentamente el sobre hasta que saco la primera fotografía donde está ella y un señor más o menos de la edad de mi padre, donde están juntos de la mano. En la siguiente fotografía sale una joven de algunos años menor que yo, los tres están sonriendo en la playa.
Tomo el informe en mis manos leyendo el contenido, al parecer mi madre se casó meses después de dejarme, con el hombre de las fotos. Y dos años después tuvo otra hija, por lo que se ve a ella si la quiso porque la crio, le dio su amor y a mí me abandonó. Ahora entiendo por qué me dejo, yo era un estorbo para casarse con el hombre que ella amaba. Ella se ve espléndida, feliz con su pelo del mismo color que el mío por los aires debido a la brisa de la playa.
Editado: 27.08.2023