Heart Tackled

3 | Rumores

Tessa no ha dejado de reír ni un solo instante, burlándose de mis desgracias.

Bueno, no la culpo, desde su punto de vista lo que pasó con Ethan hoy fue un desastre cómico digno de una absurda comedia romántica.

—No puede ser, me voy a mear de la risa —limpió sus lágrimas, soltando otro ataque de risas que, para ser honesta, ya empezaba a irritarme—. Los imagino y no puedo dejar de reír. Qué día tan divertido tuviste mientras yo estuve en un examen que por poco me hace escupir un riñón de lo difícil que estaba.

—¿Crees que eso fue divertido, Tessa? —inquirí. Ella asintió, apretando los labios para no volverse a reír—. Todo lo que pasó con él fue vergonzoso, lo peor que me ha podido pasar en la vida. Vieras la cara del director Mason, a ese hombre por poco le da un infarto pensando en cosas que... ¡Son una locura!

Metí en mi boca otra cucharada enorme de helado de chocolate y dejé caer mi mejilla contra la encimera de la cocina. Hoy fue el día más desastroso que he tenido en toda mi existencia, también el más vergonzoso, el más torpe, el más humillante, el que se llevó todas las medallas de oro al ser el más...

Ni siquiera podía darle un significado que hiciera justicia al desastre con pies que soy.

Hoy rompí mi propio récord de torpezas en público.

Tan solo de recordar el primer estrellón con Ethan, la caída que tuvimos en el salón de detención y las tres horas más largas de toda mi vida tratando siquiera de pestañear para que nada más sucediera, me hizo desear atragantarme con todo el helado del planeta, hasta que todo mi cuerpecito quedase tieso y frío.

—¿Y qué más pasó?

—Nada. ¿Acaso querías que algo más pasara? Con esa humillación que viví fue más que suficiente. Estuvimos tres horas en completo silencio, yo en una esquina del salón y él en la otra. No dijimos nada más, tampoco nos acercamos, y cuando se acabó el tiempo, huí sin mirar atrás porque lo vi con la intención de acercarse a mí —suspiré teatralmente, dándole otra probada a mi helado—. Me fui porque si dejaba que se me acercara, capaz sucedía algo más vergonzoso, y que esté llena de grasa no quiere decir que los golpes no me duelan.

—Eres una exagerada —volvió a reír, robándome mi helado para comerse casi la mitad de un par de cucharadas.

—No te lo comas, es mi helado —se lo arrebaté de las manos—. No quiero ir mañana a la universidad.

—¿Por qué no? No hiciste nada malo. Derribaste al capitán del equipo de fútbol americano y luego él cayó sobre ti. Vergonzoso o no, no pasó nada malo entre ustedes. No es como que te tengas que esconder de la policía por haber cometido un acto ilícito, ¿o sí?

—Aun así, no quiero ir —me quejé como una niña chiquita y Tessa me empujó, haciéndome reír—. Es más, voy a enterrarme viva para no volver a pasar vergüenzas nunca más. Es que mis papás me hicieron con dos pies izquierdos y eso no es nada justo.

—Ya, no seas tampoco tan dramática. Ethan seguro ya olvidó lo que pasó, así que tú deberías hacer lo mismo. Ese tipo de accidentes pasan todos los días en la universidad y aún nadie ha muerto de vergüenza. Mañana seguirán siendo un par de compañeros que no se hablan ni se miran, así que relájate y pasa la página.

—Bueno... Quizás tengas razón —me animé por primera vez en el día y mi amiga me sonrió—. Mañana Ethan habrá olvidado que una super masa lo aplastó, es más, hasta habrá olvidado de que existo y yo aquí sufriendo.

🏈🏈🏈

No debí creerle a Tessa cuando me dijo que Ethan olvidaría lo que pasó, porque fue bajarme de su auto para que él y todo el equipo de fútbol americano me recordaran el día tan vergonzoso que había tenido ayer.

Todos me miraron bajar y se rieron, empujando a Ethan que estaba en medio de ellos, mirándome con una fijeza y una sonrisa que sí me gustaba, pero que no debería existir, al menos no dirigida a mí. Quería entender lo que sucedía, por qué me miraban tanto y luego hablaban con Ethan, pero con tantas miradas encima, los nervios hicieron que casi me tropezara con el bolardo y terminara de nuevo pasando vergüenzas.

—Uy, no puedes pasar un día sin ser tan torpe —murmuré entre dientes, ajustando la correa de mi bolso.

—¡Hola, Maisie! —me saludó uno de los chicos del equipo, sonriendo de oreja a oreja y acercándose a mí—. ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu mañana?

Ni siquiera me iba a molestar en preguntarle cómo sabía mi nombre, si era más que obvio que Ethan les había hablado de mí y por eso se estaba acercando, solo para burlarse de mis torpezas.

Porque, ¿para qué otra cosa, uno de los chicos más populares de la universidad, se iba a acercar a mí?

No iba a hablarme del clima ni de tácticas de fútbol y jamás me había dado siquiera una mínima mirada, así que sabía por dónde iba el jueguito que se habían montado estos chicos.

—Bien, supongo...

—Nos enteramos de lo que pasó en el pasillo y en el salón de detención —dijo, despreocupado, y dándome una sonrisa que subió todo el calor a mis mejillas ipso facto—. Y no por Ethan, para que quede claro... Pero ahora están diciendo algunas cosillas que nos gustaría hablar contigo antes de que empiecen las clases. Por eso te estábamos esperando.

—¿H-Hablar sobre qué? —desvié la mirada hacia Ethan y él suspiró, acercándose a mí y haciendo que su amigo me soltara.

—La estás asfixiando, Ryan —dijo, tirando de su camisa hasta alejarlo por completo de mí—. En realidad soy yo el que quiere hablar contigo, pero ellos son como lapas y tías chismosas de vencidario y decidieron acompañarme.

—Porque nos preocupa tu integridad —aseguró otro y ellos rieron mientras Ethan les lanzaba una mirada fulminante—. No somos chismosos, solo queremos asegurarnos de que nuestro capitán siga en una pieza y de que no lo castiguen de nuevo o todos nos vemos afectados en los entrenamientos.

—Exacto, no es el chisme el que nos mantiene aquí, es la preocupación por nuestro amigo —apoyó otro que reconocí como Lucas, ya que compartía una clase con él.




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