Le conté todo lo que había pasado a Tessa, entre emocionada y aun incrédula, porque si no lo hacía, sentía que iba a explotar.
Desde que Ethan confesó que yo le gustaba, he estado soñando y dándole vueltas a sus palabras. No lo podía creer, y no era para menos, si el chico que creí inalcanzable tenía sus ojos puestos en mí.
—¡Awww, qué romántico! —expresó, soltando un suspiro demasiado largo y dramático—. Le dijiste que sí, que le darías todas las oportunidades de esta vida habidas y por haber, ¿no es así?
—Se la di, pero…
—¡No quiero escuchar ningún pero, amiga mía! —me cortó—. Te dijo palabras hermosas, que pocos son capaces de decir en voz alta, ¿y vas a salir con tus peros? No, Maisie, no puedes dudar de ese chico tan dulce. Ah, ¿quién iba a pensar que alguien que se ve tan rudo y te mire con el ceño fruncido todo el tiempo tenga palabras tan bonitas para decir? Ethan es muy tierno. ¿Por qué dudas de él? En tu lugar, me hubiera lanzado de cabeza q la primera.
Reí, dándole una mirada breve mientras conducía.
—No voy a negarlo, fue muy dulce.
—Pero ahí viene el pero —reprochó.
—Pero no sé por qué no confío. Digo, cualquier chica se volvería loca con esa confesión tan linda, pero… siento que Ethan va a romperme el corazón, que solo está jugando conmigo.
—Es normal que te sientas así, pero dale la oportunidad, tal vez te sorprenda y termines locamente enamorada de él. No te cierres al amor, Maisie.
—No lo haré —me mordí el labio, tamborileando los dedos en el volante—. Estoy nerviosa, una parte de mí duda y la otra no, quiero intentarlo y ver qué pasa. ¿Sabes? Me siento algo rara.
—Tú siempre eres rara, así que no culpes al amor de tus rarezas.
Reí, negando con la cabeza.
—Antes me había sentido así, ilusionada, con el estómago lleno de mariposas y la ansiedad latiendo dentro de mi pecho, pero con Ethan es todavía más intenso. Dijo que me sorprendería y la verdad no sé qué esperar de él.
—Bueno, amiga, tú déjate sorprender por el sexi capi y no le des más vueltas al asunto. Si lo vemos por el lado beneficioso, conoceré chicos guapos con los que quizás tenga mi propio romance de película.
—Eres una tonta —le doy un golpecito en la cabeza y soltó una risa contagiosa.
—¿Por qué? Mira que agradezco ser tu amiga justo ahora, porque gracias a ti tengo de dónde escoger al futuro padre de mis criaturas.
Volví a reír, entrando a la universidad y mermando la velocidad para estacionar en el mismo sitio que hemos ocupado a lo largo de estos dos años, pero una figura demasiado conocida me hizo frenar en seco y Tessa terminó casi estampada en la vidrio delantero.
—¡¿Qué te pasa!? Por poco me como el vidrio.
—No, no puede ser —siseé, mirando con horror y el corazón acelerado a Ethan—. Dime que esto es una alucinación, una pesadilla.
Tessa soltó un chillido y luego una risita.
—Él va muy en serio contigo, amiga.
—S-sí, parece que sí…
¿Por qué se veía tan ridículamente tierno ahí parado, sosteniendo una caja de lo que parecían ser chocolates y un girasol? Bueno, esos detalles podrían ser para cualquiera, no para mí pero la sola idea de que bajara del auto y me diera esas cosas… me tenían. Sin necesidad de todo eso, él ya me tenía en sus manos. Lo supe anoche, cuando casi no pude dormir recordando cada palabra que dijo, esos besos que me dio y la forma tan especial en la que me miraba.
En serio le gustaba y mi corazón parecía no soportar tanta intensidad de su parte.
—¿Crees que esto sea un sueño? —el pellizco que me dio en el brazo derecho, me hizo chillar como un puerco afónico, fue tan fuerte que aun me frotaba el brazo con fuerza para dejar de sentir dolor—. ¡Tessa! ¿Por qué me pellizcas?
—¿No es así como te das cuenta que la realidad no se trata de un sueño? Se me fue la mano, pero así ya no dudarás de la realidad.
—Nunca te dije que me pellizcaras, y estaba hablando en sentido figurado.
—No seas melodramática y ve con tu príncipe azul. No lo hagas esperar más tiempo.
Suspiré y me puse en marcha hasta mi lugar, pero me sentía tan nerviosa de que Ethan —y todo el equipo—, estuvieran ahí mirándome, que terminé dejando el auto atravesado y casi rayando el auto a mi lado.
—¿Y cómo voy a bajar? —inquirió Tessa, abriendo la puerta de su lado, pero por el pequeño espacio que había entre los autos, ella no iba a pasar—. Dios, Maisie, casi nos volvemos una con el otro auto.
—¡Calla, no digas nada! —grité, con la cara roja.
Tessa soltó una risa y no tuve más remedio que reírme de mí misma por ser tan torpe. Pero, como siempre, era culpa de Ethan. Yo no sé qué me sucedía, pero cuando él estaba cerca me volvía el doble de patito.
—Estás bien enamorada, ¿eh?
—No digas más, ahí viene.
Contuve el aliento mientras él se acercaba a paso lento, luciendo tan atractivo, tan guapo, tan hermoso, como un modelo de revista con esos jeans rotos, un buzo verde, el cabello alborotado y una sonrisa de edad que hacen que tu ropa interior se vuelva destroza y se caiga solita.
—¿Qué diablos estoy pensando? —susurré, sin aliento.
Pero es que se veía tan irresistible…
Ethan llegó hasta el lado de mi puerta y la abrió por mí, sonriendo aún más amplio.
—Buenos días, princesa —ese saludo fue una flecha directa al corazón—. ¿Dormiste bien?
Carraspeé, ordenando mis ideas. Por su culpa me había quedado toda idiotizada con la baba escurriendo por mi barbilla.
—Sí, muy bien. ¿Y tú? ¿Buenos días?
—Dormí como un bebé, pero no de esos que molestan toda la noche y no dejan dormir, sino de esos que parecen ángeles y son escasos y duermen de corrido toda la noche.
—¿De acuerdo?
Rio, extendiendo la caja de chocolates en forma de corazón y el girasol hacia mí.
—No sé si te gusten, pero a mí me pareció que sería un lindo detalle. Espero te gusten.
—Me gustan —asentí, con el corazón tan acelerado que lo podía escuchar en mis oídos—. Muchas gracias, es un detalle muy bonito.