Creo que lloré por horas, abrazada a mi amiga. Sharleen permitió que me desahogara, sin cuestionar o preguntar nada. Cuando me sentí lista, entonces empece a contarle la canallada que me habia hecho Jarhed, tuve hasta que mostrarle e video, para demostrarle que era cierto. Ella siempre decía, que ese hombre me amaba, más que a su vida, aunque bueno a decir verdad, no la culpo. Yo también lo creía.
—Amiga, lo siento mucho, si no me muestras ese video, hubiera dudado de que todo esto era cierto y no porque no te crea a tí, sino porque jamás lo hubiera creído a él capaz de hacerte algo como eso.
—Esta bien, sé a qué te refieres— Yo tuve ue verlo como diez veces, para convencerme de que todo esto es cierto—Respondo.
—Y el muy desgraciado, ¿Ha intentado comunicarse contigo?—Pregunta, Sharleen intrigada.
—Ha estado llamando insistentemente, pero como comprenderás, no he querido contestar—Respondo.
—Tranquila nena, toda va a mejorar. Te lo prometo—Dice, Sharleen mientras me abraza.
—¿Puedo quedarme aquí, mientras consigo donde vivir? —Pregunto algo apenada— sabes que Jarhred y tú son lo único que tengo, bueno em em caso de él que tenía, porque ya no lo es más.
—Amigocha el lugar es pequeño, pero cabemos perfectamente las dos. No es tan lujoso, ni confortable; como el lugar donde vivías, pero si eso no te molesta, aquí puedes quedarte y no necesitas buscar donde vivir esta es tu casa—Responde Sharleen.
—Gracias—Digo, mientras ahogo el llanto.
—Vamos, te muestro la que será tu nueva habitación— agrega, Sharleen poniéndose de pie y jalándome de la mano, para llevarme con ella.
—Debes descansar—Dice Sharleen, mientras recoge el plato, aun tiene la mitad del emparedado, que me trajo para comer—¿Sabes?, la comida no tiene la culpa, de lo que hizo el idiota ese—Mira al pobre enparedadito, estaba ansioso de que lo devoraras y tú, le hiciste la despreciación.
—Lo siento, pero no tengo hambre—Respondo.
—Entonces duerme, mañana te sentirás mejor, Daniela.
Mi amiga se despide y me deja sola, en la pequeña habitación, sin darme cuenta mis ojos empiezan a escocer y un segundo después, no puedo parar de llorar.
Siento, como si todo esto fuera una pesadilla, una horrible pesadilla, de la que quiero despertar y encontrarme al lado de Jarhed, abrazada a él y en la que hasta hace poco era nuestra cama.
No puedo entender, como una persona a la que le has dado tanto amor, respeto, fidelidad, con quién has sido incondicional, al que le has mostrado tuejor versión, las más auténtica, la más leal, puede hacerte algo como esto. Es que hubiera agradecido, que a menos hubiese tenido los pantalones de decírmelo, de comunicármelo, pero no; ni siquiera para eso fue lo suficientemente machito. Es que siento que he estado enamorada de un espejismo, de una persona que no existe. Hubiese sido capaz de meter las manos al fuego, por el amor que Jarhed, decía sentir por mí, hubiese apostado hasta lo que no tengo, por este amor que yo creía era real.
Las imágenes de la lujosa boda, se repiten una y otra vez en mi mente, causándole una dolorosa opresión en el pecho. Sé que algún día, tendrá que dejar de doler, pero hoy duele, como si se me estuviera desgarrando el alma.
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Levanto a mi madre en mis brazos y me dirijo con ella hacia el elevador, mientras escucho a mi padre, marcar al novecientos once, para pedir una ambulancia. Mamá, está está inconsciente.
Las puertas de la caja metálica se abren, permitiéndonos salir de ella, cuando la hacemos la ambulancia, está arribando a la entrada del hotel. Los paramédicos, bajan del vehículo apresuradamente, y me interceptan para tomar a mi madre y colocarla en la camilla, empiezan a darle los primeros auxilios, frente a la mirada expectante de mi padre y mía.
—Todo esto es tu culpa—Dice mi padre, en un tono bajo, pero que alcanzó a oír perfectamente— no puede ser, que esa maldita mujer, te importe más que tu propia familia —Espeta molesto.
Solo lo miro, prefiero no responder. Me preocupa más el estado de salud de mi madre, que las insolencias de mi progenitor.
Mientras atienden a mamá, saco mi teléfono y llamar a Dayana, para ponerla al tanto de lo que esta pasando, un par de minutos después, la veo aparecer en el lobby, llorando desesperadamente.
—¿Qué le pasó? —Grita Dayana, intentando llegar, hasta los paramédicos, que aún atienden a mamá.
—Sufrió un infarto—Contesta uno de ellos, sin dejar de prestarle los primeros auxilios a mi madre.
Los paramédicos, suben a mamá en la ambulancia y me permiten ir junto a ella, para acompañarla en el camino hacia el hospital, mientras mi padre solo observa todo con una expresión extraña en su rostro, mientras está de pie en medio del lobby del lujoso hotel, junto a mi hermana.
—Los vemos allá— dice Dayana en medio del llanto, mientras nos ve partir en la ambulancia.
Tomo la mano de mamá y empiezo a besarla con desesperación. No te mueras, mamá; por favor no, digo empezando a llorar como si fuera un niño de cinco años, que lo quieren alejar de su madre.
El vehículo que nos transporta, se mueve a toda velocidad y yo solo ruego, porque lleguemos a tiempo al hospital.
Dayana Hamilton
—Vamos al hospital papá—Digo en medio del llanto.
—Ve tú, yo prefiero quedarme—Responde él.
—¿Qué?, mi madre tuvo un infarto y no piensas ir al hospital—Espeto furiosa.
—Soy un hombre mayor, mi niña—Tambièn debo cuidar mi salud, no creo que quieras que yo también termine en un hospital—Responde mi padre.
Su argumento no me convence, si bien es cierto Aryan Hamilton es un hombre de unos cincuenta y tres años, tiene una condición física y de salud envidiable, para mi hermano y para mi, no es un secreto que mi madre y él, solo estan juntos por conveniencia, pero francamente esto es como demasiado.
—Bien, has lo ue que te la gana papá—Digo molesta, mientras salgo del lugar en busca de un taxi.