Domingo
Ivanna: No creo alcanzar a llegar, cielo. Aún no termina la reunión de tu papá. Deberás irte en uber, avísame cuando llegues.
Vianey: Claro, pediré el uber y te aviso cuando llegue allá, te mandaré un mensaje mami.
Ivanna: Cuídate, nena. Nos vemos en la noche.
Vianey: Hasta luego, mami.
Cuelgo la llamada y camino hacia mi habitación para tomar mi teléfono, cartera y mi laptop. Nunca se sabe cuando se pueda necesitar, además es donde tengo mis anotaciones sobre el tema de la exposición. Antes de salir de mi habitación me veo en el espejo, llevo puesto una camisa blanca y suéter amarillo color mostaza. Una falda de color negro y medias del mismo color. Lo combino con unas zapatillas blancas.
Suspiro después de verme al espejo. —Hermosa—exclamó antes de salir de la habitación.
Solicitó el uber y pasados unos minutos llega, se estaciona fuera de mi casa. Tomo mi laptop, camino hacia la puerta principal, salgo y coloco el seguro antes de caminar hacia el vehículo.
—¿Alex?—preguntó al chofer mientras me inclinó un poco por el vidrio del lado del copiloto.
Confirmamos los datos y subo al auto.
—Puede tomar una ruta alterna, se que hoy es día de tráfico, bueno; todo el tiempo—río ante mi comentario. Es evidente que en esta ciudad todos los días es de tráfico, parece costumbre.
—Perfecto, llegaremos pronto—sonríe.
Me coloco el cinturón, mis audífonos y observo por la ventana de camino a casa de Axel. No pienso en nada, solo disfruto del trayecto.
20 minutos después...
Tocó la puerta múltiples veces. Entre los cristales de la puerta puedo alcanzar a ver qué una figura se aproxima para abrir. Es él.
—Hola—sonrió y levantó mi mano mientras le observo ahí de pie.
—Vianey, buen día—saluda mientras hace un ademán para que pase. —Pasa, estás en tu casa.
—Creo que llegue algo temprano. Los demás aún no llegan—agregó mientras estoy en la entrada de la sala y no les veo. Además que todo se escucha en silencio.
—Es normal en Alejandra y Thomas—responde mientras cierra la puerta.
—Lo se—río y exclamó por inercia, los conozco. Pero se supone que yo no debo saber eso...
El solo me observa sin mediar expresión.
—Digo que lo sé, porque parece que son chicos que su reloj gira de forma diferente, su tiempo es relativo—agregó para no dejar con inquietud.
Ríe. —Tienes razón. —Siéntante donde gustes. ¿Gustas agua, galletas o algo?—agrega mientras camina a la cocina.
—No, gracias. Estoy bien, Axel. ¿Quieres empezar con el tema de la exposición? ¿O esperaremos a los otros?—pregunto mientras me siento en el sofá y coloca la laptop sobre la mesa de cristal que está sobre el centro de la sala.
Que yo recuerde, los padres de Axel los domingos suelen salir, a veces el también se va junto a ello. Supongo que hoy desistió de la salida familiar.
Su casa siempre me ha parecido cool, su madre tiene gustos similares a mi, muy minimalista su hogar y decoración. Solo dos cuadros en la sala, uno de ellos con una fotografía en grande de Axel y su graduación de secundaria. En otro cuadro hay un paisaje. La TV en el centro de la sala y un mueble de color madera oscura, con algunos portarretratos encima del mismo.
—Esperaremos a los chicos, no quiero escuchar llorar a Thomas porque empezamos antes—responde mientras escucho que abre un paquete de galletas y toma un poco de jugo.
Yo solo sonrío y asiento. Tenía meses que no venía a su casa, aprovecho que está distraído en la cocina y camino hacia el mueble de portarretratos.
Hay fotografías de Axel con sus padres. Abuelos, salidas familiares y en una de ellas sus padres tomados de la mano en una posada del trabajo. Aunque hay otra que roba mi atención.
Sonrió al verla. Es una fotografía de Axel, y su mejor amigo, que solía ser yo.
—Ese es Luis—comenta con entusiasmo y calidez al exclamar su nombre.
Me espanta, me perdí en mis pensamientos que no le escuché llegar detrás de mio. Le lanzo una mirada atenta.
—Lindo chico... al igual que tú—coloco el portarretrato de nuevo en el mueble. —Y puedo ver que eres el orgullo de tu madre—exclamó mientras camino un poco y observo el cuadro con su fotografía.
—Ay, mi madre. Le dije que no colgara el cuadro allí, y fue lo primero que hizo, mando a hacer mi fotografía del tamaño del cuadro... y pues ahí la tienes. No me gusta mucho esa foto, no me agrada como me veo y además... pues no trae buenos recuerdos—comenta el mientras también observa la fotografía y come galletas.
—Te ves bien, Axel. Estas exagerando, si yo fuese tu madre, me sentiría orgullosa—digo para después darme la media vuelta y volver a mi lugar.
—Gracias—sonríe. —Lo cierto es que esa época de secundaria solo fue interesante y se rescata por Luis y mis amigos, de otro modo, quizás sería los peores años de mi vida—declara mientras se sienta en el sofá, frente a mi.
Yo lo sé perfectamente, fui su mejor amigo y conozco sus problemas. Pero de igual forma debo mostrarme en duda, para que el sepa que quiero escucharlo, y claro, aprovechando que tengo tiempo y no hay nadie más con nosotros.