Todo marcha bien, hasta que en la puerta y de reojo, veo una figura masculina, es Edén.
Axel se coloca de pie sin quitarle la mirada de encima. Lo ve fijamente mientras se aparta de la cama y se levanta con una pose muy imponente. Le saluda con la mirada.
—Hola, Axel—exclama Edén y al mismo tiempo me observa con una sonrisa.
Yo no se que decir. Solo me incomoda la actitud de ambos, Edén da unos pasos hacia mi y yo solo sonrió.
—Solo pasaba a visitarte, leí tu mensaje hace una hora y vine en cuanto pude—comenta mientras se acerca y yo le interrumpo.
—Agradezco tu visita. Solo que estaba hablando de algo con Axel, y me gustaría que esperaras afuera. Solo serán unos minutos, disculpa—le veo con malestar.
El sonríe y asiente. De inmediato sale de la habitación y le escucho bajar las escaleras.
—Debiste decirle que se vaya. Ya que a mi me toca ser el enfermero el día de hoy—me ve mientras toma el plato.
—Axel, no puedo decirle que se vaya... yo le conteste su mensaje en la mañana y esperaba que viniera, aunque no tan pronto—respondo mientras el sostiene la cuchara.
—¿Entonces quieres que yo me vaya?—me observa fijamente.
—No creo que quieras esperar afuera a que se vaya—encojo los hombros. —Puedes volver más tarde, si quieres yo te aviso más tarde cuando él se vaya...—afirmó mientras con algo de esfuerzo me acomodo mejor en la cama y estornudo.
Veo una expresión de molestia y desacuerdo en su rostro, aunque no dice nada.
—¡No quiero que haya problemas, es por eso! El me cae bien y es un buen amigo—sonrió. —Si haces lo que te pido, al rato dejaré que hagas tu jueguito de la cucharita—río y bailo los ojos.
—Está bien—dice victorioso. —Y me dejarás grabarte—toca la punta de mi nariz y se retira. —Nos vemos—se retira.
De forma inmediata le escucho bajar las escaleras, se despide de mi madre y acto seguido Edén sube las escaleras y llega a mi puerta. Menos mal que no discutieron, rezaba porque eso no sucediera. —Hola de nuevo—ríe. —Finge sorpresa—agrega en un tono irónico mientras camina lentamente hacia mi cama. Yo me levanto un poco y me recuesto.
—Me alegro de verte—sonrió y expreso con una voz ronca. —Lo siento—agregó casi quedándome sin aliento y sin voz.
El me ve con una sonrisa y se sienta a un costado. Aún no se quita su cubrebocas. —Y parece que te estás nutriendo bien—señala al plato de comida que mi madre me dejo hace un rato.
Asiento. —Eso y pastillas, además de una inyección... para mañana debo estar mejor—río. —No debiste venir, te puedes infectar—agregó mientras tomo un spray para la garganta.
El sonríe. —Al menos que te bese. Sería la única forma de que me pases tu virus...—dice con una voz pícara.
Yo me ruborizo. —Ese día fue hermoso—expresó felicidad al recordar.
El mira a la puerta y con un tono de voz baja exclama. —Fue el mejor día de mi vida, y mas porque estaba contigo—me ve con ternura.
Suspiro. —Fue increíble—intentó terminar con el tema y el parece entenderlo.
—¿Y te duele algo?—pregunta mientras coloca su mano sobre la sábana que cubre mi pierna.
—Además de la garganta, el cuerpo cortado me está matando—ruedo los ojos.
—¿En serio?—descubre la sábana que cubre mis piernas, por inercia me cubro rápido, solo traigo pantaleta.
—¿Qué haces?—le pregunto de forma apresurada, pero sin demostrar molestia.
—Ay, por favor. ¿Tuvimos sexo y te da vergüenza que te vea en ropa interior?—ríe y me vuelve a descubrir. —Te daré un masaje, nena—agrega mientras lentamente me quita los calcetines.
—Es que me da vergüenza... además no me he bañado...—respondo mientras deslizo la sábana a fin de que me cubra un poco y también muevo un poco mis pies a un costado de donde está él.
Comienza a masajear mis pies, pero lentamente va subiendo por mis piernas hasta llegar a mis rodillas. Después lentamente masajea mis muslos, siento las yemas de sus dedos intentar buscar mi entrepierna, solo sonrió y niego con la cabeza.
Se resigna. —Esta bien, pueden vernos...—sonríe y continúa con el masaje. —Por cierto, te preguntarás porque me comporté así con tu amiguito... tenemos un pasado, antes de que tu llegarás, ya sabes diferencias...—comenta mientras me da un masaje en el cuerpo.
Le veo con inquietud. —Es uno de mis mejores amigos. Es cool—contesto.
—¿Él que hacía aquí?—interroga mientras me observa fijamente y no deja de darme el masaje.
—Solo me visitaba, se preocupa por sus amigas—sonrío.
No responde nada. —¿Te gusta?—se detiene de darme el masaje y me observa fijamente.
No respondo nada por unos segundos, aunque debo centrarme en mi realidad. —¿Por qué preguntas?—le devuelvo la pregunta.
El solo sonríe por unos segundos—Por nada, olvídalo...
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Voy en el uber en compañía de Alejandra y Andrea. Es el día de la tan esperada fiesta, aquí habrán muchas personas que no conozco, aunque sí la mayoría de mis amigos.
Para la ocasión me vestí con zapatos de color negro, mini falda y blusa de color del mismo color.