¡ Heredero a la vista! (#2 de la saga heredero)

Capítulo 4: ¡Quiero ver a papá!

Aitana.

Tres años después.

Coloqué mis ojos en la foto de mi hijo. Y luego de hacerlo sonreí con ternura al recordar el grandioso día de aquella foto.

El nacimiento de mi hermoso hijo.

-Mami, mami. -levante mi cabeza al escuchar la voz de mi pequeño angelito.

-¿Dime cariño? -Diego corrió hasta estar al frente de mi y tras mirarme por un corto segundo volvió a hablar.

-¿Puedo dormir contigo está noche?

Lo miré con una ceja enarcada. Algo estaba tramado.

-¿Razón?

Diego hizo un puchero.

-Quiero dormir contigo mamá.

Entrecerré los ojos observando a Diego y él sin yo verlo venir se lanzó a mis brazos.

Con esto confirmaba que mi pequeño angelito deseaba algo. Así que le sacaría la verdad a besos.

Levanté a Diego del piso, para acomodarlo en mi regazo. Mi hijo se acomodo perfectamente en mis piernas y me abrazó.

-Mami... ¿Donde está mi padre?

Hay está la pregunta a la que le temía.

Diego me miró a los iris sin apartar su mirada de la mía.

E inmediatamente los nervios empezaron a atacarme.

-Yo... He...

-Quiero ver a papá, mami. ¿Podemos ir con él?

Juro que en ese justo momentos estaba por darme un ataque de pánico.

¿Como le digo a mi hijo que drogue, seduje y viole a su padre para que él estuviera aquí conmigo?

¿Como decirle a un niño de tres años que él es el resultado de mi robo de esperma? De mi crimen.

-Yo...

-Por favor mamá. Te pido que me lleves con él. Por favor...

-Diego cariño, ahora no podemos que ir con tu padre. Pero en cuanto pueda te llevaré con él.

Una absoluta mentira. Le había dicho a mi hijo una mentira porque no tengo la valentía de enfrentar a Dustin. Todavía no.

-Quiero ver a mi papá mamá. Quiero verlo. -Diego se acurrucó contra mi cuerpo.

Sin poder contenerme busqué mi teléfono.

-Te mostraré a tu padre, hijo.

Diego asintió.

Busque incansablemente en mi teléfono la foto que le había robado a Dustin de su teléfono. Y cuando la entre se la mostré a mi pequeño hijo.

-Este es tu padre Diego.

Mi hijo observó la imagen fijamente y sus ojos brillaron con gran intensidad.

-¿Papá tiene caballos?

-Si hijo. Tú padre tiene muchos caballos.

Diego dejo de mirar la imagen para colocar sus ojos en mi.

-Me gustan mucho los caballos, mamá. Llévame a conocer a papá. Por favor.

Mi hijo suplico y no me quedo de otra más que asentír.

-Pronto lo conocerás Diego. Muy pronto.

Después de la conversación que tuve con Diego no pude pegar un ojo. Me pase la noche en vela pensando en la petición de Diego.

¿Como le diré a Distin que me había embarazado tras robar su esperma y que ahora ambos compartíamos un niño de tres años parecido a nosotros?

Le di un beso a mi pequeño antes de levantarme de la cama.

-Aunque tu padre me mate, te llevaré con él. Aunque el miedo de saber cómo reacccionará me aterre, te llevaré con él.

Me levanté de la cama luego de verbalizar esas palabras. Y sin perder tiempo me dirigí al baño de mi habitación.

Observé mi reflejo en el espejo e intente sonreír pero, lo que logré hacer fue una mueca.

-Dustin, mi sexi vaquero. Me querrás matar por lo que te hice pero no me arrepiento de nada. Más bien me gustaría repetirlo. -dije sin vergüenza alguna. -Drogarte, seducirte y robar tu esperma fue lo mejor que pude haber hecho en esta vida. Qué me perdone Dios por mi pecado.

Luego de verbalizar esas palabras mientras me miraba en el espejo, me desnude y sin esperar entre a la bañera, abrí la duche e inmediatamente empezó a salir el agua.

Cerré los ojos y tras hacerlo él recuerdo de la noche que Dustin me hizo suya llegó a mi mente como si se tratara de un flashback.

Sus besos, las caricias, sus embestidas y todas las palabras sucias que me había dicho. Habían llenado mi mente y provocado en mi cuerpo un mar de sensaciones.

Extraño a Dustin, mi cuerpo lo anhela.

Ese vaquero me vuelve totalmente loca de deseo por él. Ese hombre me hace querer regresar a su rancho para volver a revivir la noche tan maravillosa que vivimos.

-Te quiero sexi vaquero. Te quiero. -susurré aún con los ojos cerrados. -Eres el único que ha logrado llegar a mi corazón, Dustin. El único.

Recargue mi cabeza contra los azulejos de la bañera, y así me quedé hasta que escuché la voz de mi madre.

-Aitana Marie Hewitt Spencer

Esta madre mía no se cansaría nunca de llamarme por mi nombre completo.

-Ya voy madre. -verbalice y la respuesta de su parte no se hizo esperar.

-Llegaras tarde a la supervisión del evento. Date prisa.

Lastimosamente Susana Spencer, es sinónimo de puntualidad. Para mí desgracia lo es.

Después de vestirme, desayunar y consentir a mi pequeño un poco. Me puse en marcha hacia el lugar donde estaba organizando un evento.






 

-Aitana, ya todo está listo.

-Nada hubiera podido estar listo si no hubiera sido por tu ayuda Marlene, gracias.

-Ombe mujer deja de agraderme. Entiende de una vez por todas que este es mi trabajo.

-Entiende de una vez por todas que para ser tu trabajo te desvives incluso más que yo. -Marlene hizo una mueca. -He pensado seriamente en cederte el título de jefa.

No digo estás palabras por decirlas. De eso estoy segura.

-Cedemé el cargo y verás como todo esto se va por el barranco.

-No tiene porque ocurrir eso, Marlene.

Ella hizo una mueca.

-Sabes muy bien que todo lo que toco se destruye.

-Sacate esa idea absurda de la cabeza porque has hecho un trabajo excelente en todo el tiempo que hemos estado aquí.

-Eso lo dices porque eres mi amiga Aitana. Pero tú muy bien sabes que todo lo que tocó se convierte en nada.




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