¡ Heredero a la vista! (#2 de la saga heredero)

Capítulo 5: ¡Heredero a la vista!

Aitana

Un nuevo día, es un nuevo dolor de cabeza.

Este hijo mío me volverá totalmente loca. De eso no había duda.

—¡Diego, te mataré! ¿Joder, como se te ocurre echar mis productos de belleza por el escusado? ¿Quieres morir...? ¡Ven acá muchacho! No ignores a tu madre... Diego....

Grité en pleno pasillo y mi hijo el santo sonrió. Y poco después él se marchó a toda prisa.

—¿Qué será lo que estoy pagando? ¿Qué fue lo que hice para merecer esto? ¿¡Qué……!?

Me agaché para recoger los envases de los productos que Diego había echado por el escusado.

Estoy pagando con creces el haber cometido el robo de esperma a Dustin. Porque ese niño que tengo por hijo es un terremoto y le falta muy poco para volverme totalmente loca.

—Prometo que lo mataré, algún día de estos te llegará la noticia. -grite cuando vi a Amaia.

Y ella no dudo en responder.

—Si no soportado al ángel que tienes por hijo, dejalo con su padre -solté los frascos de manera escandalosa y estos cayeron al suelo escandalosamente.

—Primero muerta antes de que él se lleve a mi hijo de mi lado. Para hacerlo deberá pasar por encima de mi cabeza.

»Diego conocerá a su padre pero, ni loca dejaré que lo aparte de mi lado, primero muerta antes de que Dustin Salvatierra me quite a mi hijo.

Después de estas palabras recogí del suelo los frascos y sin más me marché caminando a paso rápido por el pasillo.

Ese hombre no me arrebatará a mi hijo.

Es verdad que yo le arrebate diez millones de espermas en la eyaculación pero no por eso permitiré que él aleje a Diego de mi lado.

En cuanto llegue a mi habitación me lancé en la cama.

Cerré los ojos y el recuerdo de ese sexi ranchero se apoderó de mi mente.

—Se que me odiarás Dustin. Estoy segura de ello.

Luego de verbalizar estás palabras mi teléfono empezó a sonar escandalosamente.

En este momento odio a quien sea que esté interrumpiéndome.

Extendí una de mis manos hacia el celular y al ver el nombre que se reflejaba en la pantalla suspire.

—¿Qué desea Señor Hewitt?

—Daisha está enferma, Aitana.

Me senté abruptamente sobre mi cama.

—¿Qué le pasa?

—No quiere comer, y eso la a llevado a tener una desnutrición.

Oh, mi niña.

—¿Donde está?

—Esta en nuestra casa, hija.

¿Nuestra casa?

No, ese lugar dejo de ser mi casa en el momento en que él dijo esas hirientes palabras hacia mi.

—Ire a verla.

—Me gustaría que trajeras contigo a mi nieto. Quiero conocer a Diego -suspiré. —Por favor no me niegues la oportunidad de que él me reconozca como su abuelo.

—No vemos luego señor Hewitt.

Colgué la llamada y luego de hacerlo me levanté de la cama.

Aunque mi padre se haya comportado como un verdadero desalmado conmigo, no significa que tenga que privar a mi hijo de conocer a su abuelo.

—Aitana hija.

Coloque mi ojos en mi madre y ella entrecerró los ojos.

—¿Qué sucede ahora hija?

—Ire al racho con Amaia. Es hora de que tomé al toro por lo cuernos y que pase lo que tenga que pasar.

—Una sola cosa te advierto señorita... -la miré con atención. —Nada de seducir, drogar o violar a ese hombre Aitana. No mancilles su honor otra vez hija.

Mire a mi madre sin poder creerlo.

—¿Es enserio?

—Claro que sí -dijo ella con seriedad. —Nunca hablé tan enserio como hoy, Aitana.

Susana Hewitt entrecerró sus ojos. Y yo por mi parte rodé los míos.

—No te preocupes madre, que no volvere a mancillar el honor de Dustin. Te lo prometo.

—Eso espero.

—Aunque... Pensándolo no estaría mal repetir esas sucias acciones. -mamá negó con la cabeza mientras suspiraba. —Y en esta ocasión no habrá consecuencia.

—Es lo único que me desilusiona pero, no vuelvas a tentar tu suerte porque en esta ocasión no te salvará nadie de las consecuencias que podrían caer sobre tí.

Me acosté en cama y mis ojos se enfocaron en el techo de mi habitación.

—Se que te duele no volver a ser madre Aitana, se que te culpas por la muerte Daisha.

—Yo debí cuidarla. Ella murió por mi cobardía mamá, porque si yo me hubiera armado de valor y hubiese escapado de ese monstruo ella estaría conmigo.

—No eres la culpable hija, solo fuiste una víctima de ese maldito loco.

—Soy la responsable madre, de eso no hay duda. 

—Me tienes hasta la coronilla con lo mismo Aitana. ¡¿DE QUE MANERA TENGO QUE DECIRTE QUE NO ERES LA MALDITA RESPONSABLE?!

Uff...

La doña perdió toda la clase por mi culpa.

Este es un nuevo logro para mí.

—¿Doña, pero y donde quedó su clase y educación?

—Los mandé por el retrete donde depositas tu mierda, Aitana.

Esta mujer está enchilada desde los pies a la cabeza.

Cosas que solo puedo lograr yo.

—Madre es mejor que vallas a la cocina y que te tomes el jugo más frío que encuentres, para ver si así se te pasa el deseo de matarme porque si sigues por el sendero en el que vas terminarás dejando a mi hijo huérfano de madre.

—No me jodas Aitana.

La señora correcta tras verbalizar estás palabras se marchó a toda prisa de mi habitación.

—Por mi culpa mi madre se atrevía a tomar un paseo por la cárcel.

—¡Más te vale que no hagas una locura Aitana Marie Hewitt Spencer, porque me vas a conocer!

—No te preocupes madre, que solo haré que ese hombre pierda la cabeza. -hice una pequeña pausa tras recordar el hermoso rostro de ese sexi y apetitoso ranchero. —Aunque quizás le robe diez millones de espermas mas.

—Si él quiere que le pagues por su honor no intercederé. Si o si te obligaré a cumplirle Aitana. 

¿De que habla esta mujer?

Qué honor y que ocho cuartos.

Aquí no hay honor que pagar porque estoy segura que ese apetecible hombre no era virgen.




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