¡ Heredero a la vista! (#2 de la saga heredero)

Capítulo 7: Tomar de tí lo prohibido.

Aitana

—Mamá, mi hermana viene en camino.

Deje de preparar la merienda para mirar a Diego.

—¿Qué dices?

—Que el abuelo traera a Daisha con nosotros. Llame al abuelo para que trajera a mi hermana y él accedió.

—¿Pero, como?

—Facil mamá, tomé el teléfono de papá prestado y marque el número que el abuelo me dió para que lo llamara cuando yo quisiera. Asi de fácil mamá.

Claro, se me había olvidado que mi hijo es un niño super dotado para su edad.

Un genio como su madre.

—Eres un verdadero genio cariño -me agaché a la altura de mi hijo y bese su mejilla. —No cabe duda de que sacaste la inteligencia de mi.

—Si como no. -me ergi luego de escuchar estás palabras pertenecientes al que sera mi tormento. —Espero que Diego no saque tus malas mañas querida, porque a tí te encanta robar.

—Ya superalo. -acote para luego volver a preparar la merienda. La cuál consistía en un pastel de manzana.

Dicho sea de paso el favorito de mi pequeño monstruo.

—Papá. -sin dejar de mezclar lo ingredientes gire mi cabeza par escuchar las palabras que mi hijo le diria a Dustin. —Hable con Daisha y ella está de acuerdo en que nos den un hermano. ¿Pudes dejar a mamá panzona? Te prometo que yo ayudare a cuidarlo, lo alimentare y jugare con el para que no llore.

Lo que me faltaba.

Deje de mezclar los ingredientes para mirar a Dustin.

Por su parte el muy idiota me guiño uno de sus ojos.

Que no se atreva a…

—Esta bien hijo. Dejare a tu madre panzona, para que muy pronto tengas a tu hermano.

—Estas muerto. -verbalicé para que Dustin me pudiera escuchar.

—¡Si…! Si… Ire a contarselo a Ferdinando. -Diego se marchó a toda prisa de la cocina dejandonos completamente solos.

—¿Como quieres que lo hagamos esta vez Aitana? Quieres que te drogué o prefieres hacerlo por tu cuenta.

—Y tú que prefieres. ¿Que yo te arranqué las bolas y las coloque en mi habitación como trofeo, o que las eché en ácido?

Dustin abrió la boca para contestar pero, no llego a inquirir nada porque la voz de los abuelos de Amaia se antepusieron a la de él.

—Te dije que ya no puedes levantar.

—Y yo te dije que si me tomaba un viagra podría ponerte a ver el arcoiris del éxtasis.

Por Dios, mis oídos.

—Ni haciéndote una mamada logre que se levantará si quiera un poco. Entiénde de una vez por todas que ya nuestro carnaval pasó, dejemole esos placeres a nuetra nieta y a Aitana. Esas dos estan para hacerlo en todas las posiciones que quieran sin que los huesos le truenen. Dediquemonos a cuidar a nuestro futuro nieto y a ver como pasa el tiempo.

Dustin se atrevió a reirse captando la atención de ambos ancianos.

—Por Dios mujer, me haz dejado en descubierto. -reclamo el abuelo —¿Ahora con que cara miro a Dustin? Ese lilipendo pensaba que yo a mi edad bateaba en las grandes ligas, cuando no llego a batear ni en las minúsculas ligas.

—Deja el drama, porque no te queda.

La abuela emitió estas palabras y el abuelo hizo una mueca.

—No se preocupe que de mi boca no saldrá ni una sola palabra. -coloque mis ojos en él y los rodé al ver la gran sonrisa que mantenía en sus labios. —Aunque pensándolo bien…

—No te atrevas a decir palabras alguna Dustin Salvatierra.

—¿O que? -pregunto él y yo me atreví a sonreír.

—Creo que no te gustaría que divulgara que yo tuve que deogarte para poder entrar en acción porque por si solo no podías hacerlo.

Dustin se tensó y yo disfrute ver la cara que coloco.

He dado en el clavo.

—¡Esa es mi nieta…!

—Eso no es verdad -dijo Dustin totalmente cabreado. —Tú bien sabes que me doegaste para robarme el esperma, no porque yo no pudiera.

—Nadie te va a creer.

—Desnudate para que compruebes mi potencial. ¡A que no lo haces! -él acortó la distancia que nos separaba. —Ponte en cuatro hacerte venir a chorros.

Exitantes palabras. De eso no hay duda.

—No tengo porque hacer lo que pides Dustin. Y tampoco tengo que comprobar tu potencia.

—Dices que no tienes que comprobar mi potencia porque sabes que te dare tan duro que no podras sentarte en días, Aitana.

Tras estas palabras se formó un tormento silencio.

El cuál no fui capaz de romper porque las palabras que había dicho me habian afectado.

Como no hacerlo cuando él me prometió darme tan duro que no me podre sentarme en días.

—Ese es mi hombre, padre amado. -la voz de la abuela se encargó de terminar el terrible silencio. —Asi es que quiero un hombre… ¡Jesús Dustin, si yo no fuera una anciana juro que te enamoró para que me dejes sin poder sentarme en días. Aprovecha la oferta Aitana porque esto no se encuentra todos los días.

—Creame que no se pierde de nada, doña -inquirí y con estas palabras logre que Dustin me fulminara con los ojos. —Con decirle que yo tuve que hacer todo esa noche porque el macho aquí presente no pudo accionar. Al parecer la potencia que dice tener se fue de paseo ese día.

Al terminar de hablar sonreí. Cabreando todavía más a Dustin.

—Si mal no recuerdo esa noche gritaste con todas tus fuerzas. Quedaste afonica de gemir mi nombre. ¿O es que se te olvidó, cariño?

Ese hombre ha dado en el clavo.

Así que solo me queda cerrar la boca y tragarme todas las palabras que tenía para decirle.

—Dejare el pastel en el horno, mientras voy a cabalgar un rato. -hable dirigiéndome a la abuela. A lo que ella asintió.

Coloque el pastel en el horno y gradué la temperatura de este.

Justo cuando estuve lista para abandonar la cocina escuché la voz del hombre al que le robe el esperma.

—¿Ahora te comieron la legua los ratones?

—Si lo hicieron eso no te incumbe.

Luego de inquirir estas palabras camine hacia la salida. Pero antes de que pudiera salir el sexi hombre al que según él deshonre, me detuvo la tomarme por uno de mis brazos.




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