Aitana
—¿Es seguro comer de ese pastel? -inquirió yo me encogí de hombros. —Por que no me gustaría volver a pasar por lo que pase hace algunos años.
—Deja el drama Dustin y comete ese bizcocho de una vez por todas antes de que te lo meta por el culo. -murmure por lo bajo. Y el muy idiota sonrió.
—Cielo no conocía ese lado agresivivo tuyo.
—Te falta mucho por conocerme.
Dustin observó el pastel por un momento y poco después se llevó a la boca el primer trozo.
Lo vi saborear con gusto y en cuanto trago inquirió varías palabras.
—Pense que estaría incomible pero cuan equivocado estoy.
Le di una mala mirada.
—Si gustas te puedo preparar un bizcocho de fresas, Dustin.
Él negó con la cabeza.
—Soy alérgico a las fresas cariño. Un simple mordizco a ese pastel y tendrian que llevarme a urgencia.
No estaría mal enviarlo para el otro mundo. Pero, pensándolo detenidamente no me gustaría que ese idiota se muriera porque cohibiria a mis ojos de ver su hermoso rostro.
No quiero que muera mi dios griego.
—Mami no hagas pastel de fresa porque no podre comerlo. -replico mu pequeño mientras tomaba un poco de leche.
—Mamá soy alérgica a la fresas. -coloque mis ojos en Daisha tras ella verbalizar estas palabras.
—No se preocupen hijos míos porque no hare pastel de fresas.
—Más te vale.
Escuché a Dustin emitir estas palabras y no me quedó de otra que golpear con fuerza su pie bajo la mesa.
—Es mucha coincidencia que Daisha sea alérgica a las fresas, Dustin Salvatierra.
El mencionado se llevo un pedazo de pastel a al boca y lo saboreó con todo el gustó antes de responder.
—¿Qué estas insinuando?
—Qué esa niña podría ser tuya. Porque viéndola fijamente Diego, tú y ella se parecen muchísimo. Los tres fruncen el seño de la misma forma, tienen el mismo color de ojos y les encanta las manzanas.
—Deja de hacerte ideas mujer. Y deja de haceme dudar.
Hacerlo dudar.
Pero que maldito perro es este hombre.
—¿Con cuantas te has acostado? -él sonrió y posteriormente enarcó una ceja. —¿Con cuantas mujeres te has acostado lilipendo?
—Un caballero no tiene memoria.
Genial. Ahora este idiota saldra con eso.
—Y yo que pensaba en decirte cuántos hombre me habían hecho desfallecer de placer.
Lo vi tensarse aunque trato de disimular muy bien al seguir degustando el pastel.
No me detendré aquí, lo llevare al punto perfecto de los celos.
—¿No te interesa saber cuantas vergas he cabalgado? -susurre solo para que él escuchará.
—¿Para que tendría que interesarne saber eso?
Respondió sin mirarme. Y yo sonreí al ver que este apretaba la cuchara con fuerza.
Celos. Muchos celos esta sintiendo él en este momento.
—Dos, cinco, ocho… no recuerdo muy bien cuantos me han hecho disfrutar entre sus brazos, eso sí Salvatierra. Recuerdo a la perfección haberme entregado en cuerpo y alma con todos esos hombre.
—No me interesan tus asuntos. -bramo mientras alejabas el plato donde anteriormente degustaba el bizcocho. —Por mi puedes tener los amantes que te de la maldita gana.
Dustin dijo estas palabras para que solo yo pudiera escucharlas.
Y yo como la muy cínica sonreí.
—Gracias cariño, se que muy en el fondo eres comprensible.
El hombre me dio una mala mirada.
Eso es la representación del deseo que matar a cada uno de los hombre que según yo me han tocado.
¡Ja! Si él supiera que de los dos hombre que han habidos en mi vida él es el más especial. Es quién deseo que vuelva a comerme toda, saborearme y llenarme de él. Anhelo volver a estar entre los brazos de él.
—Necesito ir al pueblo.
Inquirió él sin mirarme.
—Pues ve, ¿que estas esperando?
En esta ocasión el coloco sus ojos en mi. Y poco después él levantó la mano que estaba atada a la mia por las malditas esposas.
—Pues tú me tendras que acompañar.
Negué con la cabeza.
—No.
—Si.
—No.
Él siguio insistiendo y no me quedo más que fulmianrlo con mis iris.
—Quitame esas esposas Dustin.
—No.
—Papá, mamá ya terminamos. ¿Podemos ir a ver a Ferdinando?
—Claro campeón. Pero eso sí... Cuida a tu hermana y no sueltes su mano por ningún motivo. Sabes muy bien que si al sueltas otro niño te la puede robar y no queremos eso. ¿Verdad?
Diego se levantó de la silla y tras hacerlo extendió su pequeña mano hacia Daisha, quien tomo la mano sin dudar.
—Te prometo que no soltare a mi hermana. La cuidare para que nadie se la lleve de nuestro lado. -luego de estas palabras Diego le dió un beso en la mejilla a Daisha.
—Entonces vayan a ver a Ferdinando.
Al escuchar estas palabras ambos niños se marcharon tomados de las manos y yo me emocioné tanto al ver la escena que una lágrima salió de mis ojos.
—Criare a Diego para que ame con locura a su hermana, para que no la suelte en los momentos difíciles y para que siempre este presente cuando ella lo necesité. Hare de mis hijos la mejor versión de mi, hombres amorosos y protectores con sus hermanas.
Sin duda alguna él es el mejor padre que mis hijos pidieron tener.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo. -acoto mientras acariciaba mi mejilla. —Y también te prometo siempre estar hay cuando me necesites Aitana.
Desvíe mis ojos tras recordar esa fatidica noche donde condene a mi hija a morir.
Si Dustin hubiera estado conmigo mi bebé estaría aquí. Si él hubiera estado en ese momento todo sería diferente.
—Espero que puedes cumplir tu promesa Dustin.
—Dustin hijo mío, Nazaret te está esperando impaciente. Ve y resuelvele antes de que venga a buscarte al racho.
—¿Nazaret? ¿Quien es ella?
—Ella me dijo que te cortará el pene si no vas a verla muchacho ingrato.