Aitana.
En cuanto aparque la camioneta en el rancho Dustin empezó con la sarta de cosas que tiene para decir.
—Por tu maldita culpa perdí a dos clientas importantes, maldita sea Aitana. Ahora como hare para convenser a esas mujeres.
—Si ese es el problema enviaré a buscar los sacos que querias a la capital y el café que produces podemos venderselo a un amigo.
—¿Crees que es la forma de resolverlo?
—Si, no veo el problema. -inquirí mientras me miraba en el espejo retrovisor de la camioneta. —Veras que será mucho mejor que comprarle el abono a esa mujer. Y ni se diga de vender el café, veras que todo marcha viento en popa.
—Me tienes…
Coloque mis ojos en él.
—Se que te tengo loco de atar cariño, no tienes que decir nada.
—Me tienes hartó.
Me llevé una de mis manos al corazón, claramente haciendo drama por esas palabras.
—No solo arruinaste la amistad que tenía con Nazaret, si no que también te encargaste de extropear mis negocios.
—Quien te oiga pensara que soy la maldita villana en este maldito cuento Salvatierra. -bufe molesta y él golpe la guantera. —Si hay un culpable en todo este embrollo ese eres tú, porque quien me coloco estas malditas esposas fuistes tú, quién me obligó a ir al pueblo fuiste tú y quién dejo que esa mujer te tocara fuiste tú. ¡GRANDÍSIMO IMBÉCIL…!
—Claro… Ahora te limpias las manos al echarme toda la cumpla a mi. Eso si que no lo voy a permitir Aitana. Porque muy bien sabes que toda la culpa la tienes tú por se una celosa empedernida. La culpa es tuya. ¡GRANDÍSIMA LOCA…!
Esto sonara bastante raro pero esas palabras se escucharon tan sexis.
—Irias y te disculparas por tu arranqué de histeria con Nazaret o atente a las consecuencias Aitana.
—Por nada del mundo ire a hablar con esa mujer. Y ni tú ni nadie me obligara a hacerlo.
Él se atrevió a sonreír y esa sonrisa me advirtió que nada bueno iba a suceder.
—Si no quieres que yo mismo te denuncie por golpear a Estela más te vale que hagas lo que te dije, porque de lo contrario pasaras varios meses encerrada por agredir a una dulce y pacífica cuidada. Y no es por asustarte cariño pero Estela es hijastra del comandante en jefe de la policía.
¿A donde me viven a meter? ¡Jesús!
El hombre me salió un maldito manipulador de primera pero yo no le dare el gusto de verme asustada por sus palabras.
—Si ese juego quieres jugar entonces tocara que yo mueva mis fichas Dustin, porque tú no eres el único que puede manipular. -volvi a colocar mis ojos en el espejo retrovisor y sonreí al verme intacta. —Si no quieres que arme un escándalo del tamaño de este planeta dejaras de chantajearme.
—¿A ver que te inventaras en esta ocasión?
—Puedo arruinarte al alegar que me levaste al pueblo para que tus mujeres me golpearan. Que esposaste una de mis manos para que no pudiera defenderme y no conforme ayudaste a tus zorras para que yo quedará como la mala. Y a eso le podemos agregar que quieres que me disculpé con ellas para que terminen lo que empezaron.
Él me brindó una mirada fulminante, a lo que yo sonreí.
—Eres una arpía.
—Lo se, y soy la mejor en su especie. Ahora vamos que tengo que alimentar a mis retoños, bañarlos y llevarlos a dormir.
—Me las pagarás muy caro Aitana, te lo juro.
—Cuando quieras y donde quieras te pago, cariño.
Luego de verbalizar estas palabras me dispuse a desmontarme de la camioneta, arrastrando a Dustin conmigo.
—¿Me quitas las esposas?
—Eres un peligro con ellas puestas imaginate si no la hubieras tenido.
—Si no las hubiera tenido de seguro tú amiga no solo tendría las extensiones fuera de su cabeza.
—No te demando por mis hijos, ten eso seguro.
Me encogí de hombros y eso paracio no gustarle.
—Y yo no te rompo todos los huesos por esos dos pequeños angeles que tengo por hijos. Dale gracias a Dios que ellos nos unen porque con lo que me hiciste pasar el día de hoy merecias un buen truene de huesos.
—Maldita loca.
—Maldito imbécil. -verbalicé cuándo estabamos en el umbral de la puerta del rancho. —No te voy a volver a repetir que me quites las esposas Dustin. Hazlo y acaba con esto de una vez por todas.
—No lo haré. -inquirió y no me quedo más que maldecir entre mis adentros.
Te lo pedí a las buenas y no quisiste, entonces sera a las malas. Dije para mi misma mientras ataba los cabos del plan que llevaré a cabo esta noche. Porque con este mal sabor en la boca no me quedo.
Dustin Salvatierra pagara por esposarme a él como si yo fuera una criminal.
—Si te niegas a quitarme laa esposas, ¿entonces como nos ducharemos?
—Eso se resuelve fácil cariño. -el lilipendo se colocó delante de mi con una sonrisa macabra en sus deliciosos y apetecibles labios. —Nos ducharemos juntos, porque tanto yo como tú conocemos a perfección nuestros cuerpos. No hay que tener vergüenza por un simple baño.
No es vergüenza estúpido es que si yo lo veo como Dios lo trajo al mundo sera difícil gritarle a la puntería que no se coloque como la perra que es. Dije en mi mente y luego de pesar en esas palabras sienti como el sudor bajaba por mi espalda.
—¿Me tienes miedo Aitana? Hace un momento atrás me hiciste creer que eras la madre de las arpías, pero ahora te asustas por un simple baño.
—¿Quién te dijo que yo estoy asustada?
—Tú expresión corporal lo dice.
—Genial, ahora te dedicas a leer expresiónes corporales. No sabía que eras multifacetico Salvatierra. Cada día me sorprendes más.
—Soy un todologo. ¿Es que no lo sabías?
Abri mi boca para responder pero antes de hacerlo la voz del abuelo se antepuso a la mía.
—¿Comprobaste que esa mujer a la que quieres como tu esposa es una joyita?
—Ya no me quedan dudas de tus palabras abuelo, porque presencie lo que esta loca es capaz de hacer.