Ilario
Observe y acaricie la foto de Aitana.
—Desde un principio debiste ser para mi. -susurre. —Yo te habría cuidado para que nada mal te pasara. Habría enfrentado a Eleazar por tí.
Deje de observar la foto cuando escuché la voz de la inescrupulosa mujer a la que me aliado.
—No se que le ves a esa mujer tan simple y ordinaria.
Mis manos picaron por vaciar mi arma contra ella.
Pero no puedo hacerlo porque la necesito para que aleje a mi flor de ese anatema de Dustin Salvatierra.
Estábamos aliados por un bien común.
—¿Qué quieres?
—El plan fallo.
Al escuchar esas palabras algo ardio en mi.
En un arrebato de ira me levante de la silla con rapidez logrando que la silla se callera.
Tomé el arma de la pretina de mi pantalón, le quite el seguro y se la coloque a esa víbora en la sien.
—¿Por qué fallo si planeamos todo para que saliera perfecto? ¡Dime…!
—La dosis que me dijiste que le echara casi logra matar a Dustin.
—¡¿Qué estupidez hiciste?!
La mujer temblo levemente y yo disfrute al verla.
—Le coloque todo el polvo que me diste.
Cerré los ojos y el deseo se matarla volvió a surgir en mi.
—Te dije solo una poca porción, no que le echaras todo el maldito polvo a ese idiota.
Mi mano libre la coloque en el cuello de ella e hice un poco de presión. Cohibiendole la entrada de aire.
—Deseo matarlo pero, no con una simple sobre dosis. A ese le quiero llenar el cuerpo de plomo.
—Suel…tame. -inquirió mientras se removia para soltarse de mi agarre.
—Solo tenias que hacer una cosa bien pero ni para eso sirves.
Lucía Fernanda se removió y trato de golpearme pero yo se lo impedí.
—Tenias que hacer las cosas bien o no hacerlas.
Acerqué mi boca a su oído y sin perder tiempo susurré varias palabras.
—Eso me deja saber que solo sirves para una sola cosa. -aprete su cuello un poco más, cortándole por completo la entrada de aire. —Solo sirves para que te usen y desechen como la basura que eres.
Luego de decir estas solté su cuello.
Y ella empezó a toser de manera desenfrenada.
—Cuando te marches cierra la puerta.
Lucía Fernanda en un ataque de ira me lanzó un jarrón, el cual yo logré eludir.
—Si no quieres aparecer destripada y con una bala en el cráneo no tienes tu suerte piccola puttana.
Después de verbalizar estas palabras empecé a caminar hacia la habitación de él.
—Se puede decir que tienes los dias contados Lucía Fernanda. Te llegó la hora.
Verbalice para luego llevar una de mis manos al arma.
—Tú negligencia te llevará a la misma muerte.
Camine por el extenso y lujoso pasillo por unos minutos hasta que estuve al frente de la puerta de él.
Justamente cuando iba a tomar el pomo de la puerta escuché dos voces en la habitación.
—Tío, quiero ir con mi mamá.
—Dana cariño, ahora no puedo llevarte con tu mamá.
—¡QUIERO A MAMÁ! -demando la pequeña.
Me atreví abrir silenciosamente la puerta. Y en ese preciso momento la pequeña hizo una rabieta de todo el tamaño.
Esa niña saco lo peor de sus padres.
Ella ante mis ojos es el futuro dolor de cabeza de ese maldito idiota. La verdadera diabla.
—¡QUIERO VER A MI PAPÁ!
Aprete el pomo con fuerza luego de escuchar estás palabras.
Su padre debo ser yo.
—Dana.
—Quiero conocer mis hermanos, a mami Aitana y a mi papi Dustin.
—Dustin. -dije entre dientes y la ira fue tomando poco a poco posición de mi.
Sin importar que ambos en la habitación se enteraran que estuve escuchando detrás de la puerta, entre en la habitación.
—¿Qué has dicho niña del demonio?
En cuanto él coloco sus ojos en mi, tiro con fuerza del brazo de la pequeña y la coloco detrás de él.
—¿Qué crees que haces? -pregunto él observándome fijamente.
—¿Por qué ella sabe de la existencia de ellos?
—Porque yo le conte de su familia, ¿o es que piensas que ella en verdad es tú hija?
Ella es mi hija. Es de Aitana y mía.
Dana es el retoño de nuestro amor.
—Dana es el producto del robo que Aitana cometió -dijo entre labios solo para que yo lo escuchara —Ella es la melliza de Diego. El hijo de Aitana y ese hombre Salvatierra.
—Ella es mi hija.
Él negó con la cabeza.
—Dana no lo es y nunca lo será.
En cuanto escuché esas palabras mi mano pico por tomar el arma y descargarla en su cuerpo hasta que ya no quede ninguna munición.
Él llevo sus ojos a mi cintura y sonrió con altanería.
—Muy bien sabes que si te atreves hacerme algo no saldrás vivo de este lugar, amigo.
Este anatema me tiene en su poder. Y eso es algo que detesto.
—Ya es tiempo de que ella se reúna con ellos.
—No. Ella es mía, Dana es mi hija.
—Ya he lastimando mucho a quién no tuvo la culpa de nada por mucho tiempo. Así que ahora llego el momento de retirarme Ilario. La dejare ser feliz, dejare que ella tenga lo que yo nunca tuve.
Él no puede retirarse. Él tiene que ayudarme a que ella sea solo para mi. Mi esposa, mi mujer, la madre de mis tres hijos.
Daisha, Diego y Dana deben crecer en un hogar donde estemos todos juntos. Porque yo soy su padre.
—Mañana es el cumpleaños de Diego y Dana, mañana reuniré a toda la familia. Y me importa un comino si tú no lo apruebas.
Forme mis manos puños.
Sobre mi cadaver ellos seran felices. Ese maldito de Dustin no se quedará con lo que es mío.
Porque Aitana es mía, solo mía.
—Ah y otra cosa. Se que le pediste al médico de cuarta que la realizará a Aitana una salpingoclasia. -me tensé en sobre manera luego de escuchar estas palabras. —¿Pensaste que yo iba a dejar que le hicieras eso? No amigo…… te equivocaste.
Entonces eso quiere decir que si esos dos están juntos cogiendo como conejos existe una gran posibilidad de que ella este albergando en su vientre a un nuevo Salvatierra.