¡ Heredero a la vista! (#2 de la saga heredero)

Dustin Salvatierra.

Dustin.

Abrí los ojos esperando encontrar a mi hermosa prometida en el lado derecho de la cama con el pelo esparcido y con su diminuta y sexi pijama. Pero no… en vez de eso me encontré una maldita nota color rosa en la almohada de Aitana.

Tomé la nota entre mis manos y tras leerla maldije.

Vuelvo en rato.
Un beso en tu sexi culo.
Aitana.

Ese mujer del diablo se marchó a encarar a ese idiota.

Me levanté con rapidez de la cama y como tengo la peor suerte de este mundo caí de brunces contra el suelo. Golpeándome fuertemente la frente.

—Maldita seas Aitana.

Emití estas palabras cuando hice el intento de levantarme pero como si no fuera poco volví a caer.

—¡Joder…!

—Dustin. ¿Qué haces?

Levanté la cabeza y me encontré con la mirada de Alexander.

—¿Qué crees que estoy haciendo estupido?

—No se… Quizás estas pidiéndole a Dios que te libre de esa mujer. Porque esa mujer que tienes es el mismo diablo.

—Te equivocas hermano. Estoy aquí haciendo ejercicio.

Alexander enarcó una ceja.

—¿Ahora que hizo esa mujer?

Suspire y trate de levantarme pero otra vez volví a resbalar.

¿Qué es lo que sucede hoy?

—Debes de tener cuidado porque el día de hoy tienes todas las de matarte por tu propia cuenta hermano. -inquirió Alexander mientras caminaba hacia mi. —¿Ahora dime que hizo tu mujer?

—Se fue a comparecer ante ese idiota sola. ¿Sabes lo que es eso?

Ya tengo un plan en marcha, porque algo me gritaba que ella iba a hacer algo como eso. -Alexander me ayudó a levantar y cuando estuve de pie maldije. —¿No pudiste encontrar a una mujer más dócil?

—Espero que la mujer que encuentres sea una tierna corderito. Porque si te llega a salir una fiera con sed de sangre sabras lo que es el karma.

Tras escuchar estas palabras Alexander soltó el agarre que mantenía en mi cuerpo.

—Lastimosamente esa mujer ya apareció. Y dejame decirte que es todo un corderito conmigo. No da problemas y siempre esta dispuesta a darme cariño. Es la palabra dulzura hecha mujer.

Entrecerré los ojos.

—No te creo ni papa, Alexander.

—Problema tuyo.

Dijo restándole importancia a sus propias palabras.

Y antes de que podamos verbalizar más palabras uno de los hombres de Alexander entró a la habitación.

—Señor, la dama rompió todos los vestidos y accesorios que dejo en su habitación. Y la cereza del pastel es que intentó escapar y en su intentó rompió la escultura de mármol que tenía de su madre, teniente.

—¿Estas seguro de que es todo un corderito contigo? ¿No da problemas y siempre esta dispuesta a darte cariño? ¿Es la palabra dulzura hecha mujer? Creo que hablaste muy rápido hermano.

Sonreí por primera vez en este día.

Y que mejor que burlarme de mi querido hermano.

—Y me falto decirle teniente, que la dama juró que le rebanaría el cuello en cuanto lo tuviera frente a ella.

—Solo me queda desearte suerte con esa potra salvaje.

—Vete a la mierda. -dijo antes de salir despavorido de la habitación.

¿Qué hare para encontrar a Aitana?

—Cuando te encuentre Aitana te dare unas buenas nalgadas.

Dije antes de caminar hacia mi cuarto de baño.

Y como la mala suerte me acompaña el día de hoy resbale cayéndome de culo.

—¡Aitana, te voy a matar…! -exclame con todas mis fuerzas y un segundo después la madre de Aitana entro a la habitación.

—¿Dustin que te sucede?

—La loca de su hija se marchó. Fue a ver a ese hombre.

Susana se llevo una mano a la boca.

—¡No…!

—Si, señora. Esa enajenada que tiene por hija fue a meterse a la boca del lobo. 

—Aitana logrará matarme.

—Ya lo sabe. Y cuándo lo logre bailara sobre nuestras tumbas.

La pobre madre de Aitana asintió.

Y justamente cuando iba a levantarme del piso volví a resbalar. Y en esta ocasión me golpee la rótula.

—Señor, tenemos un plan para traer de vuelta a su esposa.

Coloque mis ojos en Hugo. Y este enarcó uan ceja al verme en el suelo.

—¿Necesita ayuda?

—Claro que no. ¿Es que no ves que estoy examinado el piso?

Hugo rodo los ojos y se acercó a mi.

—Deja de tu maldito sarcasmo Salvatierra.

—Y tú deja de…

—Hablar como un loro -dijo por mi, ganándose una mirada fulminante de mi parte. —Centremos nuestra atención en lo que verdaderamente importa Dustin, y eso es la señora. Su mujer, Aitana.

—Señora Susana le pido perdón por lo que voy a decir pero tengo que verbalizarlo porque si no lo hago voy a explotar. -la señora hizo una mueca. —Esa mujer que la llama mamá me tiene harto. Aitana me tiene en la cúspide, estoy al maldito límite. Es que no se como pude caer en sus malditas y peligrosas garras.

—No te preocupes hijo, que en muchas ocasiones Aitana ha sacado lo peor de mi.

Hugo me ayudó a reincorporarme.

—¿Sabe usted donde puede estar ese maldito hombre?

—No tengo idea hijo.

—No te preocupes Dustin, porque a como de lugar encontraremos a la señora.

—Gracias por tus palabras de aliento Hugo. Pero no las necesito.

El mencionado soltó el agarre que mantenía sobre mi cuerpo y yo como pude me mantuve de pie.

—Amaneciste insoportable, de eso no hay nada de duda.

Tras Hugo decir estas palabras se marchó con mucha prisa.

—¿Insoportable yo?

—En eso tengo que darle la razón a Hugo hijo.

—¿Usted también?

—Tengo mucha base para solventar mis palabras muchacho. Porque un pajarito me dijo que después del robo de esperma te pusiste insoportable y solo te calmaste cuando mi hija regreso. -ella sonrió. —No tenerla te vuelve loco Dustin, no volver a pelear con ella te llena de miedo y que ella se marche algún día podría lograr que sacaras la bestia que quemaría todo esto, solo para que ella vuelva a tus brazos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.