Aitana.
Cuando Nicolás aparcó el auto al frente del rancho sonreí al ver Ahianna plácidamente dormida entre mis brazos.
—Señora.
—¿Dime Nicolás?
—¿El doctor le explicó que la pequeña lleva cuidados extra?
—¿Como la sabes?
—Yo tuve un hijo prematuro -él apretó los puños con fuerza alrededor del volante. Tras confesarme esas palabras —Su llegada cambio todo a mi alrededor y estaba decidido a ser el mejor padre para él, lo amaba con todo mi corazón y no deje hacer contacto piel con piel con él. Todo con tal de que resistiera pero, no. Mi hijo murió ocho días después, por la maldita culpa de esa mujer.
—Ella…
Nicolás interrumpió mis palabras.
—Le agradecería que no tratara de disculpar a esa mujer, porque nada de lo que diga me hará de cambiar de parecer.
Nicolás se bajo del vehículo sin dejar que le dijera que ese pequeño no murió y que esa mujer que desprecia con todo su corazón, ha sacado hacia delante al pequeño sin la ayuda de nadie y peor aún dejo de lado a su familia por defender a capa y espada al pequeño.
Marlene fue una excelente madre canguro, tal y como yo lo sere.
Compartiré mi calor corporal con Ahianna para que ella pueda desarrollarse por completo.
—Bienvenidas sean a su hogar. -inquirió el enviado del diablo luego de abrir la puerta.
—Muchas gracias por todo Nicolás.
Él coloco sus ojos en la pequeña y sonrió.
—Es un placer servirle señora.
Acepte la mano que Nicolás me extendió y baje de la camioneta.
—Ayudame por favor a entrar parte de las cosas que compre para la bebé, Nicolás.
—Entendido señora.
Tras asentir empecé a caminar hacia mi hogar. Y justamente cuando estuve en el umbral de la puerta escuché un alboroto dentro de la casa.
—Eso no va allí. Hugo maldición no me hagas enojar.
—¿Entonces donde rayos quieres que lo coloques? ¿Me lo meto por el culo?
—Hugo. ¡Que es nuestro patrón.…!
Dustin, Hugo y Norma. Se encontraban en plena sala tratando de organizar la decoración.
—No me hagan enojar más de lo cabreado que ya estoy, porque soy capaz de destrozar esta maldita farsa.
—¿Quiere destrozar todo esto después de que casi dejo mis bolas organizando este lugar?
Dustin enarcó una ceja luego de escuchar esas palabras de parte de Hugo.
—Hugo, no le des cuerda al patrón porque si se enciende a hablar como una cotorra nadie podrá apagarlo.
—¿Dónde quedo el respeto que me merezco? Acaso olvidaron que soy su patrón.
—El respeto se fue a coger porque no valió la pena estar sujeto a ti.
¿Qué rayos esta pasando con Hugo?
—¡Hugo…!
El mencionado hizo una mueca.
—¿Por qué me mandas Norma? -la mujer observó fijamente a Hugo antes de agachar su mirada. —¿Es que no recuerdas que me dijiste que no mantuviera contacto contigo?
—Es que yo…
La pobre muchacha negó con la cabeza antes de salir corriendo del lugar.
Algo debe etar pasando. Y ese algo lo averiguare a como de lugar.
—¿Qué rayos crees que estás haciendo?
—¿Qué crees tú que estoy haciendo?
Respondió Hugo para después lanzarle un globo.
—Esa actitud no me gusta Hugo.
—Y a mi eso me importa un pepino.
Después de estas palabras le lanzo el artefacto con el que se inflan los globos.
—¡Hugo…! Si te vas considerate despedido.
Dustin al ver como capataz lo ignoro, golpeo el piso con fuerza y soltó un grito de frustración.
—¡Ahh…! Maldita mujer, maldita amenazas, maldito sea el día…
—¿En que me follaste?
Dije haciendo acto de presencia.
—A-aitana…
—¿Por qué tartamudeas Dustin? ¿Es que acaso has visto el diablo?
—No he visto al diablo, pero estoy viendo a su mujer.
Hice una mueca y justo antes de poder hablar Dustin coloco sus ojos en Ahianna.
—¿Es ella?
—¿Claro o es que esperas que traiga más bebés?
Él se encogió de hombros.
—Por mi puedes hacer lo que te de la maldita gana.
—Cuidado con lo que dices Salvatierra.
Dustin tomó asiento en el sofá y yo me acerqué a él.
—Dustin nuestra hija necesita muchos cuidados y una excelente alimentación.
—¿Y yo que pinto en todo eso?
—¿No escuchaste la palabra NUESTRA?
El ranchero coloco los ojos en la pequeña y no dudo en apartarlo con rapidez.
—Te dije lo que pienso de ella, Aitana.
—Y yo también dije lo que pienso.
Tomé asiento al lado de él.
—Observala, enamorate de ella y decide ser el padre que ella tanto necesitará.
Dustin apretó la mandíbula, pero aún así coloco sus ojos en Aihanna.
—Yo tengo miedo. Me aterra ser colo el hombre que me crio Aitana.
—Tú no eres como él, mi amor.
La pequeña se removió entre mis brazos y un segundo después abrió sus pequeños y hermosos ojos.
—Tú puedes Dustin. Juntos podemos ser los padre que Ahianna necesita.
—No quiero lastimarla. -mi hombre dijo estas palabras sin apartar la mirada de Ahianna. —No puedo…
Dustin se levantó del sofá como si este le quemara y se alejo caminando con bastante rapidez.
Ahianna se volvió a remover entre mis brazos y empezó a llorar.
—No te preocupes Ahianna. -bese dulcemente la cabeza de la pequeña. —Que tu tendras el amor de Dustin, de eso me encargaré yo.
—Señora ya coloque en la habitación laa pertenecías de la niña y deje instalada la cuna.
—Gracias Nicolás.
—Estoy para servirle mi señora.
—Puedes tomarte el resto del día libre.
—No lo necesito señora.
Inquirió antes de marcharse.
—Que hombre más terco, por Dios.
La niña volvió a llorar pero esta vez más fuerte.
—Que genio pequeña… Te preparé tu leche porque ese mal genio solo se calma con leche, pequeña mía.