Aitana.
Sentí que iba cayendo desde gran altura, sentí como el pánico se apoderaba de mi vida.
Sentí tantas cosas en este instante que por miedo cerre los ojos con fuerza.
Me abrace a mi misma y espere pacientemente a que todo pasara.
Todo va a estar bien.
Todo va a estar bien.
Todo va a estar bien.
Repetí constantemente mientras seguía cayendo. Y de un momento a otro sentí mi espalda chocar contra algo muy suave. Era una especie de manta super suave.
Abrí mis ojos y mi sorpresa fue bastante grande al darme cuenta de que estaba en el rancho, especialmente en la habitación que compartía con Dustin.
Me levanté de la cama y tras hacerlo una gran luz llamo mi atención.
La observé detenidamente y poco a poco la luz se hacía más fuerte.
Cerre los ojos cuando no pude mantenerlos abiertos, y una fuerte y fresca brisa chocó contra mi rostro. Abrí los ojos e inmediatamente una hermosa imagen de un frondoso árbol se colo por mi retina.
Me acerqué a la ventana para visualizar mejor el hermoso árbol.
Me fue inevitable no suspirar ante la magnificencia del árbol.
—Que hermoso eres.
Susurre y tras yo hacerlo un grupo de animales exóticos se posaron sobre una de las ramas del magnífico árbol. Haciéndolo ver más hermoso de lo que ya era.
En total eran seis animalitos, pero dos de ellos eran más pequeños que el resto.
Los dos pequeños pajaritos volaron hasta detenerse en la venta.
Y yo extendí mi mano hacia ellos y sin dudarlo los pajaritos se posaron en ella.
—Son hermosos.
Susurré mientras los acariciaba y ellos empezaron a frotarse contra mi mano.
Sonríe y de un momento a otro los pajaritos tomaron forma humana, antes de que ellos se resbalaran de mis manos los pegué a mi pecho.
Y el gimoteo de uno de ellos llamo mi atención por completo.
Detalle a los pequeños cautelosamente y me sorprendí al ver el gran parecido que tenían con Dustin.
—Aitana.
—Mamá.
—Mami.
Levanté mi cabeza luego de escuchar claramente la voces de Duncan y de mis tres hijos. Y mi sorpresa fue bastante grande al ver a todos sentados en lo que fuera una casa del árbol.
—Te amo, mi amor.
—Dustin.
Susurré y el deseo de correr hacia él me gano.
—Mamá, ven con nosotros.
Trate de moverme pero el llanto de los bebés me hizo detener.
Alterne mis ojos entre los pequeños y Dustin.
Y aún sin poder luché para llegar hasta el hombre que amo.
Cargué a los pequeños como pude y me encaminé hacia la puerta, la abrí como pude y camine decidida a llegar hasta donde estaban ellos esperándome.
Baje las escaleras con cuidado y justo cuando iba a caminar hacia la salida detuve mis pasos abruptamente tras ver como todo estaba siendo consumido por la oscuridad.
La desesperación de saber que no podría llegar hasta Dustin me hizo derramar varías lágrima.
Y resignada caí de rodillas en el suelo.
—Si llega el momento en que tengas que rendirte yo estare allí para darte la mano y levantarte, Aitana.
Alce mi cabeza y mis ojos se colocaron en el hermoso rostro de Dustin.
Dustin tomó uno de los bebés que cargaba y tras sonreirle extendió su mano hacia mi.
La tomé sin dudarlo y todo se transformo por arte de magia.
La oscuridad ya no estaba, ahora solo había luz, mucha luz a nuestro alrededor.
Con ayuda de Dustin me coloque sobre mis pies y empezamos a caminar.
—Te amo, los amo. -susurro mientras caminamos tomados de la mano.
Sonríe y dicha sonrisa se hizo más grande luego de ver a mis hijos caminar hacia nosotros.
—Te amo Dustin Salvatierra.
Desperté abruptamente e inmediatamente sentí un fuerte dolor a mi costado.
Y lo sucedido llego a mi cabeza como si fuera un flashback.
—Maldito estúpido.
Susurré con cierto matiz de enojo en mi voz.
Escanee la habitación y cuando termine hice una mueca al ver a mi madre junto a mi cama durmiendo en una posición incómoda.
Trate de estirar mi mano hacia ella pero el maldito dolor se hizo más intenso.
—Maldición.
Murmuré por lo bajo y cerre los ojos con fuerza.
—¿Aitana?
Coloque mis ojos en mamá y ella se levantó de la silla como si esta tuviera un resorte.
—Aitana, despertaste…
Mi progenitora se acercó a mise colocó sus brazos a mi alrededor.
—Mamá recuerda que estoy convaleciente.
—¡Si, si…!
—¿Dónde esta Dustin?
Mamá sonrió y a la misma vez negó con la cabeza.
—Ese muchacho loco…
—¿Qué le pasó a Dustin, mamá?
—Tú entrando al quirófano y el desmayándose fueron dos cosas iguales. El pobre calló como un mango al suelo, no dudo de que tenga un fuerte dolor de cabeza.
—Quiero verlo.
Trate de levantarme de la cama pero me fue imposible porque el dolor se hizo más intenso.
—El doctor dijo que tienes que guardar reposo.
—El doctor se puede ir al mismísimo infierno.
—Hija… Debes guardar reposo.
Rode los ojos y nuevamente intente levantarme de la cama.
—Estoy consciente de que si ese maldito hubiera tendido mejor puntería no hubiera vivido para contarlo, madre. Pero aún sabiendo eso incisto en ver a Dustin. -mi madre negó con al cabeza. —Llevame con él.
Mi madre abrió la boca y en ese mismo instante un doctor entro a la habitación.