Aitana.
Ocho meses después.
—¡Como te atreves a desafiarme, Dustin Salvatierra…!
—No te desafíe mujer, deja el bendito drama y comete de una vez por todas la maldita manzana.
Le di una mirada penetrante.
—Te dije que no quiero manzana, quiero waffles.
—Y yo te dije que no puedes comerlos. Es que acaso se te olvidó que el doctor prohibió la ingesta de haria.
—Ese doctor de la mierda se puede ir al mismísimo infierno, igual que tú.
Me levanté de la mesa y tomé un ramillete de uva.
—Aitana, vuelve aquí.
Hice caso omiso a su llamado y seguí mi camino como pude hacia la sala.
—Si me muero de hambre sera tu maldita culpa, Salvatierra del diablo.
Grite lo suficientemente fuerte para que Dustin me escuchara.
—Muerete, que yo con gusto te entierro.
Detuve mi andar luego de escuchar esas palabras.
Me lleve la mano al pecho porque claramente estaba ofendida.
Yo que pensaba que esas palabras no saldrían de la boca de Dustin nunca en la vida pero me he equivocado.
—¿Aitana, hija que tienes?
—Me marchare de esta casa madre, tendré a mis hijo sola y trabajaré como una mula para sacar hacia adelante a mis pequeños, porque Dustin se quiere deshacer de mi. -mamá enarcó una ceja. —Dijo que me muera para enterrarme.
—Hija, no creo que Dustin dijera eso.
—¿Me estas llamando mentirosa?
Antes de que mi madre pudiera responder mis tres angeles entraron a la habitación.
—Mami.
—Mamá.
—Má.
Sonreí tras ver las caras iluminadas de mi pequeños hijos.
Mi razón de vivir son mis hijos.
—Mamá, el abuelo dijo que estás a punto de explotar. ¿Eso es verdad?
—No quiero que explotes mami. -Diego se acercó a mi y para abrazarme. —No te va marches mami.
—El abuelo no quiso decir eso cariño.
—¿No te vas a ir? -pregunto Daisha mientras me miraba fijamente.
—Nunca los dejaría solos.
Afirme y mis pequeños retoños se acercaron para abrazame.
—Que lindo es ver esta reunión familiar.
Alce mi cabeza y fulmine a Dustin.
—Mami, papi Dustin dijo que iremos a un día de campo. ¿Quieres ir con nosotros?
Esto es el mismísimo colmo…
Fulmine otra vez a Dustin, y el muy descarado sonrió.
—Me encantaría ir con ustedes. -le sonreí a mis hijos. —Pero con la condición de que llevemos Waffles.
Los niños soltaron un gran grito de euforia. Mientras que Dustin me fulmino con la mirada.
—No pierdes el tiempo de joderme la existencia querida prometida.
—Me encanta llevarte la contraria y hacer que te tragues tus palabras.
—Eres peor de lo que pensaba.
—Pense que lo tenías claro, pero ahora veo que no.
—Ustedes me volverán loca.
Mi madre dije estás palabras y yo sonreí.
Pobre de ella porque pensaba que se iba a librar de mi pero no ha sido así.
—Se que nos amas madre.
—Lastimosamente es así, porque si no los apreciará un poco ya los hubiera mandado al mismo fondo del mar.
—Te amo mamá.
Mi señora madre entrecerró los ojos.
—Me amas cuando te conviene.
Mi madre y su drama.
—¡Abuela, preparemos los waffles…! -la pequeña Dana grito eufórica y mi madre asintió.
—Vamos mis retoños queridos, vamos a por esos Waffles.
Mis tres niños se marcharon corriendo hacia la cocina sin esperar a mi madre.
—Ah, se me olvidaba decirles que Aihanna esta reclamando a sus padre.
—Mi pequeña princesa.
El tonto de Dustin sonrió antes de literalmente correr hacia las escaleras.
—¿Mamá puedes creer que la pequeña quiera más a Dustin que a mi? Eso no es justo.
—Deja de estar de envidiosa, que lo que te molesta es que la pequeña niña este prácticamente las veinticuatro horas en los brazos de Dustin.
—Eso es mentira madre.
—¿Me estas llamando mentirosa?
Asentí y no espere respuesta de mi madre. Porque se que pondrá el grito en el cielo.
Me dirigí hacia las escaleras pero un llanto incesante llamo mi atención.
Me acerqué hacia le lugar donde provenía el llanto y mi sorpresa fue grande al encontrar a la pequeña Maia llorando mientras sostenía una foto de su padre.
—Maia.
La niña coloco sus ojos en mi, sin dejar de derramar lágrimas.
—Tia Tana. Yo quiero a papi, quiero que venga por nosotras.
—Cariño papá no puede venir por tí ahora.
—¡Pero, quien nos va a cuidar…! -dijo sin dejar de llorar.
Y en ese preciso momento mi corazón se rompió en millones de fragmentos.
—Mientras papá regresa tu puedes cuidar de tu madre.
La niña negó.
—Soy muy pequeña para cuidar de mis hermanos. Yo no puedo cuidarlos…
—Si él no viene yo no lo querré más…
La pequeña se levantó del suelo y la foto que tenía entre sus manos la lanzó muy lejos de ella.
—Si papi no nos quiere yo tampoco lo querré. Super papi ya no existe.
Observe la escena con los ojos muy abiertos.
—Sin duda alguna ella sera igual o peor que Amaia Montero.
Y como si fuera por arte de magia Ayleen Salvatierra entro a la estancia.
—¿Has vistos a Maia?
—Si Ayleen… y hace unos minutos ella estaba llorando por su padre.
La pequeña Salvatierra apretó su mandíbula.
—Nunca debí permitir que él la lastimara.
—¿Qué hizo Alán?
Ayleen formó sus manos puños.
—La desprecio, dijo que prácticamente Maia no era su hija. Él no la quiere, nunca la quiso.
Alán Montero, lo que viene para tí es muy grande.
—Matare a esa escoria, le arrancare la maldita piel con mis propias manos.
Ambas giramos sobre nuestros pies y en el momento en que Ayleen coloco sus ojos en Dustin suspiro.