Botones

LUCA

Llegué justo antes del anochecer y me senté en la acera a tomar algo de aire antes de entrar. Quedaba menos de una hora para que empezara mi turno. Había pasado todo el día escondiéndome de mi madre, quien, aunque sabía cómo me trataba mi padre no tenía la fuerza para enfrentársele. Y yo no se lo reprochaba, al contrario, prefería mil veces que mi padre descargara su rabia conmigo en vez de con ella.

Había pasado la mayor parte del día conduciendo, dirigiéndome hacia ningún sitio en específico en la motocicleta. Recorrí la ciudad un par de veces, fui a la playa y a la montaña, estuve dando vueltas por horas y al final había terminado frente al hotel. Lo suficientemente furioso como para querer seguir evitándolo, pero demasiado orgulloso como para dejar el turno tirado.

Me llevé las manos a la cara, respiré profundo un par de veces y me dirigí a mi habitación a cambiarme.

***

Me puse los zapatos y me miré una vez más al espejo antes de salir, esperaba que lo que veía en el reflejo fuera igualmente satisfactorio para mi padre como lo era para mí. Uniforme pulcramente planchado, zapatos perfectamente lustrados y cabello brillante y bien peinado.

A pesar de la seguridad que me brindaba mi aspecto, salí de mi habitación con la esperanza de no toparme a mi padre, sabía que encontraría algún defecto en mi presentación y me dedicaría una de aquellas miradas de desaprobación que tanto le gustaba obsequiarme.

Sin embargo, al abrirse las puertas del ascensor, ahí estaba él, venía probablemente del pent-house y se dirigía seguramente a la sala de reuniones.

Tenía la mirada tan dura como siempre, pero no me miró lo suficiente como para mostrar desaprobación en su rostro. Entré en el ascensor en silencio y al llegar al primer piso aún no habíamos pronunciado palabra. Él salió del ascensor primero que yo y en la puerta se giró para encararme.

- ¿Acaso no te han enseñado que cuando se entra en cualquier sitio en el que haya al menos una persona, debes saludar? ¿Debería pedirle a Jonas que te mande de lavaplatos en lugar de botones Luca? – dijo mirándome directamente a los ojos mientras acomodaba una de las mangas de su camisa. Y sin esperar una respuesta de mi parte se dirigió al pasillo de la izquierda, hacia la sala de reuniones.

Me contuve para no gritarle algo inteligente, inhalé y exhalé un par de veces, acomodé mi cabello y me dirigí hacia la derecha atravesando el vestíbulo hacia el mostrador de recepción.

- Buenas noches señor Luca, lo estábamos esperando – me dijo Jonas, gerente del hotel, dedicándome una mirada autoritaria y señalándome la fila frente a él. El personal de vestíbulo se encontraba ya alineado, esperando por las típicas recomendaciones de cambio de turno.

- Buenas noches Jonas, la próxima vez, bien podrías llevarme la cena a la habitación. Así no tendrías que esperar para verme – le dije componiendo una sonrisa inocente.

No me gustaba que quisiera mostrarse autoritario conmigo frente al resto de empleados. Tenía que recordarle de vez en cuando que a pesar de que mi padre me hiciera trabajar con ellos durante las vacaciones, yo seguía siendo el heredero del hotel.

Jonas se aclaró la garganta y procedió a darnos el resumen del día, especificaciones de huéspedes nuevos y recomendaciones especiales. Cuando su repertorio hubo acabado me dirigí molesto hacia la entrada al área de portería y me ubiqué donde debía esperar a los huéspedes con el resto de botones.

El resto de la noche transcurrió bastante tranquila, y cuando se hizo de madrugada ya me quería ir a mi habitación. Aunque usualmente salía a algún bar después del turno, esta noche me sentía cansado.

Justo estaba a punto de entrar a mi habitación cuando la misma chica con la que me tropecé en la mañana salió de la puerta de al lado.  Llevaba la misma maleta y parecía nerviosa. Tenía la mirada de alguien que esconde algo, yo la conocía muy bien, puede decirse que hasta ese día había sido el dueño de esa mirada.