Herencia: la embarazada

25

Voy al hospital. La alegría y ese nudo dulce que me dejó la ecografía se transforman en ansiedad por Ірина. Espero que no sea nada grave; todo su embarazo había transcurrido sin complicaciones. No puedo decir que me sea indiferente. Al fin y al cabo, ella lleva en su vientre al hijo de mi hermano, y no me da igual cómo se siente.

Entro en la habitación. El aire huele a medicamentos y a silencio frío. La chica está recostada bajo el suero; su cabello claro cae en mechones ordenados sobre la almohada. Me acerco y me siento en una silla.

—¿Qué pasó?

—Estrés, nervios… Los médicos dicen que no hay que preocuparse, pero tú te comportas de una manera que me impide estar tranquila. ¿Acaso no soy nadie para ti? —me lanza el reproche de inmediato, como si lo hubiera estado conteniendo demasiado tiempo.

—Me comporto con normalidad y soy honesto contigo. No te oculto nada ni te miento.

—¿Y crees que eso me hace sentir mejor? Necesito apoyo, Данило. Aunque sea un poco. Aunque sea la apariencia de que no estoy sola —desvía la mirada hacia el techo—. ¿Te detuviste siquiera un minuto a pensar cómo es saber que la persona con la que compartes casa ahora está en otro lugar, con otra?

—Hablas como si nuestro matrimonio fuera real —me indigno, sin comprender sus reclamos—. No te di votos matrimoniales. Solo prometí apoyo. Соломія está embarazada de mí y no la abandonaré. Me ocuparé de ella antes y después del nacimiento del niño.

—Si crees que permitiré que mi hijo crezca viendo cómo su “papá” corre detrás de una amante embarazada… —sus dedos tironean con nerviosismo del borde de la sábana— estás muy equivocado.

—Nadie va a estar observando nada. Nos divorciaremos en un año, tal como acordamos.

—Que así sea. Pero durante este año debes fingir que eres un marido enamorado de mí. O rompes toda relación con Соломія —me lanza una mirada cargada de ira—, o le digo a mi padre que no estás cumpliendo las condiciones del acuerdo. Cuando papá te ofreció la financiación para ese proyecto inmobiliario, puso una sola condición: casarte conmigo.

—Pero tu hijo recibirá la herencia de Арсен, así que hay un beneficio mutuo.

—Una herencia de la que no podrías disponer hasta que tu hijo alcance la mayoría de edad. Tú necesitabas el dinero ahora, no dentro de dieciocho años. Mi padre te lo dio, tenemos un acuerdo, y ahora tú andas de clínica en clínica con una chica embarazada. No piensas en las consecuencias. No quiero que por la ciudad se propaguen rumores de tu infidelidad. Соломія está en su sexto mes de embarazo, yo en el octavo, así que, teóricamente, me fuiste infiel.

—Yo amaba a Соломія, pero por sentido del deber…

—No te mientas a ti mismo —en los ojos de Ірина brilla una mueca burlona—. Lo hiciste por negocios. Necesitabas un inversor, por eso aceptaste la propuesta de mi padre.

Cada una de sus palabras es como un clavo oxidado atravesándome el corazón. Da en el blanco, y no puedo rebatirla. Sin el dinero de Арсен, al que no tengo acceso, no habría sacado adelante el proyecto. El padre de Ірина aceptó invertir solo con la condición de nuestro matrimonio. Quería garantías para su hija, y yo se las di. Esperaba que con el tiempo mis sentimientos por Соломія se apagaran, pero en lugar de eso me condené al sufrimiento. La añoranza por ella me desgarraba el alma, hasta que comprendí que era lo más valioso de mi vida.

Por un instante aprieto los labios.

—Cuando recibas la herencia de Арсен tendrás una suma considerable, así que ambos salimos ganando.

—Exacto —Ірина asiente—. Aceptaste esas condiciones, ahora cúmplelas. Si querías seguir viendo a Соломія, no debiste firmar el contrato. Tú obtuviste todo: inversiones, permisos de tierra, acceso a redes y recursos. Y ahora, cuando todo ya está construido, incumples el acuerdo.

Mis dedos se cierran involuntariamente en puños. No entiendo los reclamos de Ірина ni qué pretende lograr. No aguanto más y elevo un poco la voz:

—¿Y qué me propones? ¿Fingir que somos un matrimonio feliz?

—No te propongo nada —Ірина esboza una leve sonrisa—. Te pongo una condición.

—¿Cuál? —entrecierro los ojos con cautela.

—Aún no sabemos si ese niño es tuyo. Haz una prueba de ADN. Si resulta que sí, aceptaré que vayas a verla.

El silencio crece entre nosotros como un abismo. No puedo exigirle algo así a Соломія. Podría malinterpretarlo todo y sentirse herida. Paso una mano por el cabello.

—¿Hablas en serio?

—Completamente. Si crees que estoy bluffeando, inténtalo. Si no cumples tu palabra, mi padre rescindirá el contrato de inmediato, bloqueará las licencias, retirará las garantías… todo se vendrá abajo.

Se inclina hacia adelante; sus ojos arden. Comprendo que estas amenazas son reales. Me siento atrapado. Inhalo con dificultad; el aire quema mis pulmones.

—Está bien. Tendrás tu prueba. Pero, Ірино, este es mi hijo, y no volverás a hacer escenas después de cada una de mis visitas.

—Si es tu hijo, entonces todo debe hacerse en secreto, sin publicidad. Haz la prueba en esta clínica. Es privada; aquí garantizan anonimato y precisión en los resultados.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.