Julissa
Lo que pensé que sería la cosa más fácil y después de esto regresar a casa con mis hijos, no lo fue. Nada es como lo planeé y después de tres días seguidas tratando de resolver un problema enorme, todavía veo lejos la posibilidad de volver.
—Es que no es posible que la oficina esté con las patas para arriba. Te aseguro que, si en este momento te solicito un documento en específico, no lo vas a tener, o ¿sí?
La mujer con la que me estoy desquitando, agacha la cabeza y no es capaz de responder.
—Lissa, debes de calmarte, llevas todo el día sin descansar. —La voz de Gael me interrumpe y para que me dé cuenta de su presencia.
—¡Carajo! Nadie aquí entiende que esto es trabajo en equipo y que, si yo decido cerrar esta oficina, muchos se quedarán sin nada que llevar a sus casas. ¿Y el director encargado? Bien, gracias, disfrutando de unas vacaciones por el pacífico.
A este punto esto roja de la furia que me provoca todo esto, entiendo que se debe a la acumulación de todas las emociones de los últimos días.
—Comuníquenme con Ramírez y espero que esta vez conteste, de lo contrario, que se despida de sus funciones. —Suficiente de esperar que nos dé la cara.
Todo mundo corre antes mis gritos, en la oficina ya solo quedamos Gael y la asistente que está más nerviosa que el mismo director que brilla por su ausencia. A pesar de que a todos se les informó con antelación sobre estas visitas, él prefirió viajar so pretexto de una convención de empresarios al que se invitó solo. En mi caso rechacé la invitación, pero parece que este fue más listo.
—No hay respuesta, señora —me dice nerviosa.
—Perfecto. Habla a recursos humanos, y solicita una junta con todos los gerentes, el subdirector y los encargados de área, haré cambios urgentes. ¡Lo necesito para hoy! —Vuelvo a alzar la voz al notar que la mujer sigue estática en su puesto.
—Debes de calmarte. —De nuevo insiste Gael quien no se ha despegado de mi lado. A este unto parece que es el único que aún guarda la calma después de mis gritos.
—Es que no lo entiendes, se supone que solo estaría un par de días aquí y ya llevo una semana. Para mí es difícil porque mi familia me espera —hablo con desesperación dejando de golpe los documentos que tengo en la mano.
—¿Por qué no te los traes para acá? —Lo miro, lo que acaba de preguntar es una locura.
—No puedo. Mejor concentrémonos en trabajar.
La primera parte de la mañana estoy con el contador. Sus números no cuadran y estamos desde ayer encontrando las fugas que ha tenido la empresa, tal parece que no solo el director saldrá volando de aquí. Es increíble la manera en que se ha llevado esta empresa.
Pasado el mediodía, la reunión que solicité esta lista y ya todos están presentes.
—Señoras y señores, gracias por asistir. Como se les notificó con días de anticipación de la visita, consideré que todo iba a estar en orden, de pronto me encuentro con la sorpresa de que nada es así. Tal vez pensaron que al hacer falta el presidente todo se encontraba a la deriva o que su futuro era incierto; sin embargo, eso no les da el derecho de comportarse como lo hicieron. Este llamado de atención es para todos, ahora soy la que toma las decisiones y quien no esté de acuerdo, es libre de marcharse.
En los pasillos se murmura el origen de mi fortuna, la manera en que conseguí quedarme con la herencia de don Antonio. Es de suponerse que muchos iban a pensar lo peor de mí, si no, pregúntenle a Rodrigo.
Cada uno expone el punto de vista y aunque no justifico del todo su mal trabajo, es verdad que, a falta de una buena cabeza, es difícil que los demás sigan el redil indicado.
—Perfecto, ya los he escuchado y al parecer el origen del problema es el señor Ramírez, pero no se preocupen, el señor ya fue destituido de su cargo y a más tardar el lunes, conocerán al nuevo director, espero de verdad un cambio de actitud de parte de todos. Con esto terminamos. Vayan a descansar y disfruten de su fin de semana.
De uno en uno se van retirando, sigo escuchando algunos mormullos y a este punto ya no me interesa aclarar nada, es mejor que cada uno forje una idea de mí a partir del trabajo.
—¿A quién piensas dejar de director? —Su pregunta esconde algo detrás, puedo notarlo.
—Necesito analizar todos los perfiles.
—Sé que no soy el indicado, pero si me dieras una oportunidad —dice un tanto retraído, es consciente de lo que puede y no puede hacer y en efecto, no es el indicado.
—No —respondo enseguida—. Y no pongas esa cara porque bien sabes que todavía te falta mucho por aprender. No tendría que repetirte esto, pero te lo advertí desde un principio y considero que hacerte trabajar de verdad no es humillarte.
—Entiendo. —Agacha la cabeza.
Durante este par de días, la cercanía que he tenido con él me ha dejado sorprendida, a pesar del mal comienzo que dimos, con el paso de los días me pude dar cuenta de que es una persona comprometida con lo que dice, hasta ahora no tengo queja de su trabajo como asistente; no obstante, eso no es suficiente para ponerlo en un puesto tan grande.