—¿Cómo está ella?, ¿Hubo algún cambio durante mi ausencia?—Óscar ya estaba en la sala donde su paciente aguardaba para ser salvada por él.
—No doctor, en estas horas la paciente ha estado en el mismo estado.—Le contestó desanimada la enfermera.—Su ritmo cardíaco aumentó un par de veces pero de inmediato se estabilizó, creo que es un caso muy difícil.
La respuesta se la daba la enfermera que estaba de turno y vigilando los signos vitales de los pacientes en esa sección, ella la había visto durante tres veces en su ronda y tuvo poco por hacer.
En el hospital era muy importante el trabajo que las enfermeras hacían, incluso comparable con el de un médico. Ellas se encargaban de los cuidados, dar los medicamentos, mostrar apoyo anímico y muchas otras cosas más. Si bien el médico era el encargado de diagnosticar, operar y sanar, ellas formaban gran parte en la recuperación de los pacientes.
Lupita era así en general, rara vez se tenía alguna queja o problema. Por el contrario, era aceptada y reconocida por todos en el hospital.
La tan ahora preciada paciente del médico Sandoval, estaba en buenas manos. La enfermera había estado al pendiente y revisado cada cosa con el mínimo detalle. Estaba aplicando cada conocimiento y experiencia en el cuidado de la paciente, por ellos Oscar estaba satisfecho. Sabía que no habían podrían haber asignado a alguien mejor.
Llevaban tiempo trabajando juntos. Haciendo equipo en múltiples ocasiones, se conocían muy bien. Tras esto, ella se dió cuenta que el médico tenía una actitud diferente hacia ella, como si le importara más que el resto de pacientes. Eso llamó mucho su atención.
Lupita era una mujer de 45 años, tes rubia y ojos claros. Tenía un rostro seco que incluso parecía prepotente, impresión que se desvanecía inmediatamente al conocerla comprobando su dulzura y amabilidad. Además era una persona muy responsable y sumamente dedicada, le estaba dejando su vida al hospital, a los pacientes y a los médicos que auxiliaba.
Con el tiempo comenzó a ganarse el cariño de todos. Nadie olvidaba sus cumpleaños o fiestas importantes, como la que tuvo al cumplir 10 años en aquel lugar. Además de ganó una gran jerarquía y respeto, no solo por el personal si no por los pacientes que en algunas ocasiones regresaban a darle un regalo.
En ese tiempo ella aprendió muchas cosas, podía incluso compartir su opinión con los medicos y ellos la escuchaban. No estaba de más saber algo salido de la mente de alguien con tanta experiencia. Ella agradecía eso y correspondía con la misma intensidad y apoyo dando lo mejor de si. Por eso se atrevió a conversar con Oscar respecto a ese caso tan particular y él se sentía con la confianza de hablarlo con ella.
—Vaya que lo es, nunca me había encontrado con un caso como este pero no puedo rendirme, la voy a salvar.
—Usted es un médico excepcional, con ese gusto y amor a su trabajo va lograr salvar a muchas personas.—Lo tomó de las manos.—Es un orgullo para el hospital y esta profesión.
—No te creas Lupita, los mejores médicos no son los que se esfuerzan, son los que salvan y yo a esta paciente no le he ayudado de nada.
Óscar seguía insatisfecho por lo que hasta ahora había logrado con ella, sus expectativas eran curarla lo más rápido posible y tenerla de pie nuevamente para poder conocerla. Pero el ritmo y la situación no se lo permitían. Tenía que conformarse con mirarla en ese momento y desear que despertara.
—Estoy segura que lo hará doctor, estoy segura.
La enfermera salió de la habitación dejando a Óscar a solas con la paciente, él tenía puesto todo el equipo médico mientras ella seguía conectada a un respirador.
Se acercó lentamente a ella y tomó su mano que estaba muy fría y sin movimiento. La vió tan frágil pero con un hermoso rostro que lo hipnotizaba al instante.
—No te preocupes bella mujer, te prometo que te salvaré y entonces podré preguntarte: ¿Quién eres? y ¿por qué me has cautivado tanto?—Óscar le hablaba tan dulcemente y con la mejor intención de llegar hasta ella.—Cuando eso suceda te voy a llevar de paseo por el hospital, te mostraré todo el lugar porque aunque sea un sitió de enfermedad tiene sus aspectos positivos. Aquí también se otorgan nuevas vidas y tú serás testigo de ello.—Narraba con tanta ilusión que cualquier alma quedaba entretenida.—Los jardines son hermosos, la comida es buena, las personas son interesantes y sobretodo; es un lugar único para enamorarse.
Mientras Óscar hablaba pudo notar que el milagro sucedía pues la joven comenzó a mover un poco los ojos presionando fuertemente, la mano que sostenía el médico también tuvo movimiento por unos segundos en los cuales apretó fuerte. El aire de vida estaba entrando en ella a través de las palabras de su ahora salvador.
Aunque estos momentos no duraron mucho pues de inmediato regresó a su estado anterior, fue suficiente para que Óscar tomara más valor y energía para poder intentar salvarla nuevamente.
Con esta nueva moral en ascenso se dispuso a ir por sus libros y colegas para conversar sobre un posible tratamiento que se le había ocurrido.
La propuesta era muy arriesgada pero como todo en medicina, era posible. Pero muchos en el hospital no estaban dispuestos a correr esos riesgos ya que era un tratamiento y una cirugía que nunca antes se había practicado ahí.
Aunque tenían buenas referencias y a los mejores médicos del país, seguía siendo un riesgo hacerlo. Además el costo del equipo era muy alto, el sueldo del médico se lo ahorrarían pues Óscar quería hacerlo por voluntad propia.
El seguro del transporte que se accidentó cubría perfectamente la situación, pero no querían ir más allá. Deseaban hacer el traslado a un hospital más económico pues a ese llegaron solo por emergencia al ser el más cercano.
Los pocos pacientes que aún permanecían internados debían ser trasladados al hospital del gobierno donde serían atendidos para completar el tratamiento pero, ¿Qué pasaría con la entonces desconocida que había cautivado tanto a Óscar?