Heridas del corazón

Capitulo 18

El departamento era un caos total. No había signos de orden e higiene como lo había sido durante mucho tiempo. Gracias a eso se podía adivinar que el habitante era un hombre descuidado que no tenía interés en nada.

Había basura por todo el lugar, principalmente botellas de alcohol como whisky y ron, estaban acompañados por latas de agua mineral. Vasos estaban regados por todos lados e incluso uno estaba roto. Sin importar el riesgo de poder cortarse solo fue desplazado al rincón.

En los residuos también se notaban envolturas de alimentos, la mayoría pertenecían a comida rápida, dulces, y postres. La persona que los consumia no se estaba cuidando para nada.

Las cortinas del apartamento estaban completamente cerradas. Si no fuera por los intensos rayos de sol que entraban a pesar de esto, no se tendría noción del tiempo.

El principal desorden estaba en la sala. Un espacio muy grande y con bastantes muebles, entre ellos destacaban sillones negros que estaban desalineados como su alguien los hubiera aventado. Aquellos hacían juego con un taburete del mismo color en el que estaban depositadas las botellas, las que aún tenían alcohol, era como si fuera lo único que se estuviera cuidando en todo el lugar.

En el fondo y perfectamente centrado estaba un mueble color chocolate que resguardaba una Smart tv muy grande. El número tan elevado de pulgadas permitía tener una visión desde lejos. Aunque el propietario no le prestaba atención a pesar de que estaba encendida y con un volumen muy elevado, parecía que solo estaba encendida para generar ruido.

El piso estaba muy frío, era de una loseta muy hermosa color plateada con rayas azules, era uno muy lujoso y agradable de pisar. Al menos teniendo el ánimo para admirar, pues el médico solo estaba ahí acostado recibiendo el frío, algo que no solo era incómodo sino afectaba a su salud.

El resto del departamento estaba en las mismas condiciones. La habitación que se encontraba al fondo estaba en total desorden, la cama destendida, la ropa por todos lados, zapatos sin un lugar reservado. Era como si se hubiera estado probando atuendos pero no eligiera más que un pants de color azul y una playera blanca para tenerla puesta durante varios días. No tenía tiempo ni ganas de ponerse algo más. Algo que se entendía pues solo deseaba estar en su casa sin que nadie lo molestara, no había salido de ahí durante varios días. Simplemente se surtió de alimentos y se atrincheró ahí recordando lo que había pasado.

Las fotografías que estaban en el piso eran de sus tiempos en el hospital, desde que inició hasta que se convirtió en jefe de área, todo un camino recorrido. Se lamentaba mientras las veía, recordaba cada momento y esfuerzo que le regaló al hospital, ahí donde cumplió su sueño y consolidó su carrera. Un lugar que lo había desechado e incluso trató mal, como un depravado por el hecho de esforzarse por salvar a alguien.

En las fotografías aparecía Amanda, pero no en solitario con él, se enfocó en las fotos grupales donde era inevitable no verla. Aunque tenía fotos con ella decidió no darle importancia, era como si no quisiera saber más de ella, como si su relación nunca hubiera existido y ella solo fuera un compañero más. Aquellos sentimientos que había tenido por ella habían desaparecido, o al menos eso quería dejar saber.

Estaba aún molesto con ella por lo que le hizo, contradecirlo en público había sido una gran falta para él, algo que no estaba dispuesto a perdonar pese a todo. Debido a eso, todos los sentimientos que tuvo hacia ella se habían evaporado, lo único que quedaba era ese rencor como con él resto del hospital.

En esos momentos deseaba tener una foto de la chica que había operado. Él era conciente que la operación había salido bien pero no pudo disfrutar de los resultados. Estaba angustiado por saber cuándo despertaría la chica de sus sueños para vivir la realidad, una en la que él deseaba estar.

En varias ocasiones se vió tentado a tomar el teléfono y hablar para preguntar sobre su estado, pero su orgullo fue más y decidió no hacerlo. Sabía que si había noticias el personal le avisaría... Esa era su única esperanza y razón de ser.

En su soledad se imaginaba recibiendo premios por la gran actuación que tuvo tras sanarla. Aunque el reconocimiento era lo último que le importaba, pensaba usarlo para deleitar a la mujer que salvó. Sería la historia perfecta "médico hace milagro con medicina y cura a paciente, ambos se enamoran y vivieron felices por siempre" Una gran historia que deseaba empezar a escribir.

En esta ocasión el destino no fue cruel con él, pues solo pasaron pocos días hasta que la chica despertó. La noticia llegaría a él para sacarlo de aquella depresión que lo estaba consumiendo.

"Din, don"

Sonó el timbre de su apartamento. Pensó en varias personas que estarían ahí, desde el del mantenimiento hasta Amanda, todos pasaron por su mente. No se imaginó que habría alguien del hospital tocando su puerta, después de como lo trataron lo más que esperaba era una llamada.

El timbre sonó un par de veces más, mismas que se disponía a ignorar pensando en todas sus opciones y decidiendo ignorar a todas.

Pero la persona que estaba afuera no se rindió y decidió hablar además de tocar.

—Doctor Oscar, soy Elias.—Dijo con tono fuerte.—Soy del personal administrativo del hospital héroes de la nación. Necesito hablar con usted.

El médico se sorprendió mucho al escuchar eso. A primera instancia se emocionó pensando que estaban ahí para pedirle una disculpa y pedirle volver. Podría arreglarse su situación laboral. Pero después se centró en la noticia que más esperaba pensando que quizá de trataba de eso.

Se levantó aún dudoso por creer que era alguien haciendo una broma, pero se armó de valor para salir, no tenía nada que perder. Se arregló un poco pensando en el estado que se encontraba y la impresión que daría, pero después de unos segundos se rindió y decidió salir así.




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