Hermosa Mentira

Capitulo 7.

Una semana después de entrar a hurtadillas a la casa de sus padres Athalia sigue con dudas incluso más grandes de las que ya tenía. ¿Por qué justo cuando Nate volvía aparecía Kian? ¿Qué hacía una foto suya en la caja de recuerdos de Lía? ¿Qué significaba la carta que la chica encontró junto a la foto? Luke le repetía constantemente a su amiga que no recordaba a Kian de su infancia, aunque su actitud hacía que Lía dudara, ¿Qué podría ser aquello que no le quería contar? Athalia sabía que su memoria no podía forzarse, pero el no recordar la frustraba demasiado, a veces no sabía qué era real y qué estaba imaginando.  

Otro largo y aburrido viernes en Darg, lo bueno es que ya venía el fin de semana, pero el día se hacía interminable entre los gritos agudos de las rubias chillonas y los festejos y silbidos de los mastodontes sin cerebro pertenecientes al equipo de fútbol masculino, suelen haber personas centradas en esta universidad, pero en esos momentos el porcentaje disminuyó a menos de un 5%, de seguro se debía a la fiesta que se haría esa noche, organizada obviamente por los equipos deportivos. Athalia se veía obligada la mayoría de las veces a asistir a estas, los que no lo hacían eran unas pocas personas “marginadas” ya sea por la jerarquía social regulada por el nivel socio-económico de los estudiantes, o por sí mismos, a muchos no les interesaba ser parte de ese grupo sumamente superficial y se alejaban por sí mismos, y los que no, dejaban muy en claro que eran becados, a los que pagaban sumas tan elevadas para poder estudiar allí no les hacía mucha gracia que otros puedan entrar gratis. Aunque en realidad no ven bien el hecho de no tener si misma posición económica, Athalia aún no entendía porqué. No era nada del otro mundo, solo se creían superiores porque la mayoría de sus padres eran dueños de grandes empresas en donde contrataban a los padres de muchos de los becados, y por esto, los estudiantes de mayor nivel económico se creían con el derecho de pasar por encima al resto.  

A lo que iba con esto, Athalia seguramente iría a esa dichosa fiesta, pero no estaba ni mínimamente igual de emocionada que sus compañeros, iba para aparentar, tapar la realidad, y por qué no, pasar un rato con sus amigos e intentar olvidar todo el estrés de esta semana.  

Era hora del almuerzo y Lía mataba por un sándwich de queso y un jugo de naranja; solía ser su almuerzo la mayoría de los días. Al entrar a la cafetería se dirigió a una de las largas mesas ubicadas en el centro, una de esas que solían destacar, no solo por estar en un punto específico a la vista de todos, sino por albergar a cierto grupo popular envidiado por muchos e ignorado por otros, mencionado anteriormente. Al sentarse en medio de Cala y una morena -con la cual solamente había cruzado un par de palabras- se dispuso a dejar su mochila en el suelo y a charlar con su mejor amiga, quien al igual que la mayoría, no tardó demasiado en sacar el tema de la fiesta.  

-Irás, ¿No?- Aunque más que a una pregunta que debería responder, a Lía le sonó como una sentencia. Cala, a diferencia de su amiga, le encantaba ese mundo lleno de lujos y salir a divertirse. Lía no iba a mentir, ella prefería todo eso a ser blanco de burlas y humillaciones, que alguien la menosprecie, por el simple hecho de no pertenecer a un grupo.  

- No hay opción, ¿O si?- Cala no tenía que contestar, pero aún así lo hizo.  

- Creo que no deberías esforzarte tanto, te hace mal y lo sabes. Sin embargo, queda a tu cargo tu propia imagen exterior, lo que quieras transmitir a los demás.- Y eso último fue lo que le hizo reflexionar acerca de varias cosas. ¿Por qué hacer algo que no queremos solamente para generar una apariencia? Deberíamos ser libres de hacer lo que queramos, al igual que de pensar.  

De igual manera, aquella noche luego de salir del trabajo, la pelirroja se peinó, se maquilló, y se vistió aquellas ropas que no le gustaban mucho- pero de igual manera solía usar en estas ocasiones- y junto a su hermana y su amiga se dirigió a aquella fiesta llena de jóvenes alcoholizados y con las hormonas alborotadas.  

Al entrar en aquella casa, donde las paredes y el piso vibraban en consecuencia de la música a un volumen bastante elevado sintió que su noche no iba a ser tan mala. No sabía de quién era esa propiedad, pero a pesar de la poca luz se podía ver que era hermosa, y sin duda, quien la hubiese decorado tenía un buen gusto. Era una casa moderna y casi minimalista, con unas paredes blancas vestidas con un par de cuadros con colores monocromáticos, y un par de muebles que habían sido arrinconados en una esquina cerca de las escaleras.  

-¿Van a tomar algo?- Preguntó Stella  

-No, gracias. Voy a la pista- Y su amiga ni bien dijo eso ya había echado marcha a la improvisada pista de baile, donde las personas se pechaban al bailar debido al alcohol en su sangre y el reducido espacio.  

Y cuando Lía se volteó a dar su respuesta, Stella ya no estaba, intentó buscarla con la mirada, pero sin mucho éxito, así que se dirigió por el mismo camino que Cala, al fin y al cabo, había ido a divertirse. Con lo que no contaba, era que entre todas las personas bailando- o haciendo el intento- se haya topado con aquella mirada, la mirada de la persona que podía resolver las dudas de Athalia, ella no iba a desaprovechar esa oportunidad, y aún sabiendo que podía tener que ver con Nate, se dirigió a él.  

Y Athalia decidida fue en su dirección. Si de algo estaba segura era de que en aquel momento, o con el tiempo, Kian le daría esas respuestas que ella buscaba. 
 




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