Heterocromía Iridis

GEMELOS

Desde que Dios contempló su creación y ella nació, la he cuidado y vigilado desde las sombras, siendo su guardián lejano. Sin embargo, el momento de quebrantar mi silencio y hacerme presente había llegado, no podía quedarme por más tiempo fuera del juego, ella me necesitaba.

Después del incidente del hospital, decidí vigilarla más de cerca. En el día, entraba en la casa y me sentaba a lado de Erika, lo suficiente como para que el demonio de Horacio no se le acercara, andaba con ella caminando por la casa, mientras leía, incluso mientras se bañaba, no piense mal, estimado lector, esperaba afuera de la regadera y sentado en el suelo, de espaldas a donde ella se encontraba, me gustaba escucharla cantar. 

Cada noche me sentaba en la ventana a verla dormir, cuidando que nadie perturbara sus sueños, fue por eso que me di cuenta que cosas extrañas, aún más de lo normal, comenzaron a suceder a raíz de que Erika había entrado a un sitio de internet.

Una noche, mientras la observaba dormitar, la computadora personal de Erika se encendió por sí sola, la pantalla parpadeó y el fondo se tornó blanco, iluminando parte de la habitación. Por el marco de la pantalla, una especie de tela delgada y traslúcida se deslizó hasta la pared, después, de entre las sombras, pude observar una silueta arrastrarse por el suelo, era una silueta bastante llamativa, pues era de color rosáceo. Dicha silueta anduvo por las paredes y luego paseó por el techo, hasta que quedó encima de la cama de Erika.

“Perfecta”, retumbó una voz chillona y queda en la habitación.

 “Es perfecta”, volvió a decir, mientras de la silueta brotaba una figura raquítica y con las venas demasiado marcadas en el cuerpo, el cabello largo y reseco, de colores rosa y azul pastel un tanto apagados. Cuando la luz de la luna le iluminó el rostro de la figura, pude ver a una mujer enfrente de Erika.   

- Reúne todo lo necesario, he esperado tanto tiempo por esto. – la mujer veía a Erika con una sonrisa paranoica, la euforia en su rostro era evidente, estiró una mano hacia el rostro dormido de la humana y sus yemas pasaron demasiado cerca de la piel pálida de mi Erika. - Ella es la indicada… ¡ah!   

Mi fuego blanquecino se estrelló en su decadente rostro y la apartó de mi humana.

- Solo lo diré una vez. – dije entrando a la habitación por la ventana, sosteniendo mi espada en la mano derecha y con una flama de color blanco en la izquierda, preparado para volver a atacarla si se acercaba demasiado a Erika. – Aléjate de ella. - Los ojos de la bruja se cruzaron con los míos. 

- ¿O qué?

- Conocerás lo cruel que puedo llegar a ser. – dije severamente. 

El fuego en mis manos comenzó a aumentar y estaba a punto de volver a lanzarle una llamarada, cuando se desvaneció, su imagen se perdió en la oscuridad de la habitación y la silueta se arrastró por las paredes de regreso a la computadora, en cuanto su silueta terminó de entrar a la pantalla, ésta se apagó y se cerró súbitamente. 

Después de que guardé mi espada en la gabardina, escuché que Erika se quejaba y su respiración era agitada. Volteé a verla y comenzó a retorcerse en la cama, estaba a punto de acercarme a ella, cuando escuché pasos del otro lado de la puerta. Me escondí detrás de las cortinas de la ventana antes de que la puerta se abriera de par en par, el primero en aparecer fue el demonio que tiene por mayordomo. Para cuando Erika despertó y se levantó de golpe sobre las sábanas, Horacio la recibió en sus brazos y la rodeo, como si la hubiera atrapado en el aire. 

- ¿Se encuentra bien? – preguntó en el momento en que Erika correspondió el abrazo.

- Sí… no… no sé. – contestó Erika alterada, con los ojos llorosos y la voz temblorosa, sus manos se aferraron a la espalda del mayordomo y comenzó llorar, enterrando su rostro en el pecho de Horacio. 

- Tranquila, ya pasó. Solo fue un mal sueño. – dijo Horacio tratando de calmar a Erika. 

Por unos segundos los observé, la imagen era la misma de cuando Erika era niña y tenía pesadillas, yo la consolaba cuando sus padres no podían hacerlo y me quedaba toda la noche a su lado hasta que se quedaba dormida. La observé hasta que tuve la impresión de que Horacio estaba viendo en mi dirección, en ese momento, me evaporé en el aire y salí por la ventana.

Me quede en la parte de afuera de la ventana, flotando en un mismo lugar, esperando que Erika se calmara y volviera a dormir. Después de unos segundos, vi entrar al hermano mayor acompañado de lo que podría ser un perro, y luego entró la nana, o la mujer que desempeñaba esa función. 




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