Heterocromía Iridis

VIEJOS LIBROS

Alcander fue el primero en entrar a la tienda, seguido de la señorita Erika, aunque tenía la máscara puesta, podía adivinar la trayectoria de sus ojos al pasearse por la tienda de la súcubo, ya que contenía las dos cosas favoritas de mi ama: libros y magia.

He viajado por muchos lugares y conocido bibliotecas y librerías de diferentes tipos, estilos, corrientes, temas y demás cuestiones, pero debo reconocer que nunca había visto algo como esa tienda. Había muchos libros, sí, como en cualquier librería, pero era contrastante en cada rincón que veía, algunos estaban perfectamente acomodados, pero en otras, los libros estaban botados en el suelo, con las páginas abiertas y rasgadas, otros estaban en estantes, otros apilados en columnas verticales que iban del suelo al techo, el mostrador tenía algunos libros en cajas de cristal y otros, sosteniendo la pata del mueble para que no se desnivelara, era una mezcla muy curiosa de orden y caos.

En la parte superior de las paredes, pintados como si fuera una cenefa, había una serie de rostros, tanto masculinos como femeninos, de diferentes épocas, solo que compartían una cosa, los ojos de cada uno de ellos eran los mismos, aunque el resto de las facciones y dimensiones eran diferentes.

Al sonar la campana de la entrada, el sonido recorrió el local hasta los cuartos del fondo e hizo cimbrar algunas páginas de la libreta que estaba sobre el mostrador, cosa que hizo que mi ama concentrara su atención en el fondo de la tienda.

- Pero ¿qué tenemos aquí? – dijo una voz alegre, aguda y, un tanto, infantil. Tenía años que no escuchaba esa voz, la cual, me trajo muy alegres y divertidos recuerdos a la mente. – Pero si es Asdrúbal en persona quien viene a verme.

Desde la parte de atrás de unas cortinas que separaban la habitación de enfrente con la oculta, apareció una figura que apagó todo mi entusiasmo y me preocupó, la maldita se lucía exactamente como la señorita Erika. ¿Por qué…? Eso me tomó desprevenido y agradecí el hecho de que mi ama viniera detrás de nosotros.

- Y viene acompañado. – sonrió mientras se acercaba lentamente, contoneando sus caderas lenta y sensualmente, dejando ver sus diminutas alas reptilianas de color rosa, mientras su cola terminada en un corazón se movía en el aire, daban ganas de tomarla y estrujarla con las manos.  

- ¿Asdrúbal? – preguntó Alcander dirigiéndose hacia mí. 

- Es mi nombre para ella. – contesté, mientras trataba de ocultar la silueta de mi ama con la mía, Alcander hizo lo mismo y pasamos a la señorita Erika detrás de nosotros.

- ¿Para mí? – colocó sus manos alrededor de mi cuello y acercó su rostro a escasos centímetros del mío. - ¿Acaso hay otros nombres que no me has dicho?

- Es el único, querida. Además, solo tú me dice así. – contesté mientras la sujetaba de las muñecas y la alejaba unos centímetros más de mí, no porque me incomodara, sino porque mientras cerca estuviera de mí, podría oler a mi ama. – Sin embargo, agradecería que tomaras tu forma original.

- ¿Mi forma original? – preguntó con una mirada tierna y provocadora. - ¿No te gusta esta?

- Silvana, cúmpleme ese deseo. – tomé su mano y besé el dorso de ésta, mientras paseaba mis labios por las yemas de sus dedos, pude sentir el escalofrío del deseo recorrer desde la punta de su dedo hasta el final de la espina dorsal.

La apariencia de mi ama fue desapareciendo y se convirtió en la mujer que había conocido en el círculo de la Lujuria, cuando recién me convertí en demonio. Cabello largo hasta el suelo, rubio como el sol y tan lacio que parecían las dunas del desierto. La piel adquirió un tono que a veces lucía lila y a veces rosa. El cuerpo perdió volumen y los músculos se marcaron al grado que podías recorrer los límites de cada uno sobre la piel. Los ojos heterocromáticos se transformaron en dos gemas azules.

- Perdón, estoy acostumbrada a recibir a mis clientes con mis habilidades activadas. - dijo a la vez jugaba con mechones de su cabello. En ese momento, su mirada se fijó en lo que había detrás de mí. – Hola Alcander, un gusto volver a verte.

- Lo mismo digo, Silvana. – Alcander se acercó a la súcubo, dejando a la humana a una distancia considerable de Silvana, hizo su acostumbrada reverencia. Al hacer esto, Silvana pudo ver al bulto que estaba detrás de él.

- ¿Qué tenemos aquí? – el súcubo pasó entre nosotros, ahogándonos con su aroma lleno de hormonas y endorfinas que despertarían los deseos más bajos del puritano más ortodoxo del universo. Se plantó delante de Erika y afinó su mirada en ella.

- Increíble, no puedo ver algo. – concluyó después de unos segundos, se deslizó por detrás de mi ama y la olfateo, al mismo tiempo que pasaba las manos a escasos milímetros de sus hombros, pero no se animaba a tocarla. Erika permanecía inmóvil pero atenta, la capucha cubría por completo su rostro y su cuerpo, así que Silvana no pudo obtener información de la vista, pero… - Que criatura tan adorable y… tan interesante. Es la primera vez que no puedo leerle la mente a algo. ¿Tienes nombre?

- Si le pones nombre a las cosas, te encariñas de ellas. – contesté.

- ¿Cosa? ¿Qué es esto para ti? – preguntó despectivamente, mientras la súcubo se alejaba de ella.

- Ni siquiera es de él, es mío, recién compré esto en los niveles inferiores. – explicó Alcander, tomando a Erika de la parte trasera del cuello y la jaló hacia él. Aunque ese gesto me molestó, traté de disimularlo.




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