Hice Algo Muy Malo

4.

 

A la mañana siguiente hice todo una y otra vez. Mis amigos hablaban sobre mi silencio, yo perdí la cuenta de las veces en que Ellie chasqueaba sus dedos frente a mí.

— ¿Estás bien? —Jessica pregunta.

Asiento. No tengo porque sentirme así. Lo que pasó ayer fue extraño pero ya pasó. Las cosas y la vida tienen que seguir. No puedo pelear contra el hecho que Caroline está muerta. No debería.

Todos escribieron su carta. Todos excepto yo. Amarré un papel en blanco y lo dejé ir. No sabía que escribir. Me prometí a mí misma no pensar más en esa chica que ya no está. No vale la pena.

Adam toma mi mano a la salida y me besa los labios. Todos preguntan si iré a otra fiesta, les digo que sí. Por supuesto que iré. No faltaré. No estoy de luto, solo se murió alguien que yo conocía. Eso es todo.

Me arreglo, alisando mi cabello y tomando un vestido rojo. El rojo siempre se ha tomado como una ofensa al luto. Es como declarar que estas feliz por esa muerte. Sin embargo, lo tomo entre mis manos y lo dejo a un lado. Las muñecas de Caroline Claire desprendieron un rojo que no se puede regresar. No quiero que el rojo me recuerde a ella.

Tomo un vestido rosa y lo coloco de manera aburrida. Normalmente siento que será divertido salir y beber, pero hoy no estoy tan feliz. No tengo muchas ganas de salir y festejar.

Espero a que Adam venga por mí fuera de mi casa. Tomo una flor violeta y la observo.

Caroline reía. Ella era tan contagiosa cuando reía.

— ¡Detente! —le pido riendo. Ella me tira otra hoja seca.

Caroline comienza a aplaudir y señala la pila de hojas secas.

Ruedo los ojos pero estoy complacida internamente que mi mejor amiga piense lo mismo que yo.

—Uno. —Cuento.

Caroline toma mi mano. —Dos.

— ¡Tres! —Ambas gritamos y corremos a la pequeña montaña que el otoño ha preparado para nosotras. Ella ríe al mismo tiempo que suelto un grito cuando caemos entre las hojas.

Nuestras madres nos observan y ríen con nosotras. Caroline limpia las hojas de su cabello y la ayudo. Una pequeña flor morada está entre su fleco. Ella ríe y le sonrío

—Cuidado niñas.

Nos levantamos y comenzamos a juntar las hojas con pequeñas patadas. Mi madre sigue pidiendo que nos calmemos y que mejor juguemos de manera más tranquila pero no lo hacemos. Caroline y yo estábamos a punto de cumplir trece años pero nos divertíamos como si tuviéramos seis.

— ¡Otra vez! —Pido mientras retrocedemos.

— ¡Sandy! —Adam chasquea sus dedos frente a mí—. ¿Estás bien?

Asiento, tirando la flor a un lado y pisándola cuando bajo. Adam toma mi mano y entramos a su auto.

~

La fiesta era lo mismo de siempre. Gente bailando, bebiendo y besándose. Tomo mi teléfono para revisar las redes sociales. Veo que la gente comenta del suicidio de Caroline. Hablan de las teorías y de que tan rara era.

Cierro la aplicación y me dedico a ver a Adam, quien habla con sus amigos por el otro lado. Jessica está besando a un chico. Ellie baila con un chico y una chica al mismo tiempo.

Ellie es más del tipo salvaje, del tipo de chicas que rellenaba su sostén con papel cuando tenía doce años, que se escapaba de su casa a los trece años, que besó a un chico cinco años mayor en su cumpleaños catorce, que se robaba labiales del supermercado a los quince, que pasó la noche en la casa de un chico durante las vacaciones de verano a los dieciséis.

Que no le importa una chica que se suicida.

Me froto los brazos porque de pronto, siento frío.

Veo a Steve, sentado a un lado, con la cabeza baja. No sé porque hacemos esto. Porque siempre tenemos que asistir a estas fiestas incluso cuando no queremos. Steve está lastimado por lo de Caroline y yo no me sentía con humor para esto. ¿Por qué tiene que sentirse todo tan forzado?

Me levanto del sofá, busco a Adam pero una chica de cabello rojo me detiene. —Tú lo hiciste.

Frunzo el ceño.

—Tú la forzaste a matarse.

No le contesto. Ella se aleja. Seguro era amiga de Caroline. Ella dijo lo que he estado pensando últimamente. No es necesario que me lo recuerden. Sé lo que hice y lo que no hice. Sé que hace dos semanas yo envíe un texto desde el teléfono de Steve para que la gente se riera de ella.

Esto es absurdo. Seguro todo esto fue organizado por alguien para vengarse de mí. Seguro Caroline sigue viva y está burlándose de mí.

¿A quién quiero engañar? Ella ya no respira. Dejó de respirar en su cumpleaños.

Adam me mira, con un trago en la mano pero no se acerca a mí para besarme o abrazarme.

Necesito salir de aquí. —Me voy. —Anuncio.

Él frunce el ceño. — ¿A dónde vas?

Señalo detrás de mí. —Casa. —no espero su respuesta, me doy vuelta y camino lentamente a la salida.




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