Hice Algo Muy Malo

7.

 

Caroline pintaba mis uñas de color rosa, ella era buena haciendo esto. Yo miraba mi programa de televisión y reía con las mismas bromas repetidas. Caroline murmuraba una canción de los noventa. Me reí fuertemente y me moví, sin darme cuenta, arruiné el trabajo de Caroline. Ella me miró y comenzamos a reír. Tenía esmalte de uñas en todo mi dedo. No dejábamos de reír cuando escuchamos un golpe en la puerta, fuerte. Desvié mi mirada y no encontré nadie ahí.

Regresé mi mirada a Caroline pero ya no estaba aquí.

El esmalte era rojo y estaba por toda mi mano. Comencé a limpiarlo pero no se quitaba, salía y salía. Mi corazón palpitaba con fuerza y luego me di cuenta que salía de mis muñecas.

Alguien me toma por los hombros y susurra: — ¿Aun no es tu culpa?

 

Me despierto sudada y con los ojos llenos de lágrimas. Comienzo a llorar y sollozo. Mamá no puede oírme. Nadie puede oírme.

Mi corazón bombea rápidamente y me enojo conmigo misma por el hecho que yo sigo aquí. Que yo estoy respirando y Caroline no. Que yo estoy viva. Que puedo vivir pero Caroline no.

Caroline quería una familia, quería viajar, quería hacer tantas cosas y no puede hacerlas.

¡Por mi culpa!

Sigo llorando y me odio. Me odio completamente. ¿Cómo puede hacerle todo eso? ¿Cómo pude ser tan inmadura por unas estúpidas fotos?

¿Cómo dejé que mi ira se me saliera de las manos?

Caroline y yo nos tomamos varias fotos y cantamos desafinadamente en una pijamada, yo tenía la ropa más fea de todas pero no importaba, solo estaba mi mejor amiga así que daba igual. Siempre nos grabábamos y lo publicábamos en privado. Esa vez, por error lo compartió con todos. Con las personas que eran más populares que nosotras. Con el chico que me gustaba. Con quienes no eran mis mejores amigos. Me veía horrible, me veía tan mal que lloré cuando lo descubrí. Yo no quería que vieran mis granos y todas mis imperfecciones.

Muchos me decían que Caroline me tenía envidia y yo lo creí. Ella las borró pero era demasiado tarde. Éramos mejores amigas pero no me importó. Yo estaba recibiendo atención de otras personas y pensé que no necesitaba más de Caroline.

Pero pensé mal porque nadie me entiende como ella lo hacía. Nadie me hacía sentir tan feliz como ella lo hacía. Éramos las mejores amigas de todo el mundo y la dejé ir por unas estúpidas fotografías. Jamás debí reaccionar así.

Y aun si no hubiéramos seguido siendo amigas, no debía.

No debía ser tan cruel. No debía burlarme de su cabello, de su cara, de su cuerpo, de sus amigos. No debía empujarla en los pasillos. No debía lanzarle pintura en sus vestidos. No debía decirle a los chicos rumores sucios de ella.  No debía ser un demonio con ella. No debía.

Me molestaba tanto que no se defendiera. Tal vez no se defendía porque era mejor que yo. No jugaba a mis estúpidos juegos inmaduros.

Ella siempre fue mejor.

Fue. Fue. Fue. Fue. Fue. Fue. Fue.

No es.

Fue. Está muerta. Era mi mejor amiga.

~

Mi alarma suena y sé que ya llegó el momento de ir a la escuela. Apago el sonido y veo hacia mi armario. No tengo ganas de pensar en nada. No quiero ir.

Tomo una ducha y salgo, dejo la toalla caer y veo mi cuerpo. Algún día ya no estará aquí. Será solo polvo. Menos que eso.

Han pasado días desde el último momento en que la vi.

¿Y si olvido su rostro?

¿Y si todos olvidan su rostro?

Todos somos unos sacos de huesos. Todos tenemos órganos dentro de nosotros y sangre, y mucosas, y más cosas asquerosas. Nervios. Células. Dientes. Músculos.

Todo lo que de verdad, literalmente, importa está adentro. Pero nos importa más el cabello y las estúpidas puntas abiertas que nadie mira. Nos importa si tenemos una marca en la pierna que nadie nota. Nos importa el color de nuestras uñas, si tenemos arrugas o no, si hay algún grano que no estará ahí para siempre. Nos importan cosas que no importan. Situaciones irrelevantes. Nada de eso vale la pena. Somos cuerpos con fecha de caducidad que ocupan un espacio en el universo. Un diminuto espacio en el universo. Nos iremos. Nadie nos recordara. Estaremos muertos. Algún día. Tenemos fechas de vencimiento.

Pero, ¿Qué pasa con aquellos que cambian esa fecha? ¿Con aquellos que su esófago, su cerebro, sus nervios, sus riñones, sus células están bien pero no quieren que estén bien? ¿Con los que su corazón late pero han muerto tiempo atrás? ¿Con los que solo respiran? ¿Con los que no viven, solo sobreviven?

¿Con Caroline Claire?

Tomo un suéter marrón y unos jeans negros. Dejo mi cabello exactamente como está y no aplico nada de maquillaje. Bajo las escaleras y mi madre está leyendo el periódico. Ella me dice buenos días sin verme y lo agradezco. Quiero ser invisible.

Tomo un vaso de agua y eso es todo lo que consumo para mi desayuno. Me voy conduciendo con mi estómago quejándose. No quiero comer. Sé que tengo hambre pero también tengo nausea. No voy a comer.




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