Hice Algo Muy Malo

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9.

Mamá me observa del otro lado de la mesa preocupada. Ella me sirvió un plato lleno de arroz blanco y pollo frito, me da un vaso con jugo de naranja. Coloca a mi lado varias rodajas de pan, una gelatina de fresa y agua también.

Yo apenas tocaba la comida.

—Nena. —Susurra—. Estoy preocupada por ti.

Me encojo de hombros y me obligo a masticar el pollo.

Ella se voltea hacia la ventana, evitando mostrarme sus lágrimas. —Sé que te dolió lo de Caroline, pero quisiera que hablaras conmigo.

Muerdo mi labio. No puedo hacerlo, mamá. No puedo. —Estoy bien.

Ella niega. —Cariño, no estás bien. —Señala la comida que ha estado frente a mí por casi media hora—. Has cambiado mucho. No me hablas, no hablas con tus amigos, no sales como antes. ¿Qué te pasa? Por favor dime que no eres anoréxica o…

No. No. No. No lo soy.

—Mamá. —La detengo—. No como porque no tengo hambre, y honestamente, mi peso es lo último que me preocupa ahora.

Ella asiente y me observa de nuevo, con lastima. Con preocupación. Se pregunta si soy la nueva Caroline Claire. Si algún día me sentaré en el frio suelo de un baño con luz tenue y me cortaré las muñecas. Se pregunta tantas cosas que me duele la cabeza de solo pensar en eso.

Ella extiende su mano hacía mí. —Sandy, dime que pasa.

No.

Acaricia con su pulgar mis dedos. —Dime que sucede, háblame, quiero saber cómo te sientes.

Una lágrima cae de su ojo.

Trago saliva y tomo un sorbo de agua. — ¿Qué quieres, Sandy? ¿Qué necesitas?

Y como si alguien moviera los cables dentro de mí, de pronto paso del silencio a no dejar de hablar. No me callo. — ¿Qué necesito? —La reto con los ojos. No estoy molesta con ella, no con nadie. Tal vez con Caroline. Tal vez, solo conmigo—. ¿Qué quiero? ¡Quiero que Caroline Claire vuelva a estar viva! Quiero que ella regrese. Quiero que me mire y se ría porque todo fue una broma. Quiero que me diga algo. Un chiste, un insulto, algo, cualquier cosa. Quiero que vuelva a hablar. A respirar. Quiero que abra sus ojos y me mire y yo pueda verla y quizás, este infierno se acabaría.

Mamá comienza a derramar varias lágrimas. Yo me quedo con la boca seca. Las palabras han salido pero no todas, no las que me condenan y las que de alguna manera, me harán libre. Ella me toma de los hombros después de caminar hacia mí y me abraza. Susurra cosas como que me quiere, que me entiende, que está bien, que ella me va a ayudar.

No lo entiende.

Nadie podrá sacarme de esto.

Nos calmamos un poco y se vuelve a sentar frente a mí. Ni siquiera recuerdo la mitad de lo que le acabo de decir pero al menos, tengo fuerza para comer algo. Si no como, sé que acabaré como ella. Como la chica que se mató por mi culpa. Y quizás, tengo miedo. Miedo que después de la muerte, ella me esté esperando. Y quizás no tengo miedo de morir, quizás lo merezco. Quizás no sé quién soy últimamente.

Mi madre se levanta y toma un sorbo de su café. Ella afirma: —Estoy tan contenta que ese chico estaba cerca cuando caíste.

Me desmayé. No sé porque pero lo hice. Supuestamente, estoy deshidratada y sin las calorías suficientes para sobrevivir. No vivir, sobrevivir. Charlie estaba ahí y llamó a la enfermera.

—Sí. —Susurro pero pienso en Charlie y como en algún momento, me reí de él.

Y en ese momento, no sabía que algún día él me ayudaría.

~

Tomo mi computadora y entro a Facebook. Alguien quien no conozco me envió un mensaje diciendo que jamás pensaron que la perfecta Sandy Jones fuera tan rara.

Veo el número de personas que “me sigue” y alguien me ha dejado de seguir. En realidad, como veinte me dejado de seguir. Entro al perfil de Adam pero parece que me ha bloqueado. Ellie aún es mi amiga, por lo menos en internet. Jessica también. Ceci me ha eliminado y ahora, está hablando de lo extraña que soy.

Entro al perfil de Caroline Claire y leo su última publicación, días antes que muriera:

“Todo podría ser mejor, pero también todo podría ser peor”

No Caroline, todo debía ser mejor. Todo para ti.

Y ahora, todo es peor.

Cierro los ojos y siento otra vez la tristeza golpeándome fuertemente por todo el cuerpo. Estoy muriendo. Estoy quedándome sin vida. Sin energía. Sin amigos. Sin mentiras por decir.

Abro los ojos y le escribo un mensaje a Ellie: “Te extraño”

Ella lo lee, pero no lo contesta. No me extraña. ¿Quién me extrañaría de todos modos? Limpio las lágrimas de mi mejilla y abro otra ventana. Sale el buscador de Google y escribo: Estoy sola.

En las imágenes, me aparecen varias fotografías e imágenes. Las leo cada una hasta que me aburro.

Es raro pensar como miles de personas se sienten solas, miles que de alguna forma no lo están. Pero yo sí. Estoy sola. Sola como el cadáver de Caroline enterrado entre la fría tierra. Sola como una melodía olvidada. Como la vida de alguien que se fue demasiado pronto. Sola como yo.




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