Hice Algo Muy Malo

11.

La siguiente vez que vi a Charlie fue el domingo.

Le pregunté a mamá si sabía a qué iglesia iba la madre de Caroline, ella me dio el nombre y fui hasta ahí. No busco ninguna sanación por medio de ningún santo o ángel pero solo me acerque para confirmar que había gente que extrañaba a Caroline. No sé porque lo hice, pero aun así, aquí estoy. Varias personas aún iban de negro y aunque ha pasado un tiempo muy corto desde su suicidio, su madre sigue viéndose tan demacrada como la última vez que la vi. No me acerco porque no quiero hablar con ella.

Porque tiene rasgos de Caroline, entonces, su fantasma se haría real.

Pero al terminar con el servicio, lo volví a ver.

Él estaba hablando con su madre, creo que esa mujer es su madre y luego me voltea a ver. Frunze el ceño, porque seguramente no cree que pueda estar aquí. Se acerca y me saluda.

—Hola. —Contesto.

Charlie me estudia disimuladamente de arriba hacia abajo. Sé que piensa, que estoy loca por vestirme así. Es solo que hoy por la mañana encontré una camiseta vieja que Caroline y yo compramos cuando éramos más jóvenes. Me queda un poco pequeña y está gastada pero no importa, solo quería usarla.

Suspira y regresa su mirada a su madre. — ¿Estás sola?

Siempre lo estoy. —No, solo vine a ver.

Asiente. —Bueno, podrías venir a comer con nosotros si quieres, vamos a un restaurante de hamburguesas pero…

Sé que no sabe que decir. Veo hacia a un lado, en donde nadie me espera. En donde no importo. —Bien, si quieres… si a tu familia no le importa.

Niega con una sonrisa. Charlie era un desconocido para mí hace unos días pero ahora comienzo a creer que es realmente alguien bueno, alguien que es ignorado solo por la forma en que se ve.

Caminamos cerca de una señora con un vestido blanco y un hombre que se parece mucho a Charlie, pero él está vestido con una camisa verde limón y unos pantalones de mezclilla. Charlie me señala y pregunta si puedo acompañarlos a comer, ambos sonríen y dicen que sí. Su madre le da una mirada pero Charlie rueda los ojos.

Una chica más joven que nosotros dos se acerca con un pequeño niño de la mano. El niño tiene claramente una enfermedad pues sus ojos se desvían hacia arriba y abre la boca como si estuviera pronunciando palabras pero no hace ningún ruido.

Alejo la vista rápidamente y espero que no se haya visto mi cara de sorpresa. No me malentiendan, no tengo nada contra él pero siempre me siento nerviosa con las personas con capacidades diferentes o simplemente diferentes a mí.

Ella me ve y luego a Charlie. —Ella es Sandy. —Explica Charlie, voltea hacia mí—. Ella es Jenna, mi hermana. —Señala al pequeño—. Él es Harry, son mis hermanos.

Todos actúan tan normal que no se dan cuenta de mi nerviosismo por Harry. Harry me mira, me señala y suelta una sonrisa enorme. Una sonrisa que hace sus encías mostrar. Hay algo en su sonrisa que mueve mi corazón. Por primera vez, desde hace mucho tiempo, veo un rostro tan honesto. Una sonrisa tan pura y limpia. Sin evitarlo, sonrío casi tan grande como Harry.

Los padres de Charlie me sonríen al igual que Jenna. Quizás estén pensando cosas como, “esta chica es dulce”, o quizás algo como: “Que bueno que Charlie se hizo amigo de alguien tan amigable” Pero no saben lo que he hecho, no saben quién soy realmente.

Y así, mi sonrisa cae.

~

Charlie y yo nos sentamos fuera de su casa, que no está tan lejos de la mía. Después de comer, me invitó a pasar un tiempo con él. Creo que nunca sabrá lo agradecida que estaba cuando lo pidió. Nadie me invita a nada. Nadie me escribe nada. Nadie me necesita.

— ¿Vuelves mañana? —Se refiere a la escuela.

Asiento. —Si… sí. —Suspiro. Sé que mañana las cosas no serán iguales a cuando Caroline aún estaba viva. Sé que la gente seguirá viéndome y hablando de mí.

Charlie mueve su cabello hacia atrás. —Sandy, lamento que pases por todo esto.

No sé a qué se refiere pero lo tomo, solo porque necesito algo de pena que no sea por mí misma. Giro hacia él. — ¿Cuántos años tienen tus hermanos?

Parpadea. —Jenna tiene trece y Harry tiene cinco.

Asiento tomando un mechón de mi cabello y observando como el rubio se ve más pálido, sin vida. —Me agradan.

Jenna es algo extraña. Usa calcetas de colores con sandalias y le gusta comer papas fritas con mostaza, eso es asqueroso pero seguía preguntándome cosas y seguía escuchando mis respuestas con atención. Y aunque es extraña, me agrada de verdad.

—Le agradas a Harry. —Afirma—. Eso es extraño.

Sonrío recordando al pequeño Harry, realmente es dulce. Me sonreía todo el tiempo, me llevó una servilleta de papel y tomó mi mano por unos segundos. —Él es adorable.

Charlie suelta una pequeña risa pero su alegría desvanece rápidamente. —Las personas… Harry no tendrá una vida fácil pero… —se acerca un poco a mí y baja la voz—. Cuando pregunté en clase si podía volver a explicarme lo último y todos rieron, alguien me llamó retrasado… me dolió pero no por mí, por Harry. Él siempre vivirá bajo esas palabras, solo trato que no las crea, que él entienda que es mejor que todo eso.




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