Cuando piensas que las cosas no pueden ir peor, lo hacen.
Esta vez no estaba en la escuela, las cosas ahí eran difíciles pero al menos después de todo eso, podía ir a casa y ocultarme. No fue tan sencillo cuando estaba sentada en el pórtico con Charlie charlando justo en el momento que un auto negro se detiene frente a mi casa.
Ambos dejamos de hablar y dirigimos nuestras miradas hacia ahí. Salen tres personas. Tres chicas que conozco bien. Bajan con sus zapatos altos a juego con sus vestidos brillantes. Demasiado maquillaje oscuro y labios rojos.
Yo solía verme así.
Esto es lo peor de todo, la manera en que entra pánico en mí. Es raro pero al momento que ellas caminaban hacia mí, pude verme. Pude ver mi cabello rubio recogido en una trenza de lado, demasiado rímel y una estúpida sonrisa engreída. Ya no miraba a Ellie o a Cecilia, solo me miraba a mí. Jessica era yo. Ellie era yo. Cecilia era yo. Todas ellas aprendieron de mí.
Charlie me dirige una mirada pero me esfuerzo para mantener mi rostro con una expresión seria. Yo era la cazadora y cualquier rasgo de miedo, era usado en mi ventaja. Cuando Caroline abría sus ojos como un venado asustado, eso alimentaba mi ego y mi alma sin piedad.
Y ahora yo soy el venado, justo en el blanco de las cazadoras.
—Sandy. —Cecilia, de alguna manera, es la nueva dueña de Ellie y Jessica.
No le contesto. Jessica sonríe y Ellie solo me observa seria y tal vez, con un poco de desprecio.
—Oh no, ¿Charlie? —Jessica ríe—. ¿Te juntas con el retrasado?
Soy consciente de la enfermedad de su hermano. Ahora mismo estoy irritada.
— ¿Qué rayos quieren? —Me levanto y me quedo justo a su altura, Charlie también.
Cecilia sonríe. —Vamos a una fiesta, ¿Quieres ir?
Niego. Levanta su ceja y sé que algo va mal. Algo no está bien en absoluto. Ese gesto de complicidad con el diablo, me aterra.
Mi cuerpo se tensa y está completamente frío. —Vamos, será divertido —Ellie arruga su nariz mientras mira a Charlie.
Charlie me observa confundido, seguramente no sabe qué hacer en esta situación. Ni siquiera yo sé que hacer.
Algo me dice que no debería ir, que debería quedarme en casa e ignorarlas pero algo hizo que ellas se detuvieran en mi casa solo para llamarme. Tal vez debo aceptar mi castigo. Seguramente han planeado algo y tengo que afrontar mi condena.
— ¿Dónde es? —Les pregunto conteniendo la respiración.
Jessica trata de disimular una pequeña sonrisa. Cecilia chasquea su lengua. —Como que lo olvidé… oh… no, espera… —Está jugando conmigo—. Sabes, mejor no vayas.
Frunzo el ceño. Están locas.
—Sí, apestaría estar en el mismo lugar sabiendo que estás ahí. —Jessica siempre ha sido así, con todos. Cruel, pero nunca lo había sido conmigo.
Finjo sonreír. —Me da igual, solo váyanse.
Ellie rueda los ojos. —No puedes mandarnos.
Charlie finalmente habla: —Solo, deberían irse.
Cecilia bufa. — ¿Tu niño virgen nos das ordenes? —Como si acabara de idear la cura para el cáncer, aplaude—. Oh Dios, lo entiendo ustedes tienen sexo.
¿Qué? —Vete de aquí. —Ordeno.
Cecilia cambia de aspecto, está enojada. —Ya no importa nada de lo que digas Sandy, la gente piensa que eres una porquería de persona y siempre lo has sido.
—Sandy., —Charlie se acerca pero Jessica lo empuja un poco.
Levanto mis manos. —Oigan, están en mi casa y deberían irse.
— ¿Llamarás a tu mamá? —Cecilia pregunta—. ¿Acaso lloraras de nuevo?
Sí. Quiero llorar.
—Ahora entiendo porque molestabas tanto a Caroline. —Escuchar el nombre de Caroline en los labios de Cecilia me produce dolor de cabeza. Ella la trataba como porquería pero no le importaba—. Estabas celosa, ¿No? Ustedes eran amigas, que patéticas por cierto, ya vi esos videos tan estúpidos.
Los videos que según yo, borré.
Los videos por las que nos peleamos.
Los videos que desencadenaron todo esto.
—Vete de aquí. —Aprieto mis dientes. Estoy furiosa.
No quiero ver a nadie, solo quiero estar sola y hundirme entre mis penas y lamentos. Ya estoy cansada. Entiendo que estas tontas me hagan sentirme miserable en la escuela, pero, ¿En mi propia casa? Me siento tan vulnerable y en cualquier momento me voy a quebrar.
Ya no puedo con esto.
Cecilia sonríe. —Como que no quiero.
Jessica bosteza. —Por cierto, Sandy, deberías checar mi perfil como a eso de la media noche.
No entiendo que quiere decir pero lo ignoro, no vale la pena pelear con las que alguna vez dijeron ser mis amigas.
Cecilia se acerca y toma un mechón de mi cabello. — ¡Puja! Ya ni siquiera lavas tu cabello, ¿Por qué de pronto te volviste tan patética? Qué asco.