17.

17.

Charlie me llama en la noche.

No hemos hablado en casi toda la semana. No he querido ver su rostro desde que ese video se hizo popular entre la escuela. Es obvio que ya lo vio y sabe la porquería que soy. La verdadera escoria que soy.

Aun no le he dicho nada a mamá y debo forzarme para decirle que el director quiere hablar con ella y con papá pero no puedo. Tengo tanto miedo. Ella lo entenderá. Entenderá porque me estoy hundiendo y no sé cómo reaccionará.

Contesto con las manos temblorosas.

— ¿Sandy? —Pregunta del otro lado de la línea.

Suspiro. —Hola.

Se queda en silencio. —Sandy… yo vi el video.

Cierro los ojos. Mis mejillas se sienten tan raras por todas las lágrimas que se han secado. —Ya.

Suspira. —No… no quiero, no puedo…

Espero a que siga hablando.

—Lo que quiero decir es que, de alguna manera, lo sabía. —Afirma—. En tus ojos, había demasiada culpa y yo… lo lamento.

No le respondo.

—No sé qué piensas tú de mí, Sandy. —Suelta—. Pero hablo enserio cuando te digo que te apoyo, y que estoy de tu lado.

No debería estar del lado del enemigo. De quien ha asesinado a una persona. —Soy una porquería. —Suelto.

Bufa. —No lo eres, en absoluto.

Cierro los ojos con fuerza. —Lo soy, Charlie… soy lo peor de lo peor, no entiendo cómo puedes seguir hablando conmigo, como puedes seguir siendo amigable.

Charlie responde: —Porque sí y ya. No hay explicaciones para todo, es como si me hubieras preguntado por qué algunas nubes tienen formas de animales. Por qué sí.

No sé pero su respuesta me dio gracia. Me río histéricamente y él también se ríe. Pero sé que esto solo es una reacción. Tengo tanto dolor dentro de mí que me asfixia y buscaré pequeñas escusas para reír de nuevo, a pesar que ya nada me da escusas para siquiera sonreír.

Excepto Charlie.

—Charlie. —Me detengo.

Nos quedamos callados por un minuto.

—Gracias por ser mejor que yo. —Es verdad. En otros casos, yo estaría del lado de los demás. Del lado de las personas que odian a la chica que mató a otra.

Charlie suelta una risa corta. —Cuando quieras.

~

Ruido de nuevo, pero esta vez, real.

Era temprano y faltaba mucho para despertar.

Salgo de la cama y bajo las escaleras. Por alguna razón que pronto descubriría, las luces de la cocina, el pasillo y la sala de estar estaban encendidas. Bajo y me acerco a la cocina.

Mamá tiene ambas manos sobre su boca y los ojos llenos de lágrimas.

Mis ojos se apartan de ella para ver lo que sea que está viendo.

El video.

Ella lo está viendo.

Y escuchando.

Y entendiendo.

—Mamá… —No sé qué más hacer.

Ya no queda nada por hacer. Ese fue un momento crucial en mi línea del tiempo. Después de este segundo mi madre jamás me vería con la misma suavidad en su mirada. Ya no tendría confianza completamente en mí. Ya no pensaría en mis buenos momentos, sino solo en los momentos en donde le mentía. En donde le decía que Caroline ya no se juntaba conmigo porque habíamos cambiado.

Ella aparta sus temblorosos ojos de la pantalla para verme, niega lentamente. —Sandy…

Respiro cortadamente. —Mamá… lo siento yo no quise que las cosas…

— ¡Detente! —Me grita y mi cuerpo se enfría. Ella raramente grita—. ¿Qué es eso?

Mis ojos se humedecen y no puedo responderle.

Ella eleva sus manos al techo. — ¿Qué le hiciste a Caroline? —Me grita y limpia sus mejillas con enojo—. ¡Era tu mejor amiga! —Abro la boca y me calla levantando su mano. — ¡No!

Mis lágrimas vuelven a caer, ella niega.

Suspira. —Sandy… sube a tu habitación.

Trato de acercarme. —Mami… por favor.

Se gira bruscamente. —Vete. A. tu. Habitación. Ahora. Sandy.

Cubro mi rostro y sollozo. —No, por favor, tu no…

Ella no me responde, no puedo subir a mi habitación porque me duele. Me duele cada pensamiento. Cada sentimiento. Cada movimiento. Todo. Duele.

—Mamá. —La llamo con la voz rota, sin embargo, ya se ha ido de aquí.

Y como lo último y más bajo que he hecho en mi vida, me acuesto en el suelo, cierro los ojos y lloro con fuerza.

¿Por qué si soy tan mala sigo viva?

¿Por qué no me morí yo en lugar de Caroline?

¿Por qué?

Quiero detener todo este dolor pero no puedo hacer nada en absoluto.