Llamaron a mamá muy temprano, demasiado temprano.
Ella iría a la escuela y yo no. No sé qué harán conmigo. No sé si me expulsaran o si solo me pondrán un castigo. Pero no importa.
Ya no importa nada.
Mientras estaba en mi cama, esperando por las noticias de mi futuro académico, decidí hacer algo que debí hacer hace mucho tiempo.
Escribo: “Caroline Claire” en google.
No aparece mucho. En realidad, aparecen varias personas que no conozco. No entiendo de donde consiguieron el video original. Todos, incluyendo a mi madre y al director de la escuela, han visto solo las grabaciones de esa fiesta. Seguramente Cecilia es quien lo tiene, pero, ¿Cómo lo encontró?
Muerdo mi labio mientras pienso.
No es como si ver o encontrar ese video ayudará en algo, pero debe de haber más pistas. O algo más.
Solo algo más.
Luego veo todo lo erróneo que he hecho. “Claire” era el nombre que ella odiaba. Yo obligué a todos a llamarla así porque sabía que más que odio, le dolía.
Ella no lo odiaba solo por ser un nombre que no le pareciera bonito, yo sabía la verdadera razón.
Su abuela murió. Su más querida abuela y quien quiso con todo su corazón. Ella murió y escuchar su nombre le dolía porque ella fue nombrada en su honor.
Un día me lo confesó.
Caroline hizo a un lado su cabello. —Lo odio, ¿Sabes? La manera en que todos siguen llamándome así…
Asiento.
Ella casi llora cuando me confiesa que le duele escuchar su nombre. No él de Caroline, el de su abuela.
Me acerqué y la abracé.
Le prometí que golpearía a quien la llamara Claire.
Debí golpear a la escuela entera.
Debí golpearme a mí.
Niego mientras suelto aire molesta. Yo fui tan mala con alguien que no lo merecía, y quisiera reparar todo esto pero no se puede. No puedes pedirle perdón a una tumba. No puedes reparar el cristal roto.
Escribo Caroline y me quedo pensando. No creo que haya sido tan obvia, y si no, ese video hubiera aparecido días después de su funeral.
Luego lo recuerdo.
Ella siempre usaba su apellido materno cuando hacia cuentas en páginas de juego o de moda. Eso fue hace algunos años atrás pero tal vez seguía con esa mentalidad.
Escribo: Caroline Longwood.
La pantalla se ilumina con su rostro. Su nombre. Su vida. Sus secretos.
Ella.
Su mirada acusadora y triste, llena de dolor y miseria. Llena de oscuridad. Llena de odio. Caroline tenía un blog, uno que empezó aparentemente dos años atrás.
Mis ojos no pueden creer lo que están viendo y no puedo creer lo fácil que era encontrar todo esto. Mi corazón palpita muy fuerte.
Bajo por el blog y miles de imágenes salen, la mayoría en blanco y negro. Cosas relacionadas con la soledad, la desesperación, el dolor, la depresión, el pecado, la amargura.
Chicas tiradas en el suelo llorando.
Gente que se fotografía cortándose.
Caroline compartió todas esas fotografías de otras personas en su blog.
Mi corazón se detiene cuando veo un video. Este dura un minuto, dudo en verlo pero lo hago. Ella no está tan triste y habla acerca de una cita y que tal vez, las cosas van a mejorar. Motiva a quien vea ese video a no rendirse.
Pero si tú lo hiciste, Caroline.
Sigo bajando y hay un largo párrafo. Titulado: “Sola, muerte, adiós”
Esta podría ser su carta de suicidio. Le tomo captura de pantalla, la pego en un documento para escribir y lo minimizo. No quiero leerlo ahora. No quiero seguir hundiéndome. Ya no quiero que más palabras me entierren hasta lo más profundo en donde mis gritos suenan como respiraciones cortadas.
Ya no, Caroline.
Luego, hay un artículo acerca de sus canciones favoritas. La mayoría son de una chica, supongo, llamada Aurora. Frunzo el ceño. Jamás había escuchado de ella.
Quizás lo haré luego.
Bajo y bajo ignorando las imágenes de personas llorando, fotos con fondos negros y palabras de desesperación. Lo sé, Caroline. Sé cómo te sientes.
Y finalmente, lo encuentro.
El video.
Pero hay algo extraño en él. El video que mostraron en la fiesta dura dos o tres minutos, este dura quince minutos.
Guardo el link en mis marcadores y cierro la computadora.
¿Por qué un video que duraba quince minutos se redujo a tres?
¿Por qué?
¿Qué más dijo Caroline que no quisieron mostrarlo al mundo?
En ese momento, escucho un auto estacionarse y sé que mamá ha llegado. Estoy casi preparada para enfrentar las consecuencias. Casi.