Hice Algo Muy Malo

21.

 

Voy a la biblioteca para empezar con un trabajo de literatura que me dejaron. Comienzo a leer un libro llamado “La Odisea” cuando escucho algo extraño. Me levanto y sigo ese ruidito como de un fantasma.

Pero no es un fantasma.

Es Ellie.

Ella aun no me mira porque está llorando y tiene la cara entre sus rodillas. Dudo si alejarme o preguntarle qué le pasa. Antes que pueda decidir, levanta el rostro y me ve. Ella sube las cejas y jadea.

—Sandy. —Pronuncia mi nombre con sorpresa.

No le contesto y limpia rápidamente su rostro.

Tomo un pañuelo desechable que guardo en mi sudadero y se lo extiendo. Ella frunce el ceño pero lo toma y aclara su garganta. —Gracias.

Limpia debajo de sus ojos en donde tenía maquillaje regado y comienzo a caminar hacia atrás, cuando me detiene.

—Espera. —Baja la voz porque estamos en la biblioteca y se supone que no hablemos en absoluto. Eso y que ya no somos amigas.

— ¿Qué? —Pregunto. En muchas semanas, es lo primero que le digo.

Suspira. —Solo… siéntate conmigo.

Dudo pero lo hago. Me siento frente a ella con las piernas cruzadas. Tengo que subirme un poco el pantalón porque me queda flojo.

Ella suspira. —Yo… sé que ya no hablamos pero necesito confesarte algo,  solo, creo que solo a ti podría decírtelo.

No le respondo. No puedo creer que me trata como basura y aun así quiere que sea su amiga por un momento.

Sin embargo, no digo nada.

—Yo. —Baja la mirada y pienso que ya no dirá nada más, pero subo la cara y con decisión y miedo, afirma: —Estoy embarazada.

Mis ojos se abren un poco pero en realidad, no es sorpresa. Siempre pensé que tendría un bebé antes de cumplir veinte. Ya sé, es una basura pensar esas cosas de tus amigas.

Así era. Cuando tenía amigas.

—Ah. —Es todo lo que puedo decir.

Ella estalla en lágrimas silenciosas. —No sé cómo se lo diré a mi familia y a… el padre, yo… no sé quién es.

Bajo la mirada a mis zapatos. —Lo siento.

Ella asiente. —Es un secreto, Sandy. —Se inclina y toma mis manos sorpresivamente—. Por favor, no se lo digas a nadie.

Quito mis manos de las suyas. —No me importa, no lo diré.

Arruga la frente pero asiente. —Bien, gracias… supongo.

Trago saliva y me coloco de pie. —Quédate con otro. —Le doy un pañuelo más—. Tengo tarea que terminar.

En ningún momento Ellie se disculpó por la manera en que me trata. Solo quiso tenerme ahí, por un momento, para utilizarme como su diario. Necesitaba desahogase y yo fui quien utilizó para eso.

Entonces entiendo que ella jamás fue una verdadera amiga.

Ni siquiera un poco.




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