Historia de una mujer

Pobre niña.

5parte

Esa pobre niña, acostumbrada al maltrato desde su niñez, creía que ese era su destino: vivir humillada y pisoteada por los hombres. Hasta que a la edad de 13 años, a dos meses de cumplir 14, su hijo mayor enfermó de gravedad por un virus que fue mortal para él. De ese día en adelante, algo en ella se rompió. La vida de enfrentar tanto dolor. Y así, no renunciar a sus otros tres hijos, pero ese hombre al cual ella había dado ocho años de su vida no aceptaba que estudiara.
Su hogar se transformó en un campo de batalla. Ella ya no aceptaba ser sumisa y aguantar tantos insultos, gritos y peleas.

Entonces ella tomó una decisión: dejarle y seguir su camino. Ella tuvo que pelear para no quedar en la calle con sus hijos. No quiso aceptar ser pisoteada nuevamente porque en esa casa había sudor suyo y de sus hijos.
De ahí en adelante, ella siguió su camino trabajando y sacando adelante a sus tres hijos. En muchas ocasiones pasaron hambre, pero ella seguía luchando por ellos.
Un año más tarde, conoció a un hombre 11 años menor que ella. Se enamoró perdidamente de él. Él, el cual cambiaría su vida para siempre, un chico guapo de buen parecer, un joven bastante manipulador y mentiroso. Aunque ella supo desde el principio que él no era tan sincero, se quedó con él.

Vivieron dos años juntos. Ese hombre, el cual ha marcado su corazón y su vida. Ella se entregó con el alma para él. Tuvieron muchas diferencias, él la engañó, la mintió, pero ella le perdonó porque ella nunca había sentido ese sentimiento. Aunque era un joven rebelde lleno de defectos, él la trató como ninguno de sus anteriores parejas lo hizo. Él dejó de engañarla y se portó bien por un tiempo.

Luego de unos cuantos meses, él volvió a su pueblo de origen dejándola. Unos cuantos meses después, ellos volvieron a hablar y a estar juntos otra vez. Ella se mudó a ese pequeño pueblo para estar con él. Él tomaba mucho, malgastaba, como si no pensara en el futuro. Hasta que un día, aquel gran amor de parte de aquel chico guapo, amable y dulce se volvió en más peleas, discusiones por celos sin fundamento.

Ella no era una mujer perfecta, pero lo amaba y lo respetaba. Pero él decidió dejar de creer en su amor. Ella nunca supo la verdadera razón, pero se cansó y lo dejó.
Un día él salió, volvió tomado y ella estaba triste porque le había preparado el almuerzo con mucho amor, lo esperaba, pero no llegó. Horas más tarde, al llegar ya de noche, al verla bajoneada le dijo: "Si vas a estar así, mejor me voy otra vez".

Ella, muy cansada ya de su actitud, le dijo: "Ahí está la puerta". Él se fue, volviendo a la media noche. Ella no le abrió la puerta, lo llamó a la ventana y lo despidió dándole sus pertenencias. Con todo el dolor de su alma, no dejó que él notara su dolor.

Ese gran y apasionado amor, ya era enfermo. Las peleas ya se estaban volviendo rutinarias y violentas. Con el corazón hecho pedazos, ella lo despidió. Desde ese momento su alma se marchitó, su corazón se quebró y no volvió a sanar. Pasan los años, ella sigue su vida sola, sin permitir que nadie entre en su corazón ni en su vida.
En ella no hay más espacio que para sus hijos. Se cansó de intentar la vida al lado de alguien. Una niña cuyo padre le hizo creer que las mujeres nacieron para ser sirvientas, sumisas y calladas, vivió su vida siendo pisoteada y usada por los hombres. Su miedo a la decepción creció tanto que prefiere vivir en la soledad que volver a creer que alguien "la cuidara para siempre".

Con el tiempo y el conocimiento que iba adquiriendo, supo cuánto valor ella tenía, así que dejó de aceptar propuestas de hombres. Y ahora, su vida es trabajar y estar con sus dos hijos. Su tiempo, su vida es para ellos. Ese hombre, el amor de su vida, el cual ella tuvo que renunciar porque no estaba dispuesta a repetir la misma historia. Ella cerró con llave su corazón. Ella tuvo momentos tan felices con ese hombre que prefiere recordarlo para siempre y no sustituirlo con alguien más. Para ella no existe nadie más. Porque con él, ella conoció el verdadero amor, y también el dolor de la separación.
Por eso vive su vida lo más privada posible, sin amistades, ni romances ni pasiones. Una niña mujer, solitaria. Esa niña mujer que la vida la llenó de trampas, le robó la infancia, la juventud, el amor y la salud.




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