Palabras del personaje principal:

Hoy he alcanzado mucho, pero aún me faltan muchos sueños que deseo cumplir. Pero puedo decir con esa actitud que estoy más que feliz y orgullosa de todos mis logros. A pesar de que el destino me ha puesto a prueba en varias ocasiones, hoy por hoy me siento casi realizada.
Y creo que todos podemos lograrlo si no dejamos que nuestro pasado o las circunstancias de la vida nos derrochen.
Hubo momentos en mi vida que deseaba no haber nacido. Pasé por tantas cosas que no merecía.
Y entonces llega el momento en que buscas en todos lados una palabra o alguien que te aliente, que te dé esperanza para seguir. Lo buscas, pero no la encuentras. Hay un enorme silencio que te cubre por completo, una oscuridad y una soledad infinita. Y no ves el fin, no ves luz ni salida. Abres la boca y gritas, pero tus fuerzas se agotan.
Porque nadie te oye. Te sientes perdida y completamente sola. Le clamas en tu silencio al Dios del cielo, pero él también está en silencio.
Pones tu cabeza entre tus rodillas y piensas: “¿Por qué?” o “¿Para qué?”. ¿Qué hice para merecer esto? Y sientes como si el mundo entero estuviera en tu contra. Te das cuenta de que tú sola debes seguir y luchar por los que amas.
Entendí que el tiempo no camina, más bien corre. Corre a una velocidad que no nos damos cuenta. Dicen que con el tiempo se curan las heridas, pero no es así. Yo digo que las cubre, las maquilla, porque nunca dejan de doler.

Cuando perdí a mi hijo, me quedé con las ganas de decirle tantas cosas que no le dije porque creí que siempre tendría tiempo para hacerlo. Y así fue con mi madre también cuando se fue.
Me quedé con ganas de decirle tantas cosas, que creí siempre tendría tiempo para hacerlo, pero no fue así. Se marchó a un viaje sin retorno y ahora es demasiado tarde para mí.
Por eso digo que el tiempo corre, no camina. Corre a un paso que ni siquiera nos damos cuenta en qué momento se nos va.

El tiempo nunca se detiene,
se detuvo para ellos, pero para mí sigue corriendo.
Ahora comprendo que nunca hay suficiente tiempo para vivir, pero que el poco que tenemos debemos aprovecharlo y que siempre es tiempo de decir lo que sentimos a quien amamos, que nunca es tarde y nunca es temprano para empezar a hacerlo si aún estamos vivos.
Yo:
Tengo más daños que años. Carreo cicatrices dolorosas. Tengo virtudes, defectos. En varias ocasiones me he equivocado y aprendizajes que muchas lágrimas me han costado. Pero no me quejo, todo eso me ha vuelto más audaz, más inteligente. Por eso ya no creo en todo lo que escucho y mejor observo. Me oculto entre las sombras y en mi silencio el dolor corre por mis venas. Lloro y saco todo eso que no es útil para mí. Y por la mañana me levanto con una sonrisa y sigo, el mundo me espera.
La historia de una mujer. Permitir escribir este libro me liberó de mis miedos, de mis propios pensamientos destructivos, de mis peores pesadillas. Antes de permitir plasmar estas líneas, sentía que cargaba una tremenda mochila en la espalda. Mi vida, desde que tengo memoria, fue siempre acompañada de mucho dolor, una vida miserable llena de angustias, odio y dolor. No sabía lo que era la felicidad.
Siempre que creía que por fin tendría algo de paz y felicidad, todo se volvía una pesadilla, y así fue por muchos años. Sé que en parte, después de todo, la culpa también era mía porque confiaba siempre en las personas equivocadas. Era tan ignorante e inocente que me dejaba usar y pisotear, y de tantas cosas que me pasaban, muchas veces odié a mi padre.

Sentía que la mayor parte de mi sufrimiento era por culpa suya. Tal vez, en parte eso sea cierto, pero bueno, ya está, es parte del pasado, y más ahora que él ya no está en este plano. He dado vuelta a la página y he empezado a escribir mi historia nuevamente. Solo que esta vez seré yo la protagonista de mi propia historia. He puesto al olvido todo aquello que por años me ha robado el sueño y la paz mental...

¡Sigamos juntos!

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