El despertar de la conciencia no es de golpe, requiere paciencia.
Siguiendo el consejo de Samara, al llegar a la curva, tomó un taxi, era ya de noche cuando llegó a su apartamento. Lo primero que hizo fue bañarse después de tanto sudar. Duró largo rato en la bañera, pensando, no solo en Samara, sino en su circunstancia, en su familia, en ese barrio. Y en esos niños.
Su infancia fue tan plácida, su madre nunca trabajó, se dedicó a él. Siempre tuvo lo que deseaba, su padre había sido bueno y siempre sacó tiempo para él, creció rodeado de niños en igual condición económica. Su infancia se remitió a ser feliz y a estudiar, hasta que en 2006, descubrió su amor por la informática, había visto una saga de películas de ciencia ficción en un mundo distópico: MATRIX, donde narraban un mundo hecho a través de programas de computadora. Y decidió que él sería un programador; un gran programador. Tendría su propia empresa de software y no permitiría que nunca las máquinas se revelaran contra la humanidad. Sonrió, al recordar sus deseos de niño. Deseos que, al fin y al cabo, lo habían hecho el empresario próspero que era hoy en día. Sí, se había esforzado y estudiado mucho, pero como Samara señaló, el dinero no fue un obstáculo; pero, esos niños ni infancia tenían. Se la habían arrebatado en un barrido, solo por nacer en una condición económica deplorable.
Eso era injusticia.
Se sentó bruscamente en el borde de la bañera, solía pensar que el mundo era así y él nada podía hacer, pero sí podía; claro que podía, pero había permanecido impasible ante esa tragedia. Y ya no lo haría, no más.
Cuando salió del baño y se cambió la ropa, se fue al estudio, quería hablar con Samara, tendría clases el viernes, pero eso parecía mucho tiempo. No podía faltar al trabajo en la mañana, era el jefe, pero igual no estaba bien. Disciplina, esa cualidad era lo que había conseguido que SUNTECH estuviera donde estaba. ¿Si la llamaba? Podría decir que Sonia le había dado su número. Tampoco quería meterse en sus redes, primero, porque Samara se estaba percatando del hackeo y segundo, sirvió para algunas cosas, pero para otras la única fuente era Samara.
Se decidió a llamarla, el teléfono timbro varias veces, hasta que respondió una voz que no era la de Samara:
- Aló – era Sofía.
- Hola, Sofía. Soy Alejandro – le indicó.
- ¡Futuro cuñis! ¡Qué bueno que llamas! Te quería decir que esos dulces estaban… ¡buenísimos!
- Me alegro que te gustaran y ¿Samara? – Sofía era agradable, pero él quería hablar con Samara.
- Se está bañando. Pero, ya le digo que la llamas.
Escuchó el sonido amortiguado de una puerta que se abría, agua cayendo en el suelo y después, Sofía diciendo:
- Sami, te llama Alejandro.
- Si veis me estoy bañando… Decile que llame después.
Una imagen bastante gráfica se le vino a la mente a Alejandro y sus pensamientos se descarriaron.
El sonido de la puerta cerrándose.
- Que llames más tarde – dijo con voz alta y clara Sofía, sacándolo de sus ensoñaciones.
- Ah, sí… está bien. Hasta luego.
- Dale – colgó Sofía.
***
Pasados 20 minutos volvió a llamar, esta vez sí escucho a la primera la voz de Samara.
- Aló – contesto en su tono serio.
- Buenas noches, Samara.
- Buenas noches, Alejandro. No voy a preguntar cómo tiene mi número, porque los ricos tienen palanca por doquier.
- Chica inteligente.
- ¿Y a qué se debe esta llamada? No tuvo suficiente de mí hoy.
- No, nunca voy a tener suficiente de ti – dijo con la voz cargada de emoción. Samara se quedó callada por un minuto. Alejandro oía el sonido de su respiración.
- Okey… eso fue profundo – rio como para quitar la seriedad del momento- ¿entonces? ¿Cómo llegó? ¿No lo violó nadie más en el camino?
- Ja, ja, ja, no, no hubo más violaciones, tomé un taxi, como me recomendaste.
- Qué bien ¿Qué tal la vista al lago desde la torre ANGELINI? Déjeme adivinar está en el último piso – dijo con sarcasmo.
- Sí, estoy en el piso 29. Puedes venir cuando quieras, a mirar – aclaró antes que lo tomara por otro lado.
- Ajá – dijo Samara con un resoplido.
- Quería comentarte algo que estuve pensando… algo importante.
- Si es de su empresa, NPI, estoy fuera de esa rosca.
- No, no es de la empresa. Pero, te aseguro que serías un elemento valioso en mi empresa o en cualquier empresa; pero mejor si es en la mía.
- ¿Me ofrece empleo? – dijo ella con sarcasmo.
- Solo si quieres.
- Ah… mejor no hablemos de eso, pero si no es de su empresa, ¿qué es?
- Es sobre los niños de tu barrio. Quiero hacer algo por ellos, pero no quiero ser tan torpe, como fui contigo, así que necesito tu ayuda en esa parte. Mi mamá siempre ha trabajado con beneficencia, pero según entiendo es sobre todo en hospitales y orfanatos, nada de esa zona.
- No me extraña, casi nada de la ayuda llega hasta aquí. Pero, ¿está completamente seguro?
- Sí, te doy mi palabra – le respondió Alejandro con mucha seriedad.
- Bueno, creó que lo primero sería que volviera al barrio y usted mismo viera de qué hablo.
- De acuerdo, este fin de semana no. Porque esta lo de la visita de la clase a la empresa. Debo verificar mi agenda, pero el miércoles, creo que podría.
- Está muy bien.
- Por cierto Sofía me comentó que es su cumpleaños el domingo. Deberías traerla a la empresa y así le entrego su regalo, si ustedes permiten, por supuesto.
- Esa carajita… depende de qué sea – dijo con duda en la voz.
- No le des una reprimenda. Me dijo que cumple 15 años; aquí eso es muy importante.
- Lo es. Voy a hablar con mami y el viernes le digo – comentó con cansancio.
- ¿Por qué no, mejor mañana? ¿podemos almorzar si quieres? – preguntó esperanzado.
- No, gracias. – dijo ella cortante. No iba a insistir.
- ¿Una llamada?
- Sí, eso está bien.
- Gracias.
- Bueno, voy a cortar tengo tarea que hacer.
- Está bien, ten buena noche…
- Igual.