25 de octubre.
Era una hermosa mañana, caminé con Sarah dando un largo paseo por los enormes jardines que tenía Ultimo Hogar, la humedad se sentía en el ambiente, el viento soplaba fuerte mientras hacía que los bellos pinos de la entrada se tambalearan suavemente, mientras que los pétalos de las pequeñas flores eran arrastrados por este último.
—Y bueno... ¿Has hablado con Bess últimamente? —Comencé.
—¿Hablar?, ¿Sobre qué debería de hablar?
—Pues no lo sé la he notado muy callada estos días, sé que no es de mucha charla, pero está demasiado... distante.
—Si, bueno hay veces que se pone así, desde la partida de mi padre lo único que queda por apreciar para ella es todos esos tulipanes que el dejó.
—¿A Dónde fue? —Pregunté con cierta amargura.
—Vaya... creí que lo entenderías—Respondió lentamente.
—Oh... eso... ah... discúlpame por favor esa en ningún momento fue mi intención. —Dije rápidamente <<Que estúpido eres Román>>
—No te preocupes por ello, por lo general no sabemos lo que decimos al igual que no medimos nuestras acciones, siempre vivimos con el miedo a arruinarlo todo, pero al menos algunos son "Valientes" y deciden tomar ese riesgo.
—Creo... que tienes razón—Cerré.
El resto del camino fue algo sumamente incomodo, Sarah regresó a su habitación sin despedirse y como ya había hecho las labores que me tocaban ese día, decidí subir también.
Mi cuarto estaba completamente ordenado, pero en aquel rincón seguía mi pequeña mochila, caminé hacía ella, introduje mi mano, y saque un pesado libro de notas, desde que había comenzado el verano había buscado y unido todas las partes necesarias para encontrar a la chica de mis sueños, había soñado, me había desmayado y había lastimado personas; Abrí de par en par aquella libreta, datos, fechas, lugares cualquier cosa que me llevara de alguna manera a Katherine, el no poder recordar absolutamente nada de porque no estaba en mi vida era sumamente frustrante y más aún porque había pasado demasiado tiempo desde que sentí por última vez la esperanza de volverla a encontrar, es más, ni siquiera lograba recordar con total sinceridad para mis adentros el cómo la había conocido, todo con lo que podía conectar mi memoria eran las breves anotaciones, producto de sueños y cosas que me habían contado mis amigos.
<<Y si... ¿Me estaba volviendo loco?>>, <<¿Y si Kat nunca existió?>> No, no podía ser, todo fue tan real, hace unos días volví a sentir mi corazón acelerado al ver a esa chica... Mayra, pero... aun así como lograba saber que Katherine era así, nuevamente solo era por las descripciones que me habían dado, ya que por más fuerte que pensará no lograba memorizar una imagen a la perfección de su rostro, todo no era más que simples conjeturas a base de cosas que probablemente no fueran verdad, realmente no quería engañarme a mí mismo, tantas cosas invadieron mi mente que decidí mejor dejar de pensar en ello, salí sin hacer demasiado ruido de mi habitación para respirar un poco.
—Hola hijo—Me sorprendió una voz a mis espaldas.
—Hola señora Bess, ¿Qué tal va su día?
—Bien, muy bien hijito, te noto un poco estresado ¿Estas Bien tú?
—Oh claro, no se preocupe por eso, ya se pasará, no hay nada que una buena respiración no pueda resolver.
—Sabes Hijo, cuando me siento muy estresada, aunque por la edad eso ya no se me da, además de respirar siempre me pongo a contemplar el paisaje, ¿Sabes lo hermosa que es la vida?, a pesar de todo lo malo que pueda existir... debes saber que siempre va a haber una luz en la oscuridad y eso es lo que tienes que perseguir y puede que una anciana como yo no tenga tanto que aportar, pero me enorgullece decir que soy feliz y no me arrepiento de todo lo que he hecho en mi vida, ya que eso mismo me ha traído hasta lo que soy el día de hoy.
—Nadie podría haberlo dicho mejor—Me limité a contestar.
—Saliendo del tema, Sarah me contó que te gusta mucho dibujar.
—Oh ¿De verdad le dijo eso de mí?
—¿Qué si me lo dijo?, Se la pasa hablando todo el día de ti, Román esto... Román el otr... Oh bueno olvídalo—Dijo cortando abrupta mente la conversación.
—¿Qué es lo que pasa? —Pregunté como tratando de esquivar lo incomodo que había sido eso.
—Oh, si, pues... no sé si lo recuerdes, pero el primer día que llegaste te confundí con el muralista... Bueno... Creo que no te confundí después de todo.
—¿Como? —Pregunté tratando de ocultar la emoción.
—Bueno... Sarah y yo nos preguntamos, ya has pasado un buen tiempo aquí y eres un chico muy responsable, además de que has aportado mucho a nosotras e incluso al señor Goss, así que... ¿Qué te parecería dejar tu huella aquí en "The Last Home"?