Hoy papá volvió a golpearme, ya hace algún tiempo que no lo hacía.
Mamá estaba presente pero no hizo nada, por primera vez no hizo nada.
Papá terminó rompiéndome el labio, me salió mucha sangre, era muy doloroso.
Mamá no hizo nada, sólo observó. Ni siquiera cuando estaba sangrando intentó detener a papá.
Papá se detuvo cuando ya estuvo satisfecho, se acercó a mamá y la besó. Ella aceptó el beso, pero no parecía asqueada como de costumbre, no parecía estar enojada con él. No parecía una víctima, parecía una cómplice.
Aun después de que papá se fuera ella no hizo nada, no se acercó a mí para consolarme, no se acercó a mí para curar mis heridas, solo me dirigió una mirada despectiva y se fue.
Esa no era mi mamá, de eso no hay duda.