Él no se veía bien, así que quise ayudar. No debí hacerlo.
Le pregunté qué pasó y cómo podía ayudarlo. Me vio raro al principio, pero luego sonrió.
Me dijo que había una forma y me llevó a su habitación. Dijo que jugaríamos, que me divertiría, pero no lo hice. No fue divertido.
Duele, sigue doliendo, y duele más al recordarlo.
Me gustaría estar con mamá, me gustaría abrazarla, escuchar sus palabras de consuelo.
¿Mamá, dónde estás?
Te necesito.