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Según ninguna luna abandona a su manada, a su alma gemela y menos a su hijo.
Es lo que ha sido correcto desde que la primera luna y el primer alfa nacidos en el mundo sobrenatural formaran la manada universal, eso era lo que todas las historias alrededor del fuego les habían inculcado desde que era un cachorro.
La luna era el centro de la manada y el alfa las murallas que la protegían.
Y la fuerza de un alfa no venía de su mordida ni de la sangre que corría en sus venas, sino de poder sostener a una manada de pie, próspera y efectiva.
¿Pero alguna vez el peso de ser alfa, protector y regente ha sido compartido? ¿Y si el peso es tal que la manada se desmorone entre sus garras? Desde que Tharne tiene uso de razón no se le permitió llorar, quejarse o negarse a cumplir sus deberes.
Nació para ser un lobo poderoso y fue moldeado a la fuerza para convertirse en un alfa, incluso cuando su alma reclamaba otra vida o al menos una niñez diferente. Fue guiado para ser intransigente, inalcanzable y repeler cualquier tipo de chantaje, aprendió a no doblegarse con su propia luna ni con su hijo.
Hacer valer su palabra siempre sería su prioridad, aún por encima de cualquier cosa.
Los alfas no tienen debilidad, solo el propósito de servir a una manada, imponer su fuerza y dominar a los más débiles ¿Pero y si no quería ser protagonista de esa historia? Se preguntó por muchos años y la respuesta era siempre la misma.
No tenía elección.
Criterio propio.
O el poder de renunciar.
Nacían siendo alfas y morirían de la misma manera, aunque Kerstin nació para ser su luna nunca estuvo de acuerdo con el destino, en el fondo Tharne no era el adecuado cumplio con su deber al traer un heredero y luego se fue con “Su verdadero amor”.
Se fue sin mirar atrás rompiendo el vínculo con su alfa y esto ocasionó que su poder tambaleara, Kerstin se convirtió en la primera luna en la historia en renunciar a su destino, en romper las reglas y convertirse en la traidora más temida por la historia oral de las manadas.
La primera luna en romper el ciclo sagrado.
La primera en rechazar a su alfa, a su linaje y al hijo que la reclamaba por instinto.
La primera en manchar el legado con abandono.
Tharne nunca lo dijo en voz alta, pero el día que ella cruzó los límites del territorio sin despedirse, no solo perdió a su pareja, perdió también una parte de sí mismo que jamás volvió a encontrar.
El lazo se rompió, el espíritu del bosque se agitó y su lobo, Denzel, rugió en su interior durante días, furioso, traicionado y desorientado, puesto que el equilibrio se quebró.
Desde entonces, Tharne fue un alfa solo en título: uno que rugía en reuniones, que daba órdenes que nadie cuestionaba, pero ya no olía a manada, sino a soledad, a dolor y a vergüenza.
Los ancianos lo juzgaban por perder a su luna, su padre lo abofeteó frente a toda la manada, su madre no le volvió a hablar. El alfa que debía guiar a todos, fue abandonado incluso por aquellos que debían sostenerlo, todos lo veían como un fracasado ¿Y lo era?
No eres menos por lo que sentiste —Le decía Denzel en las noches de insomnio, cuando el silencio dolía más que los recuerdos, pero él callaba, porque en su mundo, el amor era las bases sólidas para un buen legado y haber amado a Kerstin, haberse entregado por completo, fue su mayor error, un error que no repetiría.
Kael, era todo lo que quedaba de esa unión fallida, un símbolo viviente del fracaso de su linaje y una esperanza rota que nadie supo cuidar.
Ni siquiera él.
¿Dónde estaba cuando lloró por hambre? ¿Dónde estaba cuando sus colmillos comenzaron a romperse? ¿Dónde estuvo cuando aprendió a caminar y nadie aplaudió?
Solo le importo su orgullo pisoteado ¿Pero y su pequeño? Nunca se había detenido a pensar en su hijo, lo amaba, fue deseado, anhelado y esperado, también fue recibido con amor y una gran celebración, sin embargo, lo olvido.
Y ahora Kael lo odiaba.
Lo desconocía.
Se ocultaba en los brazos de una humana y respondía al espíritu del bosque con más dignidad que cualquier alfa de sangre pura.
Sus pasos eran pesados y a Nox no le dio la gana de aparecer, ese ingrato lo había abandonado, el bosque lo desterró, su hijo no lo quería ver y una enana débil lo golpeó.
Siempre debo resolver tus asuntos. —Denzel se quejó.
—Esta vez sí debes encargarte, no me permitirán llegar a esa puerta y no sé en quién confiar, además Fiona tiene que ver con la desaparición de Kael.
Te dije que no me agradaba, ni bonita es. —Denzel continuó quejándose.
—Debemos descubrir el propósito de esto, le borraron la esencia a mi pequeño. —A su mente vinieron esas imágenes del río.
Nuestro cachorro está cuidado perfectamente, eso nos da una ventaja. —Denzel aseveró buscando el lado positivo de la desaparición del pequeño lobezno.
Al llegar a la fachada de la manada las puertas se abrieron para él, las luces se encendieron. —Alfa. —Su beta se acercó. —Pensamos que había desaparecido, han pasado cuatro días desde que lo vimos.