Capítulo veintiuno:C
Sacudo mi cuerpo frente a la puerta principal de mi casa. Si el lunes llegué mojada, hoy estoy como si me hubiese metido a una piscina con ropa.
Toco la puerta con desesperación. Solo quiero que Harper me abra y poder sentir el calor de mi hogar. Tengo mucho frío; siento que en cualquier momento me va a dar un ataque de hipotermia.
—¡Al fin! —digo entrando a la casa. Me saco los zapatos en la entrada y comienzo a quitarme la ropa empapada.
—Tienes visita —me dice mi hermana. La miro frunciendo el ceño. ¿Quién podría venir a visitarme?
—¡Por Dios, Rose! Estás empapada.
Miro al frente y veo a Aisha con la mano en la boca. La pecosa se acerca a mí y, junto a Harper, me ayuda a sacarme la ropa. Quedo con la polera grande que uso como pijama y la ropa interior. Agradezco que la polera sea lo suficientemente larga para taparme el trasero.
—¿Qué haces acá? —pregunto mirándola fijamente.
Aisha me sonríe.
—Quedé preocupada después de tu llamada, y cuando vi que no llegabas al ensayo me preocupé más. Me conseguí tu dirección con Effy.
—¿Has venido sola? —pregunto mientras camino hacia la cocina. Necesito café para calentar mi cuerpo.
Aisha me sigue. Harper parece notar que es una conversación privada, porque se va al living.
—Bueno… no fue exactamente Effy quien me dio tu dirección —dice, jugando nerviosa con sus dedos. Pongo a hervir el agua.
—¿Entonces quién fue?
—Matthew —murmura, mordiéndose el labio inferior—. Fue por eso que me preocupé más. Después de que hablaras con Theo, Matt habló con él y salió muy rápido del gimnasio. Pensé que algo malo te había pasado.
Claro, ahora todo tiene sentido. Theo se lo contó a Matt, Matt buscó mi dirección con Effy y por eso Aisha vino.
—No era necesario que vinieras hasta acá —le digo.
—Lo era —susurra—. Necesito hablar contigo antes de que sea demasiado tarde.
Vierto el agua caliente en mi taza y comienzo a prepararme un café.
—Te escucho.
Aisha suspira. Me acerco al calentador mientras bebo un sorbo.
—Me gusta Matthew.
Lo sabía. Perra.
Bebo de mi café y trato de ocultar mi rostro detrás de la taza.
—¡Wow! —trago con dificultad—. Eso no me lo esperaba.
La observo detenidamente. Lleva el pelo recogido en una coleta alta pero desordenada, jeans de mezclilla, botas de agua negras ajustadas y una polera blanca de cuello redondo. Se ve estupenda.
—No soy estúpida, Rose —me dice alzando una ceja—. Sé que a ti también te gusta Matthew, y sé que tú le gustas a él. Debo confesarte que al principio me daba celos que estuvieras con él. Por eso fui a buscarlo el viernes, en la fiesta de Effy… y también el lunes.
Sonrío con incredulidad y niego con la cabeza.
—¿Estás obsesionada? —pregunto.
Aisha niega.
—No. Me gusta, me gusta mucho, y creo que paso más tiempo con él que tú. Por eso necesito saber si estás dispuesta a quererlo… o si vas a hacerte a un lado.
—No entiendo tu punto.
Aisha se pone de pie y se acerca a mí.
—Me gusta, y sé que él nunca me va a ver con otros ojos. Para él solo soy su amiga, la chica a la que le cuenta sus cosas, pero nada más —suspira—. Por eso me hago a un lado. Sé que te vino a ver, porque me lo dijo.
—Aisha, yo…
—Solo no lo lastimes. Él es una buena persona y te quiere. No sé cómo lo has hecho, pero te quiere mucho.
Me muerdo el labio, nerviosa. Dejo la taza sobre la mesa y me cruzo de brazos.
—¿Pero por qué haces esto?
—Porque siento que hago daño. Siento que te lastimo a ti y a él cuando los separo. Yo no quiero eso. Quiero su felicidad, y no es obsesión, es querer la felicidad de la persona que quieres, aunque tengas que posponer la tuya. Quizás mi felicidad no es él, es otra persona… porque si de verdad él fuera mi felicidad, yo también sería la suya.
Me quedo de piedra ante sus palabras. Veo cómo la pecosa toma su chaqueta para la lluvia y se la pone.
—Adiós, Rose. Y trata de no faltar más a los ensayos. Las estatales son en pocos días.
Me despido y la observo por la ventana mientras sale de mi casa, caminando rápido por la vereda para no mojarse tanto.
—¿Qué quería? —pregunta mi hermana entrando a la cocina.
—Que pelee por Matthew —suspiro—, que le dé una oportunidad.
—¿Y vas a hacerlo?, quiero decir. Es raro que venga un chica a decirte que pelees por un chico, no se tú, pero eso lo encuentro muy edad media. —Harper se queda callada y con la mirada ida, hace una mueca graciosa con la boca—. ¿Sabes? Creo que lo que dije no tiene sentido.
Rio a carcajadas con lo que ha dicho Harper.
—¿Fumaste marihuana, hermana? —Harper niega—. Pues pareciera.
Niego con la cabeza y suspiro.
Apoyo mi frente en el vidrio de la ventana. En cierta forma, ahora entiendo el comportamiento de Matthew con Aisha: él la ve como su mejor amiga, por eso es tan cariñoso.
—Sobre lo de Aisha, es complicado… tengo que pensarlo.
—Rose —Harper toma asiento en una silla de la cocina y bebé del cafe que deje en el mesón—. Eres mi hermana y te amo, quiero siempre lo mejor para tí, pero debo admitir que Aisha no me da buenas vibras, quiero decir —Ella suspira—. Vino con aparente buena intención a dejar al chico que le gusta en bandeja de oro para ti, sin siquiera luchar... ¿Tiene eso sentido?
Me doy vuelta para mirarla.
—¿Cómo sabes eso?
—Escuché su conversación —se encoge de hombros—. Todo lo que tenga que ver con mi hermana me interesa.Y más si es sobre temas amorosos.
Alzo una ceja.
—¡Oye!
—Solo bromeo —dice, riendo mintras deposita la tasa de café en el mesón. Se pone de pie y me sonríe—. Eres mi hermana y quiero lo mejor para ti, te conozco. Se que no eres una mojigata que jamas ha dado un beso, has tenido novios y ligues, pero también eres ingenua en el tema del amor, en eso te gano en experiencia. Solo un grito y correre a ayudarte.