Capítulo veintitrés
Me alejo de Matt con lentitud y dejo mi mochila y abrigo en uno de los asientos para caminar hasta el escenario.
—Hola —saludo a Aisha, y ella me sonríe.
—Hola.
Miro a mi alrededor: Theo está conectando su móvil al equipo, y Matt camina hacia nosotras.
—Hola, Aisha —saluda Matt a la pecosa y le da un beso en la frente.
Aisha se ruboriza y le sonríe.
—A ensayar —dice Theo, llegando a mi lado y tomándome de la mano.
La canción comienza a sonar y empezamos a practicar. En ningún momento despego la mirada de Matthew, y él tampoco aparta la suya de mí.
—¡No deben terminar tan cerca! —gruñe Matt.
Quiero reír.
—¡Terminamos a la misma distancia que ustedes! —protesta Theo.
—Con Aisha no terminamos tan cerca —replica Matt cruzándose de brazos. Yo río.
—¿Por qué te ríes?
Paso al lado de Matt y golpeo su espalda.
—Sí terminan cerca —susurro en su oído.
Camino hacia el estéreo y conecto mi móvil. Descargo una aplicación para juntar canciones y empiezo a cortar y pegar Love Life y The Mack.
Miro a los chicos, y Matt con Theo siguen discutiendo por la cercanía al terminar la coreografía.
—¿Cómo te sientes? —Aisha llega a mi lado y me tiende una botella de agua.
Bebo un sorbo y limpio la tapa, aunque eso no impedirá que mis gérmenes puedan contagiar a Aisha.
—Mejor, mucho mejor.
—Estás algo afónica —dice, y asiento con la cabeza—. Tu voz suena graciosa.
—Aiden dijo lo mismo cuando me vino a dejar.
—¿Te trajo Aiden? —pregunta, y asiento con la cabeza.
—Matt no debe enterarse.
La miro, extrañada.
—¿Por qué? Él me vio cuando llegué.
Aisha se golpea la frente con la mano.
—No hagas que me retracte de dejarle el camino libre con Matt, Rose. —Dice Aisha y se va.
Bufo algo moleta, no logro comprender bien a Aisha. En momento es amable y simpatica, pero en cuestión de segundos se vuelve seria.
Miro mi móvil y sonrío al ver que las canciones ya están unidas.
—Listo.
Llego hasta los chicos, que siguen discutiendo, y tomo a Theo y a Matt de las orejas para separarlos.
—¡Oye!
—¿Qué te pasa?
—Hay que ensayar desde el inicio —digo, y ambos asienten. Aisha se une a la conversación—. Mientras tanto, junté ambas canciones.
—Pero hay que agregarle efectos especiales —protesta Matt.
—Lo sé, genio. Recién tenemos dos bailes, lo cual es bastante patético. Así que, mientras no tengamos más canciones y coreografías, no podemos agregar efectos.
Theo y Aisha ríen.
—Qué humor —susurra Matt.
—Escuché eso —respondo.
Reproduzco la canción y quedo frente a frente con Matt. Comenzamos a bailar y sonrío.
Me encanta cómo me siento cuando bailo: libre, plena, feliz.
—¡Cambio! —grita Aisha.
En un rápido movimiento quedo con Theo, y Aisha con Matt. Empezamos a hacer su coreografía de The Mack.
Ensayamos una y otra vez hasta que pierdo la cuenta.
—Necesito descansar —digo, tirándome al piso, exhausta.
—Yo también —responde Theo, acostándose a mi lado.
—Tengo calor.
Busco a Matt con la mirada, y mi boca se abre en una perfecta “o”. Matt se está sacando la polera, quedando con el torso completamente desnudo.
Joder… ahora yo también tengo calor.
—¿Agua? —Aisha me tiende otra botella. Esta vez bebo todo su contenido; tengo demasiada sed.
—Yo también… —murmura Theo, bajando la voz al ver la botella vacía.
—Yo la lleno.
Camino hacia los baños y empiezo a llenar la botella. Apoyo la frente en el frío espejo; se siente tan bien.
—¿Estás bien? —giro el rostro. Es Matt. Se me hace imposible no mirar su torso desnudo.
—Lo estoy.
Cierro la llave y bebo un poco de agua. Matt se acerca.
—Estás en el baño de mujeres.
—Lo sé.
Matt toma mi rostro entre sus manos y pasa sus dedos por mis labios. Mis piernas tiemblan; se hacen gelatina. Es increíble el efecto que tiene sobre mí.
—¡Rose, tengo sed! —grita Theo.
Cierro los ojos. Maldito Theo.
—Debo… debo irme —murmuro, alejándome de Matt y saliendo del baño.
Si antes tenía calor, ahora tengo mucho más.
—Aquí tienes —le paso la botella.
—Gracias a Dios. Era solo llenar la botella, Rose… —Theo se detiene, mirando detrás de mí. Cierro los ojos negando con la cabeza—. Ya entiendo. Te estabas divirtiendo en el baño, chica increíble.
—¿Qué? ¡No! Yo…
Theo se pone de pie, me abraza y me susurra al oído:
—Tu secreto está a salvo conmigo.
—¿Qué secreto? ¡Yo no tengo ningún secreto!
Él no me escucha y camina hacia el escenario.
—Sigamos ensayando —dice.
Niego con la cabeza y reproduzco la canción nuevamente. Continuamos practicando hasta que siento que mis pies van a explotar.
Me siento en las escaleras del escenario y comienzo a frotar mis hombros. Estoy exhausta. Solo quiero llegar a casa y dormir.
—Te ayudo —dice Matt, poniéndose en cuclillas detrás de mí y masajeando mis hombros.
Tomo mi móvil y me sorprendo al ver la hora: son las ocho de la tarde.
Busco a Aiden en contactos, pero no lo encuentro. Suelto un gruñido frustrado. Abro WhatsApp para pedirle su número a Effy, pero tengo un mensaje de un número desconocido.
“Rose, soy Aiden. No olvides avisarme la hora en que termines para ir a buscarte.”
Sonrío al leerlo. Puede ser un idiota con las mujeres, pero también es muy atento.
Rápido, agrego su número.
—¿Por qué vas a llamarlo? —pregunta Matt.
—¿Qué?
—¿Por qué vas a llamar a Aiden? —Sonrío. Está celoso.
—Va a venir a buscarme. Debo llegar antes de las nueve.
Matt deja de masajearme los hombros. Veo cómo se pone la polera, y me asusto: creo que se enojó, y mucho.
Camina hacia los asientos y toma mis cosas.
—El ensayo terminó —dice.