Capítulo veinticuatro
Miro la hora en mi teléfono justo cuando escucho el timbre de la puerta principal. Me pongo de pie y camino dando grandes zancadas.
—Cinco minutos tarde —digo al abrir la puerta, mostrando la pantalla de mi móvil con la hora a Matt, quien sonríe.
—Hola a ti también, Rose.
—No es gracioso —respondo seria—. Te dije que a las dos en punto.
Matt ríe, con una sonrisa burlona.
—Cinco minutos no le hacen mal a nadie.
Niego con la cabeza y sonrío. Me hago a un lado para dejarlo pasar. Matt entra y me da un beso en la mejilla, uno que siento que dura demasiado y hace que los dinosaurios exploten en mi estómago.
Deja sus cosas en el suelo y mira con detenimiento mi casa.
—Tú debes mover los sillones para tener espacio y poder bailar —digo con una sonrisa burlona.
—¿Por qué? —pregunta, cruzándose de brazos.
—Porque estoy enferma —respondo, obvia. Matt me sonríe.
Observo cómo se quita la camisa, quedando solo con una musculosa blanca. Mis mejillas arden; llevo las manos a ellas para darles calor.
—¿Está bien así? —pregunta Matt una vez que termina de acomodar los sillones.
Asiento, mirando el lugar con detenimiento. El espacio ha quedado mucho más amplio; podremos movernos sin problema.
—Está perfecto.
—¡Holland Rosemary! —cierro los ojos apenas escucho el grito de mi hermana.
¿Qué hice ahora?
—¿Cómo puedes ser tan irresponsable? —Harper entra a la sala de estar. Miro a Matt con disculpa. Ella está en pijama, descalza y con su móvil en la mano.
—¡No tenías derecho! Es mi reputa... —se detiene al ver a Matt—. Matthew.
Golpeo mi frente con la mano. Mi hermana está entrando en la adolescencia, y se nota. Yo también soy adolescente, pero verla me hace sentir vieja, y solo tengo diecisiete.
—Hola, Harper.
Ella me lanza una mirada asesina. Me encojo de hombros y sonrío. He subido a las redes sociales una foto de bebé de las dos, donde ella sale desnuda en la bañera y yo le lanzo agua en la cara con un jarron.
Harper es de aquellas adolescentes explosivas, temerarias. Ella le gusta arreglas los asuntos de inmediato, en cuanto explota. Y hoy no podra explotar, pues me he olvidado de avisarle que Matthew vendria a ensayar.
—Vamos a ensayar —digo cruzándome de brazos, esperando que se vaya, así se enfria un poco su mente con lo de la foto.—. Oye, vamos a ensayar.
Harper me mira a mí y luego a Matthew, para finalmente sentarse en los sillones.
—Me quedare aquí, viendo como ensayan. Digamos que sere su jurado, les dire los errores, como cuando uno es bebé —Harper me fulmina con la mirada—. Matthew, querido Matthew, ¿Consideras que las cosas de bebé son privadas?
Golpeo mi frente con mi mano ante la pregunta de mi hermana.
—Harper, vamos a ensayar.
Me dejo caer al suelo y apoyo la cara en mis manos.
—Quiero ver cómo ensayan —dice, mirando a Matt—. ¿No te molesta, verdad?
—No, para nada —responde él, sonriendo nervioso.
—Ahora, puedes responder mi pregunta sobre los bebés.
—Son tiernos. —Le responde Matt.
Busco mi móvil en el pantalón, pero no lo encuentro. Desde el suelo recorro la sala con la mirada.
—Harper, ¿puedes lanzarme mi móvil?
Ella busca el teléfono y me lo lanza. Me incorporo un poco para atraparlo.
—Gracias.
Harper se acurruca en el sofa, me fulmina con la mirada y me saca la lengua, para proceder a escribir en su celular.
A los segundos, mi movil vibra. Es un mensaje de mi queridisima hermana menor.
"Considerate muerta ghermana mia, no dejare que tengas tiempos a solas con Matthew"
Inflo los cachetes. Que inmadura, fue solo una fotografía.
Matt se sienta a mi lado en el suelo y flexiona las piernas.
—¿Cuánto mides? Siempre tuve esa duda —le pregunto mientras busco canciones en el celular.
—Uno ochenta y cinco —responde, apoyando su cabeza en mi hombro—. ¿Y tú? ¿Cuánto mides?
—Creo que cerca de uno sesenta.
Sigo buscando canciones, pero ninguna me convence. Conozco todas las de mi lista; sé el ritmo de cada una.
—Tu hermana me está mirando fijamente —susurra Matt en mi oído. Un escalofrío me recorre la espalda.
—Ella es…
—Particular —respondo sonriendo.
—Exacto, es particular.
Abro los ojos de golpe, una idea cruza mi mente.
—¡Eso es! ¡Esa es la canción que debemos bailar!
Matt me mira confundido.
—¿Debemos bailar a tu hermana?
Niego con la cabeza.
—Debemos bailar Particula.
Me pongo de pie rápidamente, conecto el móvil al equipo y ajusto el volumen. La canción empieza a sonar.
—La canción es buenísima —digo—, pero creo que lo mejor es empezar desde el minuto uno con veintiséis segundos.
La vuelvo a reproducir, y Matt se tiende en el piso, moviendo las manos. Supongo que está imaginando la coreografía.
—Desde… aquí —le indico— hasta… acá.
Matt asiente y se pone de pie.
—Me gusta. Comencemos.
Sonrío y me saco el polerón grande que llevo puesto; me cuesta un poco, pero lo logro.
Camino hasta quedar junto a Matt y hago una seña a Harper.
—Necesito que, cuando te lo pidamos, pongas la canción en el minuto uno con veintiséis. ¿Puedes?
Harper asiente, y la canción empieza.
—Podríamos empezar de forma individual. Si te das cuenta, se escuchan los bajos. Debemos seguir el ritmo así… —dice Matt, mostrando unos pasos.
—De nuevo —le pido a Harper, y ella vuelve a colocar la canción.
Matt comienza a moverse, y luego lo sigo. Entre los dos vamos mezclando ideas, y Harper también aporta, riéndose cada vez que nos equivocamos o hacemos tonteras.
—Deberían, en este momento donde el tipo canta suave, bailar juntos. Pegados —sugiere Harper.
La miro sin entender, pero ella sonríe. Se acerca a Matt con mi celular en la mano y reproduce la canción. Él la observa con desconfianza. Harper le toma las manos, se va a un lado, da una vuelta y termina con su pecho pegado al de Matt.