I Love You Rose

Treinta y Uno – Cena 

Capítulo Treinta y Uno – Cena

Me coloco el cinturón de seguridad y apoyo la cabeza en la ventana. Esta reunión solo sirvió para discutir; los otros grupos solo gritaban y exigían cosas sin llegar a acuerdos.

—¿Estás cansada? —pregunta Matt, quien comienza a conducir.

El sol comienza a ocultarse.

—La verdad es que pensé que iba a estar peor. Solo me duele un poco la cabeza por escuchar tantos gritos.

Matthew ríe.

—Por eso no quería ser el líder. Ya he estado en nacionales y siempre hay discusiones cuando los grupos se organizan. Es horrible.

—¿En qué nacional estuviste?

—En la del año pasado. Quedamos cuartos.

Abro los ojos.

—Wow, les fue bien.

—Sí, pero nos pudo haber ido mejor.

Miro a Matt; su rostro está serio, los labios fruncidos y una ceja alzada. Parece molesto y tenso después de responder eso.

Me dedico a mirar por la ventana. Los árboles y la vegetación poco a poco desaparecen, dando paso a la urbanización. Reconozco la zona de inmediato: entramos por el lado norte de la ciudad, pasamos un puente y Matt me lleva a casa.

—¿Quieres pasar? —le pregunto mientras me quito el cinturón de seguridad.

—¿No te molesta?

—Para nada.

Matt asiente y ambos bajamos del auto. Estoy a centímetros de tocar la puerta cuando Harper la abre y mira sorprendida la presencia de Matt.

—Llegaron —susurra—. Entren.

Con Matt entro y veo a mi padre sentado en el sofá viendo fútbol. Por el sonido en la cocina intuyo que mi madre está ahí.

—Hola —saludo a mi padre, quien se gira para mirarme, y su mirada se posa en Matt—. Papá, él es Matthew. Matthew, él es mi padre, Patrick.

Matt pasa a mi lado y se da la mano con mi padre.

—Holland, llegaste —dice ella con un abrazo, llevando puesto un delantal de cocina—. Joven, otra vez por acá.

—Señora Haley, mucho gusto.

Sonrío nerviosa. Se forma un silencio incómodo; mi padre vuelve a mirar el partido y mi madre me lanza una mirada que no logro descifrar.

—Quédate con mi padre, háblale, es gracioso. Yo hablaré con tu mamá —le susurro a Matt. Él se sienta junto a mi padre, quien le sonríe y comienzan a conversar poco a poco.

Llevo a mi madre del brazo hacia la cocina.

—¿Qué hice ahora? —pregunta.

—Nada.

Ella vuelve a cocinar.

—Mamá, no me mientas, me miraste raro —le digo.

Harper llega y toma un yogurt del refrigerador, empezando a comerlo.

—Creo que a papá le agradó Matt —comenta—. Están hablando de básquetbol, y papá cambió su partido por uno de la NBA.

Abro los ojos sorprendida. Papá nunca cambia su fútbol mientras lo está mirando, no importa si es la tercera guerra mundial el jamás deja de ver un partido de futbol.

—Eso es bueno. Harper, anda con ellos y preocúpate de que Patrick no meta la pata.

Harper bufa y se va comiendo su yogurt.

—Estoy preocupada, hija —dice mamá, dejando la cocina para preparar la ensalada—. Harper ha cambiado mucho; está más delgada. Ya no es mi gordita, ahora creo que tú eres mi flaquita y ella mi “anoréxica”.

—Tú también lo has notado —afirmo—. Ha dejado de comer y ahora camina hacia el colegio. Además, ingresó al equipo de voleibol.

—¿Cuál es el apellido de Matthew? —cambia de tema.

—Kim, ¿por qué?

Niega con la cabeza. —Simple curiosidad.

Ayudo a mamá a cortar las lechugas. Parece que a Matt le está yendo de maravilla con mi padre; sus risas se escuchan por toda la casa.

—Estoy estudiando más —informo—. Debo mejorar mis calificaciones; queda poco para graduarme y no quiero entrar a una universidad mediocre.

—Eso es bueno, hija. Eres muy inteligente, solo algo perezosa.

—¡Oye!

Mi madre ríe, y yo también.

—No me habías contado que estás saliendo con Matt.

Dejamos de reír y miramos a Harper, quien se queda como estatua en medio de la cocina.

—¿Qué?

—Mamá, yo… —suspiró, dejando la lechuga a un lado—. Matthew es mi novio.

Mi madre cierra los ojos. Miro a Harper, quien me fulmina con la mirada.

—Soy tu hermana, no me lo habias contado antes...Rose.

Mi madre sigue en shock, probablemente porque hacía tiempo que no tenía novio.

—¿Cómo te enteraste? —Le pregunto a Harper.

—Papá comenzó a interrogar a Matt.

—¡Por Dios, Patrick!

Mamá deja el cuchillo en la mesa y se va hacia la sala, probablemente tratando de evitar ponerme en vergüenza.

—Soy tu hermana —susurra ella—. Queria que tu...

Miro a Harper extrañada, no logro comprender porque tiene esa cara tan desanimada. Esto solo confirma mis sospechas de que algo le esta sucediendo.

—Creo que hay que poner la mesa.

Harper comienza a organizar todo mientras yo la observo fijamente, mamá no tarda en llegar con Matt y papá. Comenzamos a comer y hablar de todos los temas posibles, menos política. Mi padre odia la política.

—Deja de imitar lo que como —le susurro a Harper.

Si yo probaba la lechuga, ella también; si dejaba el arroz, ella lo hacía; si probaba la carne…

—Lo siento.

—¿Dónde van a ensayar ahora? —pregunta mamá.

—Probablemente sigamos en el colegio de Rose. Hoy visitamos uno de los sitios donde ensaya otro grupo y es horrible: está a casi una hora en coche y es una iglesia abandonada. Además, el otro grupo tiene un espacio muy pequeño, así que el colegio sigue siendo el más apto —responde Matt.

Asiento ante sus palabras.

—¿Cuánto llevan saliendo? —pregunta papá a Matt.

—¡Papá!

—¡Patrick!




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