Ideal

KAREN

Despierto adolorida y frunzo el ceño, como si hubiera tenido la peor noche. Estiro mi cuello y bajo las manos por mi espalda, siento el alivio recorrer mi cuerpo. En mi mente, no parecía mala idea tener dos trabajos: vislumbré el éxito de recibir cada paga al final del mes y creí que mi día a día sería rápido. Sin embargo, tener que correr de un lugar a otro es agotador, si no fuera porque necesito ahorrar, dormiría todo el día. De hecho, creo que sería capaz de dormir dos.

Reviso la nota sobre el mesón de la cocina que escribió Miranda, mi compañera de piso:

Estaré dos semanas en casa de mi chico. Nos vemos en año nuevo.

Todos tienen con quien pasar la temporada de diciembre, se vuelve un ambiente deprimente estar solo en estas épocas. Tomo un sorbo de café mientras miro la nota. Suspiro lenta y pausadamente, recuerdo que estoy aquí para trabajar; no puedo dejar que la melancolía me derrote y aparte de mi vista el objetivo. Falta poco para cumplir un año desde que abandoné a mi familia. Conozco bien a mis padres, con el odio que deben tenerme, jamás me perdonarán, y solo pensar en mi vida con ellos me llena de amargura y genera dolor de cabeza. Masajeo mi frente, ayuda a calmar el estrés, no es buena idea empezar mal este día. Tengo muchas entregas que hacer durante la mañana, todos quieren que les lleve el mercado a casa, y siendo Nochebuena, familias enteras se reunirán, la cena se prepara desde temprano y la gente se moviliza de un lado a otro en apuros, volviendo todo un caos. Y en las noches atiendo las órdenes en un café para esas personas que no tienen con quien pasar el día o algunas parejas que quieren alejarse del ajetreo.

Solía gustarme el mes de diciembre porque era el único momento donde mi familia lograba sonreír, pero ahora que vivo sola, lo odio. Los aumentos de precio por temporada, las calles llenas de personas y los negocios saturados creando colas para cualquier tontería. El consumo es abrumador, pero soy beneficiada de este caos: trabajo no falta y la paga aumenta por ser feriado. Golpeo mis mejillas al lavarme el rostro y sonrío delante el espejo. Lograré seguir adelante con tanto esfuerzo.

 

Cae la noche, y como siempre, llego puntual al café para tomar mi turno. Saludo alegre a mis compañeros, quienes tienen caras largas, parece que el día no le sienta bien a muchos, especialmente a los que tienen que trabajar. Por mi parte, intento mantenerme con buen ánimo para no caer en la depresión.

—La música navideña es alegre pero triste —dice una chica al entrar con su pareja.

—Hola, bienvenidos —recibo sonriente e indico una mesa para dos.

—Gracias —sonríe la chica—, que bonito ambiente, deberías dejarte contagiar —dirige su mirada a su acompañante.

—Me caen mal tus chistes —responde el chico.

Mi atención se centra en ese hombre de cabellos oscuros. Su tono de amargura me hace sentir triste, no es normal en mí sentir simpatía por los clientes, pero en general trato de no prestar atención a ninguno de ellos.

—Puedes traernos dos cafés oscuros mientras revisamos la carta —propone la chica.

Respondo rápido con una afirmación y me retiro en busca de su orden. Me había quedado paralizada sin decir nada. Aún no comprendo el porqué. Vuelvo a mirar hacia la mesa de aquella pareja, la chica se da cuenta y sonríe desde la distancia. Giro, dando la espalda, y me llevo la palma de la mano a la frente. «Concéntrate Karen, falta poco para acabar la noche, no dejes que el cansancio afecte tu mente».

Me acerco con su pedido. Sin problemas dejo la taza de la chica delante de ella. Pero al girarme y dejar la taza del chico, cruzo mi mirada con él. Tiene ojos de color azul que acompañan una expresión seria que me hace sentir temor.

—¿Ya saben que van a ordenar?

—No —contesta él —. ¿No tienen bebidas con alcohol?

—No vas a llegar ebrio —responde la chica.

—¿La gente suele hacer eso en este lugar? —pregunta de nuevo al dirigir su mirada hacia mí.

—No… —suelto dudosa.

Ambos se observan en silencio, dejándome quedar en medio de este extraño ambiente.

—Volveré en un rato —sonrío nerviosa.

Vuelvo decaída a la barra, y suspiro. ¡Qué tensión! De todo se puede encontrar en esta temporada. Muero por volver a mi cama y abrazar mi almohada, no salir de ahí nunca sería la felicidad añorada. Hago una mueca de rechazo al tomar la siguiente bandeja; todos los días me hago la misma pregunta: ¿por qué tengo que trabajar?

No queda mucha gente que atender en el local, sin embargo la extraña pareja sigue en su mesa, han pedido varias órdenes de bebidas y algunos aperitivos para alargar la velada.

—Que noche. —Suspira el otro mesero de este turno.

—Y todavía no acaba —añado con pesar.

—También tuve una pareja intensa —señala con la mirada—. El cabrón decidió terminar con la pobre chica porque le gusta otra, ¿quién hace eso en navidad?

—Que horror —expreso—. Esta pareja no son pareja, pero se hablan con confianza y también manejan algo extraño entre los dos. En fin, quiero que acabe el año para descansar —suplico.

—Si, opino lo mismo, pero antes tenemos que celebrar. —Suelta una palmada en mi hombro.

—¿Celebrar? Yo quiero dormir.

—¿No celebrarás esta noche, Karen?

—¿Están planeando hacer una reunión de compañeros de trabajo, y no me comentaron nada? —finjo cara de horror.

—Disculpa, no sabíamos que eras tan genial —comenta Pamel al salir del baño, es el cocinero.

—Es broma, no se preocupen por mí, ya estoy acostumbrada a pasar las vísperas de año nuevo sola —sonrío victoriosa.

—Está bien, no nos gusta insistir —dice la cajera—. Ya se fue la penúltima mesa. No quiero esperar toda la noche por esos dos, Karen, por que no vas y haces presión para que se vayan.

Suspiro. Tiene razón, estamos cansados y regresar tarde a casa me da un poco de temor. Presiono ambas manos como si fuera a pedir un deseo, camino lentamente hacia ese par, mientras pienso una manera de hacer obvia mi petición y no parecer atrevida a la vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.