Ideal

JAVIER

Recuperé mi cercanía con mis amigas. Quedé como una chica sabia delante de ellas por error. Es gracioso, creen que me di cuenta de lo tarado que es Daniel y por eso mantuvimos la distancia en la amistad, creen que yo lo rechazo a él. Sus teorías me suben el ánimo, comenzamos una nueva modalidad de odio hacia él; logré descargar algunos sentimientos sin contar nada prometedor.

 

Sin darme cuenta, pasó una larga temporada, dos meses para ser específica. En este tiempo conocí una nueva amistad, mi vecina la Sra Natalia, tiene un pequeño bodegón de comida en la parte inferior de su casa. Me convertí en su clienta regular por que siempre paso a saludar. Me propuso una gran idea: hacer galletas para vender en su negocio. Ella me enseñó la receta, ahora yo desde casa hago galletas cada tantos días para cumplir con la demanda, son muy buenas, trato de no consumir muchas por que son adictivas.

 

Llevo un tiempo visitando todas las tardes una plaza al norte de la universidad. Me gusta sentarme y leer en tranquilidad, a veces observo la gente pasar, es relajante. Es una plaza pequeña comparada con la plaza La Caricia, la cual abarca espacio para un parque infantil. Conocí a un chico que va frecuentemente a la misma plaza a leer y asiste a la misma universidad. Nos hicimos cercanos compartiendo primero un par de miradas, luego comenzamos a hablarnos mostrando los libros que leemos. Es agradable, tranquilo, atento y amable. Siempre tiene un nuevo relato que contarme cada día.

Sin acuerdo en palabras asistimos todos los días a la misma hora a la plaza. Es como repetir esa historia, con la diferencia que este chico si está interesado en mí, es obvio como lo expresa en miradas y me encanta que puedo leer sus expresiones. Me siento entusiasmada y no tengo temor por saber lo que siente hacia mí. Es bonito, y no pienso medirlo con el ser al que no le escribo desde el verano. Ahora, comienza el otoño con un retoño en mi corazón. No puedo ser sincera con mis sentimientos porque no tengo la menor idea de lo que siento, pero necesito vivir esto.

Acepto ser la novia de Javier, nos seguimos viendo cada tarde en la plaza por un par de horas. Estoy ilusionada y concentrada en varios objetivos a la vez. Mis notas han mejorado, los esfuerzos en estudiar dan sus frutos. Soy cada vez más cercana con mis amigas y me han enseñado a arreglarme, ayudándome a conocer trucos de belleza que no conocía, ahora aprecio el maquillaje y no me siento tímida al usarlo.

Javier me enseña a usar mi teléfono y sacarle mayor provecho. Sin preguntarme publica una foto juntos, haciendo oficial nuestro noviazgo para mis contactos. Daniel es el primero en verlo, siento mi piel erizarse de solo pensar en él. Tenemos mucho tiempo sin escribirnos, no tengo claro como quedó nuestra relación, pero mantiene su palabra de ayudarme, cada fin de mes sigue llegando el dinero a mi cuenta. Al día siguiente me despierto con un mensaje de Daniel: «deseo que sea feliz, pero recuerda, la carrera es primero». Lo siento como un hermano mayor, no como alguien que llegó a gustarme, quizás alejarme fue la mejor idea, está superado. Antes de responder busco escribirle a mi novio primero, es la prioridad, mi chico que es lento como una tortuga, apuesto a medias e intelectual a su manera.

 

Diciembre es la fecha esperada por muchos y odiada por mí, es la manera cruel de recordar lo sola que puedo estar. Todos están como de costumbre, pasan estas temporadas con sus familiares. Desde mis amigas hasta Javier, se pierden en estas vacaciones. Y no sé nada de Daniel en estas fechas, de seguro viajó para ver a su familia. De todos modos no importa, puedo sobrevivir en casa.

Lo bueno de que termine la tediosa temporada de diciembre es mi cumpleaños, llegando así a mis veintidós años. Estoy contenta de progresar, y para celebrar mi día basta con comprarme una porción de torta y comerla a modo de celebración en la cafetería de siempre, yo y solo yo.

 

—¿Sabías que las papas conducen electricidad? —comenta Javier pelando papas.

—Otro dato tonto e innecesario —bromeo.

—Te ríes de mi conocimiento, pero estoy seguro que eso nos salvará la vida en algún momento.

—Si tu lo dices —respondo indiferente—. ¿No sería mejor comprar comida rápida con patatas fritas? No nos quedan muy bien.

—Es que no tengo la culpa que seas tan mala en la cocina —dice con pesar—. Además, no podemos gastar mucho dinero, al menos yo no percibo mesadas de mis papás.

—Si, la mesada de mis padres, que haría sin ellos —río de ironía.

Vine a casa de Javier a ver una película, se supone que sería una cita para celebrar nuestro aniversario, por una parte estoy molesta de celebrar cada mes, me parece pesado; y por otra parte, me molesta que nunca quiera salir a gastar dinero, es cierto que hay que ahorrar pero se puede hacer un sacrificio para pasar un buen rato, es el chiste de darse un gusto. Esta persona me obliga a cocinar y me critica sin saber cocinar, pero no puedo protestar nada, no hay forma de hacerle cambiar de opinión.

Al terminar la película quedamos en silencio, no estuvo mal, una película romántica más que tachar de la lista. Javier acaricia mi pierna dulcemente, y sin esperar a mi reacción continua subiendo por mi piel. Tomo su mano, detengo su camino y sonrío incómoda.

—¿Por qué nunca quieres dar el siguiente paso? —pregunta resignado.

—No me siento cómoda. —Acaricio mi brazo como consuelo.

No puedo evitar los recuerdos en mi cabeza, y la sensación, aunque comience distinto, se vuelve similar. Me da miedo y nauseas de solo recordar.

—No te creo, en realidad no creo que sea tu primer novio, ¿a estas alturas de tu vida? ¿Cómo no has tenido ninguna experiencia? —dice incrédulo y molesto.

—Te he sido sincera, pero siempre te molestas. No quiero y punto, tampoco me desespero por tener la experiencia —hago el símbolo de comillas, como si fuera necesario depender de ello.




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