Recibo una llamada después de clase, es Javier y está molesto. Me llama para terminar conmigo por que se enteró de mi supuesto pasado, la vieja reputación, que según, me encanta esconder. Le parece algo tan repugnante, no quiere saber de mí y no quiere tenerme cerca, llamándome mentirosa. Incapaz de hablar o defender mi posición, solo siento el odio que genera sus comentarios hirientes. Quiero encontrar al culpable. Javier parece desconcertado en mi interés por saber de dónde sacó esa información, de seguro esperaba que rogara por su perdón, ahora eso no me interesa. Sin querer dar nombres, no le queda de otra que ceder ante mi insistencia, y al final confiesa el nombre de Monic antes de colgar. Tengo una mezcla extraña de sentimientos, desconozco que me está pasando.
Intento calmar mis emociones. Respiro profundamente, asimilo lo mejor que puedo. Pero... ¿de dónde sacó ella tales rumores? Corro en busca de Monic, necesito confrontarla.
—¡Monic! —grito para llamar su atención.
—Karen, ¿qué pasa? —voltea.
—Necesito que confirmes algo —comento, tomo un poco de aire—. ¿Acaso sabes algo sobre mi pasado?, ya sabes, algo como vergonzoso quizás...
—No entiendo de qué hablas Karen, creo que necesitaré detalles.
—¿Cómo te atreves a decir que fui una regalada? ¡Algo así! —alzo mi tono de voz—. Con las mismas palabras que usó Javier para terminar. —Muerdo mis labios para no llorar.
—¡Karen! —Se exalta asombrada—. Lo siento, no era mi intención, pero Javier estaba buscando información y yo... Intenté resistir ante su insistencia y no pude —comenta nerviosa—. Y cuando empezó a preguntar sobre Daniel... me llené de odio. Creo que recordé cómo me trató luego de confesar que tú me diste su número, se puso tan molesto, él... fue él quién me comentó eso de ti.
No sé que puedo creer de todo esto, mi corazón está destrozado. No encuentro el interés de seguir con esta charla y me retiro sin añadir algún gesto o palabra. Todo el camino de regreso a casa me hundo en mis pensamientos de tristeza, siento un nudo en la garganta que debo liberar. Con odio marco el número de Daniel en mi teléfono.
—¡Cómo te atreves a contarle a Monic! —No espero un saludo formal, necesito hacer obvia mi molestia.
—¿De qué estás hablando? ¿Está todo bien?
—¡Javier termino conmigo por enterarse del estúpido rumor de Steve, el pasado de fácil que tuve! —sollozo intentando no gritar—. Monic le dijo… y ella comenta que fuiste tú quien le contó.
—Es ridículo que terminen por eso, suena a una vaga excusa. Y no, yo no hablé con Monic sobre tu pasado. —Sus palabras suenan vacías.
—No te creo nada... ya me has mentido, ¿por qué no lo harías de nuevo?
—¿Cuándo te mentí? —añade molesto.
—Aquella vez cuando me rechazaste... —Suelto una sonrisa amarga—. Porque te querías guardar para la indicada, y de repente, vas y te acuestas con cualquiera —río de ironía—. Hasta con Monic, tiene un año menor que yo... que ridículo fue creerte.
—Sé que estás mal, y triste —comprende—, pero yo no soy el culpable.
—¡No, claro que no lo eres! —grito—. Tu solo eres un falso y mentiroso, ¿cómo pude creerte? —Sollozo de nuevo, preguntándome cuál será el peso de mis palabras.
—¿Seré yo quién tiene la culpa?... ¿Por qué soy un falso y mentiroso según tú?
—Porque te creí... yo confíe en ti. —Suspiro entre el llanto para tomar aliento—. Me hiciste pedazos.
—A ver... Ese día no mentí, pero es difícil resistir, ¿si? Intento ser mejor...
—¡Excusas! —interrumpo—. Gracias por arruinar mi tranquilidad volviendo a aparecer.
—Gracias a ti por alejarte. —Termina la llamada.
Me siento peor, pelear con la única persona que me presta apoyo no es una de mis mejores ideas. Al final del día siento más dolor por la discusión que tuve con Daniel que por la ruptura de mi relación, creo que, terminé por mezclar viejos sentimientos con los nuevos.
Temo que Daniel ya no me ayude, espero impaciente por la fecha de pago. Llega el fin de semana y de todas formas, manda dinero como de costumbre para el mercado. Intento comunicarme con él para disculparme pero cuelga las llamadas, le dejo un mensaje para saludar y no responde. Está molesto y decidió apartarse como yo lo hice, me duele esta actitud, pero también sé que lo provoqué.
Pasé una semana sin saber de él, cuando se propone alejarse de verdad que lo hace. Durante todo este tiempo seguí insistiendo por mensajes de texto, suplicando un perdón o tal vez un hola por lo menos. Solo conseguí preocuparle, logrando que vuelva a escribir para saber sobre mi estabilidad emocional. La felicidad que produce el lograr que vuelva a escribirme no tiene precio. Me siento aliviada, sufrí esta semana por necesitar su respuesta, ¿él habrá pasado por lo mismo cuando decidí ignorar sus mensajes? Aquella vez fue insistente, tomando en cuenta lo comunicativo que es por el teléfono puede interpretarse como desespero. No lo creo, es gracioso imaginar un Daniel desesperado en rogarme que esté a su lado. Le escribo para salir, necesito de un amigo para despejar mi mente de ideas tontas.
—Cuanto tiempo sin subirme a este coche. —Ajusto el cinturón.
—Bueno, fue por tu propia elección. ¿Qué te provoca hacer?
—Gritar —suspiro—. Tengo tantos sentimientos acumulados, y mucho odio para despreciar.
—Soy consciente, me llevé una buena parte —bromea.
—No —lamento—, ya te pedí disculpas un montón de veces.
—Tranquila, solo es una pequeña broma. Quedé bastante sorprendido, no sabía ese lado tuyo —ríe.
—Yo tampoco, ahora lo voy descubriendo —río avergonzada.
Dimos algunas vueltas buscando un lugar para comer. Tardamos en decidir por mí. Quería algo alejado. En realidad, solo quería hacer tiempo porque me siento cómoda en su coche, y extrañaba esta sensación de paseo.
—Las relaciones amorosas apestan —comento al terminar la comida.